Caza
Siguiendo el rastro a Luis Manuel Jara Rolle
Desde hace más de una década acude, acompañado por sus perros, a la llamada de otros cazadores para ayudar de forma altruista en el cobro de cualquier pieza herida
Luis Manuel Jara descubrió el rastreo con perros de sangre hace doce años recechando en los Alpes austriacos, donde se practica tradicionalmente. Para este abogado madrileño fue toda una revelación, una forma de cazar distinta y apasionante en la que un perro entrenado guía a su dueño, valiéndose de su olfato, tras el rastro de una res herida hasta conseguir cobrarla.
La cultura cinegética centroeuropea atrajo a Jara Rolle desde un primer momento, la profesionalidad de los guías, el respeto a la pieza abatida en cada detalle y la evidencia de que en su forma de entender la caza lo importante no es el cuánto sino el cómo, y sobre todo el empeño en el cobro de las reses heridas .
A partir de entonces centró sus esfuerzos en compartir y promover estos principios; y fue al contactar con AEPES, la Asociación Española del Perro de Sangre , de la que hoy es su presidente, cuando encontró la plataforma ideal para hacerlo.
Ha practicado casi todas las modalidades de caza, aunque a sus cincuenta años, «empezando a dar la vuelta al jamón», según comenta con humor, está centrado casi exclusivamente en la caza de montaña , principalmente de rebeco y macho montés, y cada vez más en el rastreo con su teckel Tona y con Taco, un sabueso de montaña de Baviera de seis años que le da muchas satisfacciones. Confiesa que ahora mismo, sin duda, le produce mucha más emoción encontrar una pieza de otro cazador que abatirla él mismo.
Destreza y compenetración
Luis Manuel y el resto de miembros de la asociación están comprometidos con esta actividad hasta sus últimas consecuencias. Igual que otros salen a cazar perdices o corzos asumiendo sacrificios y costes, ellos acuden a la llamada de otros cazadores para ayudar en el cobro de cualquier pieza herida de forma altruista . Para este grupo de rastreadores lograrlo y poder entrenar a su perro es su premio. «El rastreo sin duda reúne todos los requisitos para ser considerada una auténtica forma de cazar, al requerir esfuerzo, incertidumbre, destreza, compenetración con el perro y habilidad para encontrar a un animal concreto», comenta con pasión. Además, podría añadirse que se trata de un compromiso ético que todo cazador debería asumir.
Comenta Luis Manuel que la raza del perro no es lo más importante, los más utilizados son los sabuesos de Baviera, teckels, drahthaars, incluso alanos españoles, aunque cualquier perro con unas mínimas condiciones puede adiestrarse, es cuestión de dedicarle tiempo en el campo. En cuanto a las modalidades, es más difícil rastrear en montería, por el gran número de reses y rastros que encuentra el perro. Donde se hace más efectivo el rastreo es en el rececho y las esperas . En los últimos tiempos muchas de las actuaciones son requeridas por cazadores con arco.
Los miembros y usuarios de la asociación son cada día más, y los 38 que empezaron en 2008 han pasado a ser 334 diez años después. Rastrean una media de casi tres animales por temporada con un porcentaje de éxito de un 53 por ciento, lo que supone un impacto económico de casi 500.000 euros , 420.000 en trofeos y otros 75.000 euros en una carne que de otra forma no podría aprovecharse.
Si en otras actividades cinegéticas el perro es importante, en el rastreo es imprescindible y el vínculo que establecen Luis Manuel y sus colegas va, sin duda, más allá de la relación entre mascotas y propietarios , y es siempre un ejemplo el amor que profesan estos cazadores por sus colaboradores caninos, hoy que tan de moda está la crítica injusta y gratuita que recibe este colectivo por el trato que da a sus perros.
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