Final NBALeBron le da a los Cavaliers su primer anillo

Un triple de Irving en los instantes finales condena a los Warriors y corona a Cleveland como campeón de la NBA

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Los Cavaliers lograron anoche lo que pocos imaginaban antes de los playoffs. El primer anillo de la franquicia es una realidad. Un anillo que es historia por ser el primero, pero también por haber llegado tras un 3-1 en contra en las Finales ante los Warriors, algo que nadie había conseguido nunca antes. Un anillo que confirma a LeBron James como uno de los grandes jugadores de la historia de la NBA y que le sitúa en la senda de Michael Jordan, pero que también pone de relieve a un equipo magnífico capaz de sobreponerse a las dificultades para terminar levantando el título en casa de Golden State, el equipo de los 73 triunfos en la temporada regular. Aquel récord estratosférico es ya menos importante, opacado por el anillo de LeBron James y los Cavaliers.

El anillo de Kyrie Irving y Tristan Thompson. De los secundarios de Cleveland y de un técnico, Tyronn Lue, que llegó por la puerta de atrás y se ha confirmado como una de las claves del éxito.

Las lágrimas de LeBron James sobre la cancha del Oracle Arena nada más acabar el partido eran el reflejo de la temporada de los Cavaliers en un año complicado, cargado de dificultades que terminó para ellos de la mejor manera posible. Lágrimas que llevaba muchos años guardadas y que afloraron tras un séptimo partido ante los Warriors cargado de tensión. Lágrimas que llevaban escrito el sueño de un niño que comenzó a jugar al baloncesto en Akron y que creyó que podía ser campeón con los Cavaliers. Un niño que creció rápido y que tuvo que salir rumbo a Miami para crecer antes de volver a casa para llevar hasta allí el anillo de campeón. Un niño que ayer lloraba desconsolado y que fue elegido MVP de las Finales con unos números asombrosos, incluido un triple doble anoche en el partido decisivo (27 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias).

Sin Bogut y con Iguodala entre algodones, Kerr tuvo que reconstruir su cinco inicial para tapar las carencias que la ausencia por lesión del pívot australiano provoca en la zona. El experimento de Ezeli no funcionó ya que los primeros 16 puntos de los Cavaliers llegaron desde la pintura, así que el técnico de los Warriors decidió variar el guión inicial. Se la jugó al “small ball”, con los “bajitos”, situando a Draymond Green como único pívot y exigiendo velocidad en el pase a sus jugadores.

La tensión agarrotaba las muñecas en los primeros minutos y mientras unos vivían de la inspiración exterior de Curry o Green, los otros lo hacían por medio de la garra y la fortaleza más cercana al aro. Dos caminos muy diferentes hacia el anillo que caminaron paralelos casi hasta el descanso.

Fue entonces cuando Draymond Green, que venía avisando de su buena noche, se destapó para regar de incertidumbre el banquillo de los Cavaliers. El pívot, al que se le había secado la pólvora en los últimos encuentros, enganchó una gran racha desde el perímetro (5 de 5 en triples y 22 puntos al descanso) con la que abrió una brecha en el marcador a favor de su equipo (49-42, min. 24). Green, el alma de Golden State, ejerció de pegamento para que todo comenzara a funcionar en su equipo y desató la desazón en su rival.

Para entonces, Cleveland vivía ya un desanimo exterior preocupante. Sólo un triple en catorce intentos. Una canasta, además, afortunada de Shumpert, que lo anotó tras haber recibido una falta. La buena noticia para ellos era que, a pesar de su mala racha desde el perímetro, estaban aún a un paso del anillo. Una laguna inmensa en la lejanía del aro que se curó en cierta medida con el paso por los vestuarios.

Fue JR Smith, ese jugador capaz de lo mejor y de lo peor en un instante, el que reanimó a los Cavaliers. Ocho puntos consecutivos del alero, incluidos dos triples, pusieron el empate en el marcador. Partido nuevo. Un partido en el que irrumpió con fuerza un desaparecido Irving, autor de 12 puntos en este cuarto en el que los Warriors llegaron a verse siete puntos abajo (63-70, min. 32). Draymond Green -para entonces ya el mejor del partido- y Curry capearon el temporal y dejaron todo pendiente para el último cuarto.

Todo por decidir

Una temporada en doce minutos. Dos ilusiones encerradas en un solo período en el que se sucedieron las canastas y los lideratos. En el que hubo vaivenes de los dos equipos, con Curry y LeBron buscando el protagonismo. Con todos arrimando el hombro en pos de un mismo objetivo. El anillo de campeón que, nueve meses después del partido inaugural de la temporada, se decidió por un detalle mínimo en el último minuto. Ahí se llegó con empate a 89 tras un tapón estratosférico de LeBron James sobre Iguodala.

Fue el enésimo error ofensivo de los últimos instantes, en los que la tensión pudo a la calidad. Brazos encogidos y mala selección de tiro entre los que emergió el corazón de Kyrie Irving con un tiro que valió un anillo. Un triple, lo que había condenado a los Cavs durante muchos minutos, se convirtió en su liberación. La canasta que acabó con la resistencia de los Warriors y que le dio a los Cavaliers, por fin, su ansiado primer anillo. La promesa de LeBron hecha realidad. El sueño de niño que interrumpe el reinado de Curry y le acerca, un poco más, a la leyenda de Michael Jordan. El otro sueño de LeBron. El único que le falta por conseguir. Esos seis anillos del “23” de los Bulls que desde ahora mismo se convierten en su próxima obsesión.

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