Mundial de baloncesto 2019

Scola, una estrella de 39 años que entrena como «Rocky Balboa»

A sus 39 años, el pívot se aisló durante cuatro meses para preparar el Mundial

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Luis Scola en las semifinales anteFrancia Reuters
Emilio V. Escudero

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Son las 7 de la mañana de un día cualquiera del pasado mes de junio en las afueras de la ciudad argentina de Castelli . Hace frío, porque es invierno allí, y en el interior del país la temperatura es gélida, pero Luis Scola (Buenos Aires, 1980) sale a correr como cada mañana. Inicio de un entrenamiento metódico y diario. Apenas sin descansos. «Como si fuera Rocky Balboa », reconocía su padre estos días en China.

Allí, su hijo «Luifa» está siendo una de las sensaciones del Mundial. Líder de la Argentina que hoy buscará coronarse ante España en la final . Sabía Scola que para llegar hasta ahí no le valdría con la experiencia ni con su calidad innata. Debía dar un paso más y por eso diseñó un ambicioso plan. El jugador argentino tiene una cancha en su casa de Castelli y allí se aisló durante cuatro meses para preparar el campeonato. Tras unas breves vacaciones para desconectar de la temporada, el pívot se recluyó junto a tres personas de su total confianza. Trabajo sin descanso. Sin distracciones. Con visitas esporádicos de su mujer y sus cuatro hijos. Sacrificio brutal para un jugador que lo ha ganado todo.

Marcelo López , su preparador físico, ha sido el encargado de cincelar su cuerpo, que luce más definido ahora, con 39 años, que cuando jugaba en el Baskonia a finales de los 90; Mariano Sánchez ha sido el responsable de su mejora técnica; y Agustín Caffaro , compañero de vestuario en este Mundial, le ayudó como «sparring».

En estos cuatro meses previos a la concentración con la albiceleste, Scola ha adoptado un curioso hábito de nutrición -el «Método Busquet»- que ya utilizaban otras figuras como su amigo Manu Ginóbili. Consiste en mantener el cuerpo libre de alimentos durante la mayor parte del día, ya que tener los intestinos limpios favorece la recuperación y previene las lesiones. Por eso, Scola entrenaba en ayunas y no comía nada hasta las 15:30 de la tarde. A partir de entonces tiene tiempo para ingerir sólidos durante ocho horas. Luego, solo líquidos hasta el día siguiente. No ha hecho excepciones. Espartana su preparación.

Apellidarse Balboa de segundo tenía que que tener alguna conexión con el boxeador más famoso del cine. Aquel «Rocky» que encandiló a las masas con su entrenamiento metódico antes de batir a Iván Drago. Para Scola (2,06 metros), el rival ha sido él mismo y su determinación para llevar a Argentina a lo más alto. El viernes, tras batir a Francia y ganarse un sitio en la final, su único gesto de emoción fue el abrazo con Ginóbili en la cancha. Lágrimas pasajeras antes de retomar la concentración y la calma. Impasible en el vestuario. También en el último entrenamiento de ayer previo a la final.

A sus 39 años, es ya el jugador con más partidos en un Mundial y el segundo con más puntos anotados. Una leyenda viva del baloncesto argentino y planetario que quiere sumar su decimotercera medalla con la selección entre Copas del Mundo, Juegos Olímpicos y Campeonato de FIBA Américas. Dos décadas de compromiso ininterrumpido con la albiceleste que amenazan hoy a la selección española. En China 2019 Scola ha mejorado sus números respecto a 2002, cuando también pisó la final y cedió ante Yugoslavia . En China, el pívot promedia 19,3 puntos y 8,1 rebotes. Ha mejorado desde la larga distancia, lo que obligará a las torres españolas a salir fuera de la zona para frenarle. Un reto, uno más, para la selección.

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