Baloncesto

Irving, la estrella más excéntrica de la NBA

El base, que desapareció las últimas dos semanas sin dejar rastro, vuelve para completar el tridente de Brooklyn entre las dudas que despiertan sus comportamientos extradeportivos

Irving, durante un partido con los Brooklyn Nets AFP

El nuevo proyecto de Brooklyn, además de un gran potencial deportivo, en caso de éxito, encierra redención, pues James Harden, Kevin Durant y Kyrie Irving, tres de los mejores jugadores de la NBA, son de fácil desprecio. Tan arrogantes como inseguros, humanos al fin y al cabo, quizás demasiado. Harden , el más amueblado de los tres, sin ser esto un auténtico elogio, ha salido peleado de Houston con todo el mundo. Incluso Wall y Cousins, llegados este verano al equipo y en teoría con menos potestad, reprocharon con contundencia la actitud del escolta, forjado en pretemporada entre clubes nocturnos y roces con los más noveles del equipo. Durant, una seguridad absoluta en la cancha (promedia más de treinta puntos tras dos años sin jugar), fue identificado en la red con una cuenta falsa de Twitter donde defendía su honor frente a los millones de detractores que tiene todo jugador de su categoría. Pero Irving, el más joven de los tres, no tiene freno. Una figura, perseguida en exceso seguramente, que ha llevado a un nuevo nivel las excentricidades de una liga perseguida eternamente por el pasado y presente de sus jugadores. «Tenemos que hablar de Kyrie», que diría Guillermo Giménez.

Más ligero de barba y cabellera, como en sus inicios en Cleveland, Irving apareció al fin tras dos semanas totalmente ajeno al calendario de su equipo, tiempo en el que se ha perdido siete partidos y en el que ni siquiera ha entrenado. «Asumo toda la responsabilidad de mis actos», explicaba el jugador nacido en Melbourne, que argumentó que necesitaba «una pausa» y atribuyó esta parada a motivos personales , pese a que al base se le vio hace unos días en una discoteca junto a su hermana y sin mascarilla.

A Irving, desde que salió en 2017 del aura de protección que desprendía LeBron James, se ha puesto la zancadilla en varias ocasiones a lo largo de su carrera y, pese a tener solo 28 años, parece un hombre algo perdido y excesivamente reflexivo. Solo necesitó de dos temporadas en los Boston Celtics para hacer volar todo el plan de Danny Ainge por los aires, que veía en él a un líder, pues acabó desplazando la responsabilidad de las eliminaciones en playoffs a sus compañeros. Los aficionados del equipo, católicos e irlandeses, le han atacado desde la distancia, atribuyéndole «cobardía» y «pestilencia».

Dos bandos en la burbuja de Orlando

A los jugadores de la NBA, especialmente a sus estrellas, hay que medirles tanto por su repercusión baloncestística como por la social, cabezas del movimiento Black Lives Matter desde la burbuja de Orlando. Durante el apogeo de la violencia policial en Minnesota y Wisconsin, dos bandos se crearon dentro del estamento de los jugadores. Por un lado, fue LeBron el máximo partidario de utilizar la competición como plataforma, como puente para hacer llegar un mensaje a todo el planeta. Por el otro, Irving se decantó por la cancelación de la temporada y la contundencia del acto con el fin de concienciar. Finalmente fue la estrella de los Lakers el ideólogo vencedor, seguramente consciente de que una temporada inacabada no sería un mensaje bien recibido entre los propietarios y la directiva de la liga, dos cuerpos que finalmente se unieron a la causa. Kyrie, además de por su vida nocturna, también ha sido noticia en las últimas semanas por comprar una casa a la familia de George Floyd , el hombre negro asesinado por asfixia por la policía de Mineápolis el 25 de mayo. Así lo aseguró Stephen Jackson, exjugador de la NBA y amigo cercano de los Floyd.

No sabemos qué habita en el espíritu de Irving con exactitud, más allá de que está protegido por el «jamsa», un símbolo procedente de Oriente Medio y que adorna su hombro izquierdo en forma de tatuaje. Necesitado de purificar, el jugador volvió el pasado diciembre por primera vez al estadio de los Celtics. Allí, horas antes del partido, quemó salvia imitando un ritual de las tribus indias «sioux», pueblos asentados en Canadá. Con un aparente gusto por el pasado, Irving se integra dentro del grupo terraplanista, sencillo en su mensaje. «No hay fotos reales del planeta», dijo en su día.

También se ha generado enemigos con sus declaraciones, o un afecto más aguado. A principio de temporada aseguró que no iba a dirigirse a la prensa en todo el año, que dejaría hablar a su baloncesto. Sonadas fueron sus declaraciones sobre Kevin Durant, al que consideró como el primer igual con el que había jugado en su carrera, un jugador al que pasarle el balón en los momentos candentes. Una frase que no sentó bien a James , con el que ganó el anillo en 2016. «Sinceramente, me dolió un poco».

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