Vuelo Acrobático

Cástor Fantoba, cuando las vueltas dan mucha vida

El piloto navarro se ha proclamado recientemente campeón de España de vuelo acrobático por octava vez. ABC se sube a su avión para disfrutar de una exhibición en el aeródromo de Casarrubios (Toledo) y conocer las entrañas de este deporte

ABC entrevista a Cástor Fantoba y disfruta de una exhibición a bordo de un avión acrobático Vídeo: Mercedes N. Alcocer
Álvaro G. Colmenero

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Surcar los cielos a los mandos de una aeronave es una aventura con la que muchos niños sueñan y que suscita todo tipo de sensaciones. Disfrutar de una perspectiva satelital a bordo de un vehículo es un privilegio del que somos poseedores no hace tantos años. Existe una tendencia generalizada a pensar que es algo que está al alcance de muy pocos individuos. Por ello, en un mundo, el de la aeronáutica, en el que la complejidad es la característica impuesta desde una visión profana en la materia, Cástor Fantoba (Navarra, 1966) se esfuerza en poner un punto de normalidad. «Volar no es imposible, de hecho está visto que cada vez es más natural», comienza la conversación con ABC el piloto navarro, que se acaba de proclamar por octava vez campeón de España de vuelo acrobático, un deporte de una espectacularidad sublime y con la misticidad de ser todavía un desconocido.

El piloto navarro Cástor Fantoba Ismael Jordá

Como muchos jóvenes hambrientos de conocimientos y de éxito, Fantoba abandonó su tierra natal para establecerse en Madrid con 18 años y estudiar Ingenería Aeronáutica. Tras obtener el título, se dio cuenta de que su camino no iba a ser satisfactorio subido en un andamio, sino encajado en una cabina de un aparato que lamiese las nubes. Con un buen bagaje teórico, consiguió la licencia de piloto comercial y, él, hombre arriesgado , despertó un oportuno interés en las acrobacias a través de un amigo y se «enganchó totalmente». Ya saben, la vida da muchas vueltas. Y más si tu nombre es Cástor Fantoba y estás a lomos de un avión. El navarro se define como un «trastornado» de los deportes aéreos que empezó a volar cuando tenía 20 años, pero lo cierto es que para practicarlos hay que estar muy «cuerdo». Tanto que, con el paso de los años, su proyecto vital se basa en compaginar la aviación privada con la disciplina acrobática.

El vuelo acrobático es «el control total» del avión

El vuelo acrobático es un deporte minoritario en el que el piloto trata de lograr un dominio en todas las posiciones, velocidades y alturas. «Es el control total de la máquina», matiza Fantoba, que recibe a este periódico en el hangar 36 del aeródromo de Casarrubios, su cuartel general ubicado en Toledo. Allí, como si estuvieran posando para nosotros, encontramos varias de las máquinas que permiten hacer del vuelo un arte. «Son aviones muy potentes con unas motorizaciones muy grandes. Hablamos del orden de los 400 o 450 caballos, muy ligeros y construidos para resistir las cargas a las que les sometemos , tienen que ser muy resistentes. Usamos mucho material compuesto, muchas aleaciones de titanio», desgrana.

Así es la caja donde se desarrollan las competiciones de vuelo acrobático

Para entender este deporte, hay que imaginarse en el aire una caja de un kilómetro de lado , que se proyecta en el horizonte frente a la pista de despegue, y en la que los protagonistas son los arquitectos que trazan a mano alzada dibujos con giros imposibles, tales como «loopings» o formas geométricas con líneas verticales y horizontales pintadas con el mayor mimo, como apoyados de una escuadra y un cartabón. Los programas de juego son diversos. «A mí me gusta mucho hacer la analogía con el patinaje artístico. El clásico son los programas en los que les entregas un programa a los jueces y vuelas exactamente como habías dicho que ibas a volar», explica el navarro. «Además, existe el freestyle, una modalidad en la que se vuela con música y con humo y ya no les estás contando a los jueces lo que vas a hacer, les sorprendes con lo que haces, intentas hacer maniobras ilógicas y nuevas. Es tu expresión del vuelo», continúa.

La falta de financiación ahoga a este deporte

El problema de mayor calado que se cierne sobre este tipo de deportes reside en la financiación. «Es un deporte en el que dependes de los patrocinadores. Al principio no van a depositar su confianza en ti, por lo cual tienes que invertir tú en el propio deporte . ¿Qué sucede? Si no trabajas, no tienes dinero. Si trabajas, no tienes tiempo. El romper esa espiral cuesta y cuando lo consigues ya tienes cierta edad, que no sería ideal para jugar al fútbol por ejemplo. Poco a poco, a los 30 o 35 años ya comencé a volar duro, preciso y a llamar la atención de los patrocinadores. Ahí empezó la segunda parte de mi carrera a partir de la cual sí tengo acceso a una buena financiación y ya puedo dedicarme cuasi profesionalmente», cuenta Fantoba. Resulta llamativo que «cuasi profesionalmente» reposen en sus vitrinas ocho campeonatos de España, un campeonato de Europa o dos bronces mundiales , entre otros innumerables galardones que ha conquistado con el cielo a sus pies.

El cielo a sus pies ABC

Lejos de vender este deporte como algo fuera del alcance del resto de los mortales, Fantoba, que es vicepresidente del organismo que regula el deporte, la Comisión Internacional de Vuelo Acrobático (CIVA), no piensa que sea un deporte de un riesgo extremo. «No te puedes dar con nada, tienes el espacio para trabajar, solo hay un límite que es el suelo y con no acercarse te vale . En cualquier otro deporte tienes más obstáculos», relata entre risas. En una disciplina en la que la herramienta de competición profesional no disminuye de 100.000 euros, el coste puede llegar a suponer una barrera de entrada. «Hay que distinguir. El automovilismo se lo puede permitir cualquier persona, pero la Fórmula 1 no. La práctica del automovilismo así como la de los deportes aéreos son muy asequibles dentro de clubes o a un nivel amateur. En el momento en el que te especializas y quieres competir en las máximas categorías mundiales ya damos un paso en el que hace falta una financiación, un entrenamiento y una dedicación. Lo tienes, lo consigues. No lo tienes, no lo consigues», asevera. De hecho, invita a los jóvenes a que se animen a adentrarse en un deporte en el que la emoción a raudales está asegurada. « Que se animen, que persigan su sueño. Si tienen el sueño de volar, pueden volar. Y si piensan o han soñado en hacer acrobacia que lo intenten . Que se acerquen a Casarrubios o al Aeroclub Barcelona-Sabadell. En Casarrubios, estamos nosotros en el hangar 36, en el cual desarrollamos nuestra actividad formativa y de club, donde pueden adquirir conocimientos con un mínimo coste, el necesario para hacerse socio de ese club», explica.

Aceleraciones sobrenaturales

En el vuelo acrobático, el matrimonio entre avión y piloto ha de ser lo más cercano y cuidado posible. El primero es la herramienta sin la cual el vuelo no es posible, pero «todo lo demás es el piloto» . «Mi avión se fabricó en el 1992. Probablemente es el más barato que puedas comprar de alta competición, pero cualquier piloto competente podría ganar el campeonato del mundo. Ahí es donde entra la valía del piloto y su preparación», desvela. Fantoba prepara a conciencia cada competición, consciente de que pone en juego su vida cada vez que comienza a rugir el motor. «Generalmente al año son cinco o seis campos de 10 días de entrenamiento, dependiendo del año. Conforme te vas haciendo mayor, tienes que ir entrenando más gradualmente para no hacerte daño . Ahora entreno tres semanas antes de las competiciones».

La constancia y el trabajo es el único camino factible para poder batirte en duelo con las nubes, realizando trayectorias inimaginables y luchando contra la fuerza de la gravedad. No existen atajos. ¿Qué se le pasa por la cabeza al campeón nacional cuando está su vida en vuelo? «Es trabajo. Tengo una figura, después otra... Tengo que saber en qué posición de caja estoy y qué puedo esperar después. No me dedico a otras cosas. No puedo tener momentos contemplativos ». Dentro de este deporte, la medida de referencia para poder hablar de las maniobras que se llevan a cabo son las fuerzas «G». ABC se subió al avión de Cástor Fantoba para comprobarlas de primera mano, llegando a experimentar una fuerza de 6 G. «Una aceleración te la podría dar en números o en veces iguales a la de la gravedad. Si suelto cualquier objeto, cae al suelo y la aceleración que hace que ese objeto caiga es la gravedad, que es equivalente a 1 G (9,8 metros/segundo al cuadrado). Si yo, en vez de estar simplemente con la fuerza de la gravedad, estoy haciendo un viraje muy cerrado o una curva muy cerrada en automovilismo notas que te vas hacia afuera. La fuerza o la aceleración con la que tú sales despedido del coche en ese momento la catalogamos en función de las veces que es multiplicando la fuerza G», esclarece.

Y prosigue con un ejemplo. «Si tú estás manteniendo un peso de 10 kilos y, estás en una centrifugadora, digamos a una fuerza de 2 G, estaría haciendo la fuerza para sujetar ese peso como si pesara 20 kilos, a 5 G, 50 kilos. Es un número para tener una idea de las fuerzas y aceleraciones estamos soportando en ese momento. Entonces nos referimos en cuántas veces la fuerza de la gravedad nos afecta». Es difícil trasladar a la práctica el ejemplo con el que Fantoba trata de dilucidar las sensaciones que se experimentan a bordo de un avión acrobático. A unas velocidades que llegan a los 400 kilómetros por hora mientras no hay tiempo siquiera de gozar el paisaje, solo la cúpula de la cabina impide el constreñimiento de los pómulos, la deformación completa del rostro y que, tras la salida del vehículo, el mejor recuerdo de tal atrevida empresa haya sido una aerofagia. Pero eso sí, «las vueltas dan mucha vida» , exclama Fantoba con una sonrisa que resulta ser crónica.

Embajador de la Marca España

Vivir del vuelo acrobático es una tarea pendiente cuya solución parece lejana. Pero el excelso nivel del navarro le permite obtener financiación a través de sus patrocinadores para poder centrarse únicamente en competir cada vez que emprende un viaje. El campeonato de Europa es su próximo objetivo después del verano, aunque su espina clavada es lograr el título planetario, que disputará en 2019. «Hay que ganar un Mundial» , se dice confiado pues nunca deja sus posibilidades en manos del azar. «Cuanto más entreno, más suerte tengo» , sentencia.

Uno de los factores por los que esta disciplina no goza del prestigio que otros deportes de motor ostentan es la falta de proyección mediática, pero Fantoba, lejos de culpar a las televisiones por ello, hace una sana autocrítica. « Hay que tener en cuenta que es un deporte muy técnico, es difícil de entender . Como miembro de la Federación Internacional reconozco que no hacemos que nuestro deporte sea fácil de entender. Es una disciplina compleja de explicar, el cómo hacer entender a la gente si lo emites por televisión por qué este piloto tiene un 7 y el otro un 7,5. No tenemos la tecnología y los medios porque no se está invirtiendo», apostilla.

Descenso en picado

Sin embargo, los extraordinarios logros de Fantoba se vieron recompensados en 2014, cuando le nombraron embajador de la Marca España por su labor de representación de nuestro país en el exterior a través del deporte. Un obsequio que ha recibido con la humildad que le caracteriza. «Para mí es un orgullo, que consideren que yo represento los valores de este país o alguien que puede enseñar fuera lo que es España me enorgullece mucho. Yo soy mucho más humilde que todo eso, creo que tengo muchos defectos e intento avanzar y pulirme, mejorar siempre », manifiesta. Además, curiosa es la manera en la que fue adulado con este reconocimiento. El piloto navarro se encontraba a días de empezar el Europeo de 2014 en Hungría. Fantoba, junto a su equipo, tienen la costumbre de visitar la delegación diplomática española en el país en el que van a volar y ponerse a su disposición para cualquier ayuda que pudieran prestar. El embajador José Ángel López Jorrín fue invitado a disfrutar la competición en directo. «Se quedó muy impresionado. Además es una persona muy activa y animosa por hacer cosas». A López Jorrín le pareció que daban una «imagen preciosa» de lo que es España en el exterior y apostó por el equipo nacional de vuelo acobático. Hasta hoy, cuya pasión le permite dar la vuelta al mundo, desafiando al viento, y proyectando los valores que le han permitido llegar la cima de este desconocido deporte. ¿Su futuro? Sigue en el aire .

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