MotoGP

El viaje de vuelta de Marc Márquez: «Sé olvidar las secuelas mentales»

Las reflexiones del campeón, que, tras dos años aciagos por las lesiones, se muda a Madrid para estar cerca de sus médicos y pelear por su noveno título

Marc Márquez, durante la entrevista ABC

Javier Asprón

Marc Márquez no ha perdido la sonrisa pese a vivir un calvario durante los dos últimos años. Tal vez le cuesta enseñarla más, pero no se acierta a adivinar si es por la amargura de este periodo gris o un efecto de la madurez. Acaba de soplar 29 velas, ve cerca ya el cambio de década y afronta el inicio del M undial de MotoGP como uno de los pilotos más veteranos, producto de ese cambio de generación constante que sostiene el campeonato de las dos ruedas.

En todo caso, el piloto catalán vive un momento vital importante. Parecen remitir, al fin, las molestias en el brazo derecho, el suplicio que le obligó a pasar por el quirófano en tres ocasiones tras romperse el húmero en julio de 2020. También ha desaparecido la diplopia que le golpeó en el invierno, un problema aún más grave porque ni los médicos sabían decirle si podría volver a subirse en una moto otra vez. La recuperación llegó justo a a tiempo de iniciar la temporada, casi un milagro. Su estado de forma está lejos de ser el ideal, pero las sensaciones al volver a vibrar encima del sillín de la Honda durante los últimos test en Indonesia le hacen ver el futuro con optimismo.

Tras dos temporadas sin opciones vuelve a verse con opciones de luchar por el Mundial, y para conseguirlo está dispuesto a todo, incluso abandonar su Cervera natal para vivir en Madrid, un cambio drástico en su modo de vida, pero que ve imprescindible para lograr su gran meta: «Es un sacrificio personal. En Cervera he vivido toda la vida con mi familia y mis amigos y lo tenía todo muy controlado», explica Márquez a ABC a pocos días de iniciar su décima temporada en MotoGP. «Es un cambio centrado en lo profesional. La última operación del brazo ya fue en Madrid, con el doctor Samuel Antuña. A través de él conocí a Ángel Ruiz Cotorro, médico de Nadal. De estas tres operaciones en el brazo me han quedado varias secuelas y quise ponerme en sus manos. Él tiene su equipo de confianza aquí, con un fisioterapeuta y un preparador físico, y al final estaba viniendo casi dos veces a la semana a Madrid, con el AVE para arriba y para abajo». Fueron esos constantes viajes en tren en donde empezó a rumiar la idea del traslado: «Comprendí que estar todo el año así, yendo y viniendo, me desgastaría demasiado, así que decidí dar el paso, centrarlo todo en la capital para mantener el cuerpo fresco y cuidar el brazo. Todo esto tiene un objetivo, que es luchar por el noveno Mundial. Con este cambio demuestro también que voy con todo. Es un esfuerzo en mi vida personal para que me ayude en lo profesional».

Del pueblo a la gran urbe

Es la primera vez que Márquez cambia su residencia. En 2014 se rumoreó con su marcha a Andorra , donde vive el grueso de la parrilla de MotoGP. Se publicó que era para pagar menos impuestos y obligó al piloto a dar una multitudinaria rueda de prensa en la que, entre lágrimas, explicó que solo iría allí en invierno, para entrenar, y que seguiría tributando en España. Así ha sido desde entonces. Cuatro años después, en 2018, anunció que se estaba construyendo una casa en los alrededores de Cervera para vivir solo.

La mudanza completa a Madrid se produjo la semana pasada. El viernes, 25 de febrero, dormía por primera vez en su nuevo hogar. Ha cambiado un pequeño pueblo de menos de diez mil habitantes por una gran urbe que concentra cerca de cinco millones de personas. Para hacer el cambio menos radical se ha instalado a las afueras, lejos del bullicio del centro y «de la mala vida», relata entre risas. Con él se han ido José Luis, su asistente personal y mejor amigo, y su hermano. «Cuando le conté a Álex mis planes no lo dudó ni un segundo. Me dijo, ‘¿qué harás tú en Madrid? ¡Yo me vengo contigo!’. Mi padre y mi madre también irán viniendo, aunque en el día a día les echaré de menos».

Asegura el ocho veces campeón del mundo que la decisión de trasladarse a la capital es un paso muy meditado, que le ha obligado a poner en valor todos los aspectos de su vida, a equilibrar pros y contras y ver cómo alteraría a su día a día: «Yo entreno mucho en moto, hago motocross, en el campo. Me gusta mucho, y si quieres ir rápido encima de una moto tienes que estar muchas horas subido encima de la moto. En Madrid, en un radio de cien kilómetros hay muchos circuitos para entrenar, los tengo localizados. Ya me he traído mis motos para seguir haciendo lo mismo que hacía allí». Más allá de en qué afecte a su trabajo, Márquez no cree que el cambio modifique demasiado sus hábitos: «Al final mi vida es simple. Es casa, entrenamiento, aeropuerto, circuito, aeropuerto y vuelta a casa».

«En el sofá de casa me dije que si iba a competir sin arriesgar, entonces no sería campeón»

Recupera la seriedad Márquez al referirse al cambio mental que le han provocado las lesiones, la incertidumbre de no saber qué pasaría con su carrera, el desgaste psíquico de meses y meses sin poder competir. «Secuelas mentales no me han quedado. Las sé olvidar. Pero sí me quedan experiencias. Yo era de los que había entregado mi cuerpo al deporte, y con esa idea iba a por todo. Pero si no cuidas tu cuerpo no puedes practicar tu deporte. Cuerpo solo hay uno, y si lo cuidas tendrás muchas carreras». Esta nueva perspectiva hará que se vea a un Marc Márquez distinto en las carreras. Una «evolución», según sus propias palabras. «Después de un mal momento, sales con ganas, pero las ganas no te tienen que poder, tienes que controlarlas, gestionarlas. Hasta 2019 me tocó vivir la mejor parte de este deporte que es ganar, los triunfos, las sonrisas, la fiesta y todo lo bonito. Desde entonces me ha tocado la peor parte, que son las lesiones, estar en casa, ver las carreras desde la tele. Parece que estamos saliendo de este bache tan grande, pero cuando estaba en el sofá de casa me dije que si iba a competir en todas las carreras sin arriesgar, entonces no sería campeón».

Márquez ponía ayer rumbo al primer gran premio de la temporada en Catar «con mariposas en el estómago». Casi como si fuera la primera vez. Y en cierto modo, lo es. Después de dos años de destierro, obligado a entregar su reinado, regresa con más ganas que nunca: «Creo que ahora voy a disfrutar mucho más los buenos momentos. Ya lo hacía, eh. Pero creo que ahora todavía más. Los malos llegan cuando menos te lo esperas».

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