Dopaje

SARM, las gotas del dopaje que envenenan el deporte

La utilización de estos productos químicos que se toman por vía oral y no requieren inyección inquieta a las autoridades antidopaje

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Los habituales de las crónicas de sucesos en el deporte pueden empezar a modificar las siglas y las denominaciones que han provocado episodios de vergüenza. La EPO, el estazonol, la nandrolona, la testosterona, la corticotropina o la hormona del crecimiento movieron los mundos subterráneos del dopaje durante décadas y nadie pondría la mano en el fuego para apostar que han pasado a mejor vida. Llegó luego la explosión de los péptidos, dopaje de nueva generación, productos todo en uno que sirven para reducir la grasa corporal, aumentar la masa muscular y acelerar la recuperación de las lesiones. Siempre el ladrón por delante de la policía. Y entre las autoridades que luchan contra esta lacra se ha abierto desde hace tiempo una nueva vía de investigación y seguimiento que responde a un acrónimo inquietante, SARM.

Los SARM (del inglés selective androgen receptor modulators) son moduladores selectivos de andrógenos. Sustancias con una capacidad selectiva muy concreta, capaces de estimular la parte del organismo deseada, ya sean los músculos, los huesos o la grasa corporal. A diferencia de los esteroides usuales, que se unen a los receptores de andrógenos en muchos tejidos de todo el cuerpo, los SARM se unen selectivamente a los receptores de andrógenos en ciertos tejidos, pero no en otros.

Este veneno para el deporte lleva tiempo funcionando en los laboratorios de experimentación, sin que haya dado el salto a las agencias internacionales del medicamento. Los expertos consultados por ABC consideran que en España no serán aprobados por la Agencia del Medicamento , como tampoco lo fue el Meldonium, el producto con el que dio positivo la tenista Maria Sharapova.

Los SARM aumentan la masa muscular, la masa ósea y disminuyen el sobrepeso, con la ventaja de que no inhiben la producción natural de testosterona y en teoría no generan daño al riñón, a diferencia de los anabolizantes tradicionales. Según los mercaderes del dopaje, los SARM no castigan el organismo con efectos secundarios y tanta severidad como lo hacen los anabolizantes tradicionales, a saber: el aumento de las glándulas mamarias, la atrofia testicular, las afecciones hepáticas o síntomas de menor grado, como la aceleración de la calvicie o el acné.

Las autoridades antidopaje en España han detectado un incremento de la actividad respecto a estos medicamentos, pero con un detalle que los convierte en potencialmente más peligrosos. No necesitan una inyección. Se administran por vía oral en pastillas o goteros, con lo cual se suprime la aprensión, los escrúpulos o los miramientos respecto a los pinchazos en el músculo o la vena de tantos desaprensivos dispuestos a recurrir al dopaje con tal de mejorar su rendimiento.

Según las voces autorizadas consultadas por ABC, existe un riesgo notable en la dinamización de los SARM como método de dopaje. Según dicen, los efectos secundarios sí son notables, casi los mismos que los anabolizantes clásicos, ya que las dosis que se consumen son mucho mayores que las terapéuticas indicadas para el medicamento.

Según la literatura médica publicada (por ejemplo en la Agencia Americana Antidopaje –USADA–, la que acabó con el mito de Armstrong ), cualquiera de los SARM existentes (los hay de todo tipo, también inocuos para ponerse moreno o para evitar la caída del pelo) sería muy útil para estimular el crecimiento de tejidos específicos, como músculos y huesos, y evitar efectos secundarios no deseados en otros tejidos, como el hígado o la piel.

Tratamiento clínico

Los SARM se están evaluando como un tratamiento clínico para la atrofia muscular causada por enfermedades como la osteoporosis, el cáncer, la insuficiencia cardíaca, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la enfermedad hepática en etapa terminal, la enfermedad renal en etapa terminal y el virus que causa el SIDA.

Todos los receptores de andrógenos están prohibidos para el deporte por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) en la categoría ‘Otros agentes anabólicos’. Y ejemplos cada vez hay más. La Ostarina (también conocida como MK-2866), la andarina, el ligandrol (LGD-4033) , y productos de secuencias numéricas TT-701, RAD104, GW1516… Y así sucesivamente una ingente cantidad de medicamentos circulando ilegalmente por internet en suplementos dietéticos o como productos químicos en fase de investigación.

Actualmente, existen más de 120 sustancias incluidas en la lista de alto riesgo que contienen SARM y que podrían presentar riesgos significativos para la salud de los atletas o causar un positivo en un control antidopaje.

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