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Disputadas 23 horas, a falta de 60 minutos, Pechito López rozó un obstáculo y pinchó el Toyota 7. Alonso lo vio al instante mientras tomaba un refrigerio en el pabellón de Toyota junto a su madre, Ana, y su novia, Linda Morselli. Dejó de comer y advirtió que «ese coche va muy lento». Su alerta activó a la mitad del campamento de Toyota, mientras Pechito avanzaba pesaroso y lento, la rueda pinchada, hacia el garaje. En realidad, en Toyota se habían equivocado de neumático y por una información de un sensor, le habían sustituido la rueda que no era.

Termina el suplicio mental y físico de las 24 Horas de Le Mans y Fernando Alonso cruza la pista con una cámara «go pro» que le ayudará a editar el documental para Netflix que está realizando sobre su vida y milagros. Corre por el asfalto y se sube un muro donde los aficionados españoles hacen piña. Saluda y graba al tiempo. Se recoge hacia el garaje y con el suizo Sebastien Buemi espera al japonés Nakajima, que ha realizado el último relevo vencedor. Al grupo se unen pesarosos los miembros del Toyota 7, que han perdido la carrer que nunca ganaron. «Odio Le Mans, no me gusta », suelta Kobayashi. Los vencedores consuelan a Pechito López, el argentino que conducía el coche cuando sufrió el pinchazo. Alonso sube al podio con sus compañeros, escucha solemne himno japonés y pide un aplauso para los del coche 7.

Hace 23 años que Alonso conquistó su primer mundial. Fue el campeonato de karts, con quince primaveras y ya media vida conduciendo pequeños artilugios. Se inventó un deporte para el público español y ganó, quién no lo recuerda, dos títulos de Fórmula 1 conRenault (2005 y 2006). Subió a un país a sus coches y la fortuna no siempre le favoreció. Tampoco las elecciones que, como todas, unas salen y otras no. «Estoy en el sitio adecuado en el momento adecuado. Otras veces, en Fórmula 1, estuve en el lugar equivocado. El deporte es esto, unas veces ganando, otras sufriendo», admitió.

Mientras se despedía de la Fórmula 1 el curso pasado, se inventó otra motivación: ganar Le Mans, la llamada triple corona (que incluye las 500 Millas de Indianápolis no consumadas), el Mundial de Resistencia. En un domingo dulce, el asturiano se lo llevó todo. «Desde 1996 (su primer mundial de karts ) al 2019 han pasado unos cuantos años, es el cuarto Mundial FIA que tengo y no lo esperaba», confesó.

Lo benefició la suerte, un pinchazo de su adversario, el mundo al revés porque en los últimos tiempos de la F1 la fortuna le fue adversa. «El coche 7 fue mejor y seguramente no nos merecimos ganar en la pista. La suerte hoy jugó un papel y nos ayudó a la victoria. Otras veces nos quitó un Mundial de F1».

Alonso realizará un paréntesis en el WEC en 2020, no correrá con Toyota ni con nadie (su sustituto será Hartley), pero asegura que quiere volver en 2021 o en 2022. A Le Mans y al WEC. Entre tanto, tiene al Dakar en su agenda y, si se abre una puerta, un eventual regreso a la F1.

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