Iván Pastor sujeta la vela de Windsurf
Iván Pastor sujeta la vela de Windsurf - Juan Carlos Soler
Después de Río

Iván Pastor: «De niño lloraba porque no podía levantar la vela»

El alicantino sigue adelante, pero sin pensar en Tokio. Quiere disfrutar del camino y poner las bases de su futuro

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Cuando volvió de los Juegos de Río, a Iván Pastor (Alicante, 1980) le costó desconectar. Llevaba tantos meses preparando la cita olímpica, que a su regreso a Santa Pola estuvo una semana entrenándose casi por afición. «Habrá gente que piense que estoy loco, pero los deportistas que me lean estoy seguro de que me entenderán», reconoce jocoso el windsurfista que en Río se quedó de nuevo a las puertas del diploma. Ese mazazo inicial ha dejado sitio a la ilusión con el paso de los días y, aunque Tokio 2020 queda lejos, Pastor tiene claro que le queda cuerda para rato.

«Voy a seguir. Eso lo tengo claro, pero quiero ir poco a poco. Año a año. Quiero ir al Mundial de Tokio en 2017 -que será en el mismo escenario donde se celebrarán los Juegos tres años más tarde- y después ya valorar», asume el deportista.

Para que el camino no se haga tan largo, Pastor quiere cambiar sus rutinas. Después de años viajando por todo el planeta para entrenarse con los mejores del mundo, el alicantino quiere convertir Santa Pola en el epicentro del windsurf olímpico. «Antes me pegaba temporadas de tres y cuatro meses fuera de casa y eso es mucho tiempo. Vuelves a casa y no sabes ni donde vives. Por eso, una de las ideas que tengo es poder traer aquí a esos deportistas punteros para que se entrenen en Santa Pola. Todos los que vienen quedan encantados con este mar tan bonito que tenemos y con el clima. Es un sitio casi único y me encantaría convertirlo en un centro de entrenamiento», apunta el español, que a sus 36 años mira hacia el futuro con otros ojos. «Quiero prestarle más atención a las nuevas generaciones. A esos jóvenes que apuntan alto y a los niños que se empiezan a aficionar. Siento que tengo que ayudar y devolver un poquito de lo que he recibido estos años», asume.

En Río, Pastor disputó sus cuartos Juegos Olímpicos. Allí llegaba con la esperanza de luchar con los mejores tras unos meses de sacrificio muy complicados. «Este último año fue muy duro para mí. Tuve poco tiempo para descansar después de haber logrado la plaza olímpica en diciembre y ya todo fue a contrarreloj. Todo se hizo más cuesta arriba y creo que me faltó saber descansar bien», confiesa a ABC tras haber analizado su paso por Río durante las vacaciones.

Planificar el futuro

Porque a pesar de que le costó dejar a un lado los entrenamientos tras volver de los Juegos, Pastor ha logrado desconectar. «He intentado sentir que estaba de vacaciones, que no es fácil. Regresas de Río con muchas emociones y es una mezcla difícil de asimilar. He pasado mucho tiempo con mi familia y amigos sin hacer nada especial más allá de estar con ellos, que es algo de lo que no puedo disfrutar cuando estoy entrenándome. Intentas olvidarte del mar, pero la cabeza al final no te deja y te pones a planificar el futuro», señala.

Para construirlo, el deportista tiene claro que es muy importante contar con iniciativas como el proyecto FER, que desde hace unos años forma parte de su círculo de apoyos. «Para mí es superimportante. Es un proyecto con el que soñaba desde hace quince años y que ojalá hubiera aparecido antes. Al menos, tengo la suerte de poder disfrutarlo en la parte final de mi carrera y espero que continúe muchos años más porque es una forma de crear campeones», señala el alicantino, que se aficionó al windsurf por culpa de su padre cuando era un niño.

Inicios complicados

«Esos inicios fueron complicados. Mi padre practicaba este deporte y al principio tenía que tirar de mí para que le acompañara a las competiciones. De niño, con seis años, lloraba porque no tenía fuerza para levantar la vela. Luego eso cambió y con ocho años era yo el que más disfrutaba con cada regata y cuando me apasioné para siempre con este deporte», recuerda.

Desde entonces, Pastor ha tenido tiempo de disputar cuatro Juegos Olímpicos -no falla a la cita desde Atenas 2004- y apunta hacia Tokio 2020. «Me he dado cuenta de que los cuatro años de la olimpiada pasan rápido, pero aún así me lo tomo con calma. Lo único que quiero es seguir siendo competitivo y disfrutar. Si eso se mantiene, supongo que llegaré con ganas hasta la cita de Japón», señala. Un horizonte lejano que se acerca a toda prisa y que Iván Pastor quiere preparar con más mimo que nunca. Cuidando cada detalle para derribar por fin la barrera del diploma. Sin límites. Sin miedo a soñar.

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