Golf

Explosión del golf latino en el circuito americano

Los golfistas españoles, mexicanos, argentinos, chilenos, venezolanos y colombianos provocan una explosión hispana de éxitos en el PGA

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Cada vez quedan más lejanos aquellos años en los que, a causa del proteccionismo feroz del Circuito Americano, a los extranjeros apenas se les permitía jugar en sus torneos. Y como consecuencia, que a los que por sus indudables méritos se les ofrecía una invitación para hacerlo, luego sufrían un vacío por parte de sus colegas que les llevaba a sufrir un calvario en su periplo. De hecho, estrellas europeas como Severiano Ballesteros tuvieron que escuchar frases ofensivas respecto a que solo viajaban a Estados Unidos para quitarles el dinero a los golfistas estadounidenses.

Hoy en día la mentalidad ha cambiado. Gracias a las batallas emprendidas por el cántabro, que les obligaron a cambiar las normas y a aceptar a los triunfadores del viejo continente en su propio suelo, el PGA Tour es un gran conglomerado multicultural en el que destacan deportistas de los cinco continentes. Y, entre los grupos existentes, emergen cada vez en mayor medida los hispanos. Con el español como lengua vehicular, el grupo compuesto por españoles, mexicanos, venezolanos, chilenos, colombianos o argentinos se hace sentir todas las semanas no solo por su expresividad y alegría fuera del campo, sino también por sus buenos resultados.

«Los latinos formamos una gran familia y eso lo noté mucho en Los Ángeles el pasado domingo, su apoyo fue increíble», comentó Joaquín Niemann (23 años) después de su victoria en el Genesis Open con el mismísimo Tiger Woods de espectador de excepción. «Pasamos juntos treinta semanas al año y nos divertimos todo lo que podemos: salimos a cenar, nos entrenamos juntos y tenemos una gran relación. Por eso cada victoria de alguno de nosotros la celebramos como si fuera propia», explicó el chileno. Y no le faltaba razón. El resto de los hispanohablantes le esperaban al pie del hoyo 18 de Riviera para festejar con él el triunfo número 41 del grupo en el circuito, el segundo de su cuenta particular después del logrado en 2019 (Greenbeer).

A las nacionalidades hispanoamericanas mencionadas se les suma, por supuesto, la española. Bajo el manto de Sergio García y Jon Rahm el resto de sus compañeros se encuentra de lo más cómodo. Sobre todo cuando ven que les tratan como amigos, que comparten sus anhelos y les ayudan a conseguirlos. De hecho, el castellonense es el mentor de varios de ellos al compartir agente y preparación con Niemann y los hermanos Ortiz, destacadas figuras de Jalisco.

Por su lado, el vasco nunca ha renegado de sus orígenes culturales. «Me encanta hablar en español y compartir mi tiempo con todos ellos. Es muy agradable pasar tantas semanas viajando con gente que tiene tus mismas raíces y costumbres, pues te hace sentir como en casa», indicó el número uno del mundo.

Esta explosión del ‘golf con ñ’ no es casual, ni mucho menos. Después de las épocas históricas del argentino Roberto de Vicenzo (5 títulos de 1957 a 1968) y del puertorriqueño Chi-Chi Rodríguez (8 entre 1963 y 1979), el austral Ángel Cabrera pudo haber hecho historia de no faltarle continuidad en sus tres éxitos este siglo (2007 a 2014); pero su habilidad en los majors (ganó el Open USA y el Masters) se vio oscurecida por su mala cabeza. Y tuvo que ser el colombiano Camilo Villegas (4 logros entre 2004 y 2010) el que tomara el liderazgo iberoamericano en esa primera década.

Talento individual

A partir de entonces, las alegrías fueron cayendo por su propio peso por una doble vía: el talento individual y el apoyo del PGA Tour. El talento individual no dejó de florecer cuando se necesitaba y eso llevó a Jhonattan Vegas (37) a ganar tres veces entre 2011 y 2017. Y, aunque a él le dé cierto reparo reconocerlo, a servir de ejemplo para los que han ido llegando detrás. «No me considero un modelo para el resto de mis compañeros por el hecho de ser un poco mayor -señala el venezolano a ABC- porque aquí no hay líderes ni nada por el estilo; puede que yo destacara un poco antes y que eso haya podido inspirar a los más jóvenes, pero no me siento más importante. Somos como una familia, todos iguales».

Aparte de esa influencia personal, la decisión del Circuito de crear el PGA Tour Latinoamérica supuso el paso decisivo para que los golfistas de los distintos países americanos alcanzasen el nivel necesario para competir al máximo nivel. De ahí los mejores pasarían a la segunda división (Korn Ferry Tour) y, los más dotados, como el chileno Mito Pereira, a la primera.

Aunque históricamente Argentina es el país con más trofeos (14), ahora ha cedido el protagonismo a otros. Desde el Safeway Open de Emiliano Grillo en 2015 los albiazules no han vuelto a destacar y en los últimos años las naciones más destacadas están siendo México ( Carlos Ortiz en Houston 20 y Abraham Ancer en el Bridgestone 21) ; Colombia (Sebastián Muñoz en el Sanderson 19) y Chile (Niemann en Greenbier 19 y Genesis 22). Todo esto le lleva al propio Ancer (30) a reivindicar el carácter multinacional del grupo, lejos de la pertenencia a determinadas banderas. «Estoy bastante contento y emocionado de ser parte de un grupo de jugadores que estamos ahí echándole bastantes ganas para poner en alto el nombre de Latinoamérica» señaló. Evidentemente, el apoyo entre ellos es fundamental porque el objetivo es común para todos. «Cada vez somos más los que vamos poco a poco tratando de hacer crecer el deporte en nuestros países, pero no como una obligación o fuente de presión; solo es motivo de alegría».

Precisamente la victoria del azteca del año pasado en el Mundial Bridgestone fue la más importante de un hispanoamericano desde el Masters logrado por Cabrera una década atrás, lo que le supuso un orgullo especial. «La campaña anterior fue un sueño para mí, tanto por ganar en un campo que me encanta y en una semana inolvidable, como porque venía de representar a mi país en los Juegos Olímpicos y estaba a tope de motivación».

Esa sensación de estar en los cielos es la que sintieron los numerosos aficionados que la pasada semana desplegaron sus enseñas en el mítico recorrido de Pacific Palisades. «Había multitud de latinos por todas partes , podía sentirlos en cada golpe que daba. Era consciente de su apoyo y les veía disfrutar con mi juego. Sabía que tenía que ganar por ellos. Fue un triunfo para todo mi país y todo el continente», rememoró Joaquín. La gran familia, más unida que nunca.

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