España y la fórmula mágica

Túnez, Argentina, Macedonia, Qatar, Chile, Egipto y España comparten en el Mundial de Alemania y Dinamarca un elemento común: entrenadores españoles. A pesar de las diferencias de cada país, todas estas selecciones buscan esa fórmula mágica que ha impulsado, y mantenido, al balonmano nacional siempre en lo más alto.

La base, en teoría, parece simple: « Que predomine el colectivo sobre las individualidades », explica a ABC César Montes, entrenador del Balonmano Guadalajara. Y así lo desarrolla: «El equipo español es propiamente dicho un equipo, formado por grandes jugadores, donde ninguno destaca por encima de todo y donde todos se ayudan, se apoyan y son conscientes de que el de al lado es necesario para conseguir el éxito . También es clave que siempre hemos tenido muy buenos porteros y que la defensa sabe que tiene que ser solidaria, inteligente, donde predomina la disuasión, la anticipación. Eso te permite robar balones, marcar a contragolpe, sin necesitar la superioridad física». El origen de este método de jugar parte de una carencia: la debilidad física. «España tiene una cualidad antropométrica limitada. Permite desde los alevines un juego dinámico que da un resultado extraordinario, pero con un déficit de lanzamiento a distancia», analiza Juan de Dios Román, uno de los impulsores de esta forma de trabajar. «Más que una filosofía es una escuela -incide Montes-, y se puede ganar o no, pero saca más rendimiento de todos los jugadores ».

A lo largo de la historia, esta escuela ha mantenido la base, aunque se ha nutrido de los matices de todos los seleccionadores que han pasado por su banquillo: Bárcenas, Román, Argilés, Pastor, Rivera, Cadenas, Ribera... Pero no es tan sencillo exportarla. «En España se ha implantado desde la base. Los jugadores, desde pequeños, trabajan esta concepción del juego. Ahora, implantar una metodología nueva en Túnez es muy complicado . El entrenador, al final, lo intenta adaptar a lo que tiene. Hay una parte cultural que no se puede variar. Pero si se les da tiempo y medios...», continúa Montes.

Con tiempo y medios, muchos medios, consiguió Valero Rivera llevar a Qatar a la final de su Mundial en 2015. «Cuando Ribera estuvo en Brasil o ahora Cadenas en Argentina, ayudó a desatascar el balonmano en esos países con los pocos recursos que tuvieron. Lo que sí logran es hacerlos evolucionar, mejorar y que los jugadores crean en lo que están haciendo». Es lo que intentan Toni Gerona en Túnez, David Davis en Egipto, Mateo Garralda en Chile, los citados Rivera y Cadenas y también Raúl González en Macedonia, rival hoy de la selección española.

Sin embargo, esta fórmula mágica que ha permitido dos títulos mundiales, uno europeo, tres bronces olímpicos y muchos otros podios siempre está en evolución, por mínimos que sean los detalles, para evitar que sea copiada. «Llevamos 30 años o más en los que la escuela de entrenadores es, posiblemente, la mejor del mundo. Con una red de observadores y centros de tecnificación para cazar el talento y formarlo para dar continuidad». Así se encontraron a los Ferrán Solé, Aleix Gómez o Rodrigo Corrales , garantías de que la fórmula no se extingue. ¿Veremos a un español en el banquillo de Francia o Alemania? «Es más complicado porque tienen un estilo muy definido, mucho más físico, muy diferente a lo que buscamos los españoles. Aunque Didier Dinart -seleccionador francés- aprendió mucho de Talant Dujshebaev y Raúl González en Ciudad Real. Y Alemania, en el Europeo 2016, donde ganó a España, jugó con un método más disciplinado del habitual. Quién sabe si necesitarán explotar en unos años el colectivo sobre el individuo», observa Montes.