Natación

La emotiva historia de Olena, la ucraniana parapléjica acogida por Teresa Perales en España

La nadadora aragonesa, la más laureada del deporte paralímpico nacional, ha podido abrazar al fin a su amiga cuya huida de su país es un ejemplo de valentía y coraje

Olena y Teresa Perales posan ya en casa de la nadadora española
Emilio V. Escudero

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La invasión de Ucrania está dejando imágenes desoladoras, con millones de personas huyendo de las bombas en un ejercicio de supervivencia que no se veía en Europa desde hace décadas. Se entrelazan las historias emotivas y entre ellas surge la protagonizada por las deportistas paralímpicas Teresa Perales y Olena Akopyan , unidas por la natación desde hace años y a las que la guerra ha juntado en España.

Ha sido la aragonesa, Premio Princesa de Asturias del Deporte , la que ha hecho pública la odisea de su amiga Olena, parapléjica y madre de dos niños, cuyo viaje para sobrevivir a la invasión rusa le obligó a conducir durante tres días casi sin dormir hasta llegar a Zaragoza, donde Perales esperaba con los brazos abiertos.

«Desde el segundo día de invasión, Olena y yo estuvimos en contacto y desde ese momento empezamos a organizar cómo traer a su familia a España. Después de días de incertidumbre y de mucho miedo por sus vidas, Olena y sus hijos, ya están conmigo . Agotados, pero a salvo», explicaba la deportista en sus redes sociales.

Olena y Teresa, en una competición de hace dos décadas

En el mensaje, Teresa detallaba el periplo de Olena, residente en la ciudad de Brovary -a 20 kilómetros de Kiev-, que en cuanto vio caer las primeras bombas cogió lo que pudo y salió de casa rumbo al oeste, aun centro paralímpico de rehabilitación en Lviv Oblast al que llegó después de conducir durante 27 horas . «Llegó allí con un pie roto, junto a sus mellizos de 11 años y sus gatos. Un auténtico ejemplo de valentía y de voluntad sobrehumana», explica Perales, feliz de haberse podido reencontrar con su amiga, a la que dará cobijo durante el tiempo que sea necesario.

En ese centro de rehabilitación estuvieron Olena y su familia durante diez días junto a decenas de personas más. Un refugio temporal que se acabó para ella cuando las bombas empezaron a caer de nuevo tan cerca que le hicieron salir de nuevo huyendo. Realizó entonces un viaje de 2.700 kilómetros hasta Zaragoza, sin dejar de conducir y durmiendo la primera noche en el coche, puesto que no había ningún hotel disponible . Tres días de carretera hasta llegar a Zaragoza, donde esperaban los brazos amigos de Perales, su particular ángel de la guarda.

«Es una una guerra, una invasión sin sentido, que nos tiene el corazón encogido. Millones de vidas que han cambiado para siempre. Mucha gente, como ellos, necesita nuestra ayuda. Abramos nuestras casas y nuestros corazones. Colaboremos con las organizaciones que trabajan allí. Nos necesitan», señalaba la nadadora, cuyo objetivo con este mensaje es mentalizar al resto de la sociedad de la importancia de abrir los brazos y de colaborar en la medida de lo posible para sofocar un drama que no parece tener fin.

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