PGA Championship

El doble reto de Jon Rahm

Desde hoy, persigue en el PGA su primer grande y, de paso, recuperar el número uno del mundo

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El primer major de 2020 llega en agosto, así están las cosas en el golf, un deporte especialmente castigado por el coronavirus, pero que se las ha ingeniado para que el curso no quede desierto. En San Francisco, con un clima más propio de Bilbao que de momento obliga a taparse, empieza hoy el PGA Championship , un grande imprevisible y más en estas circunstancias tan atípicas. Los nombres de favoritos son los de siempre, eso no cambia, y ahí en el pelotón de los candidatos está Jon Rahm , que persigue un doble objetivo en el TPC Harding Park: busca su primer gran salmón y, de paso, recuperar el número uno , que le duró poquísimo ya que se lo arrebató en cuestión de días Justin Thomas. Así de apretadas están las cosas.

Rahm, portada y hombre noticia por ese ascenso al paraíso de hace un par de semanas, encargado de que el golf reverdezca en los medios españoles, busca en suelo californiano estrenar su palmarés en los grandes. De por sí está llamado a los días gordos, pero es cierto que nunca ha estado en situación muy real de competir un domingo por el cielo , aunque ha asomado ya con frecuencia por la parte noble y está empeñado en saciar ese deseo. Ya se ha puesto el maillot amarillo, sabe lo que se siente siendo el mejor, pero insiste una y otra vez en que prefiere mil veces antes ganar algo importante, importante de verdad, que volver a ser el uno del mundo. «Eso sí, si ganas grandes seguramente llegarás a número uno», bromea el vasco.

Paradójicamente, Rahm cazó el liderato del planeta golf sin estar en su mejor momento . Jugó un torneazo en el Memorial y ese premio le catapultó, pero en los eventos previos y en el posterior no estuvo muy acertado. De ahí que acuda a San Francisco con ciertas dudas, más preocupado con su nivel que con la pérdida del liderato. «El domingo estaba más enfadado por haber jugado tan mal que por perder el número 1. Lo perdí yo porque jugué mal. Para llegar a él hay que ganar y jugar bien y ojalá lo vuelva a conseguir otra vez. Pero esta semana la prioridad es ganar un grande», recuerda, valiente a la hora de marcarse retos.

Inquieto con su juego

Hay, sin embargo, un aspecto que le quita el sueño al español desde hace días: su swing le tiene mosqueado y, siendo bastante sólido y regular como es, ha perdido esa consistencia. «Necesito encontrar de nuevo esa buena sensación. Han sido cinco semanas malas de las últimas seis. No recuerdo algo así en mi carrera. En el Memorial jugué muy bien y salió todo perfecto, pero el resto de torneos no he estado a gusto y me incomoda porque yo le doy mucho valor a la solidez. Una de las cosas de las que estoy más orgulloso es de mi consistencia y últimamente no la tengo», lamenta. Cabe la opción de que la pomposidad de ese número uno le descentrara , pero Rahm descarta esa hipótesis. «Aún es pronto y no sé si todavía tengo procesado todo lo que pasó la semana pasada. En cualquier caso, creo que no es algo que me afectara mentalmente, no creo que hubiera diferencia por ser número uno. Simplemente, estuve tan mal con el swing que no tuve tiempo de pensar en otras cosas», expone.

Ahora sí le da para pensar en que esta semana asume un reto estupendo y complicadísimo. Además, en las 101 ediciones anteriores del PGA Championship solo hubo seis alegrías europeas , una estadística que viene a confirmar el dominio de los jugadores locales en los campos norteamericanos. Rahm, en cualquier caso, creció en campos como ese, así que algo tiene ganado. «El PGA y el US Open son de un golf más americano que no vemos hasta que se viene aquí. Al vivir y pasar más tiempo aquí puede que yo sea el siguiente. Sería increíble ganar uno de estos grandes. En el British jugamos mucho de pequeños con la selecciones en las islas y vas mejorando . Y el Masters es universal y lo puede ganar un jugador de cualquier lugar», desvela.

Justin Thomas, Tiger Woods, Koepka (ganador de las dos últimas ediciones), McIlroy, DeChambeau ... Todos persiguen el primer major de la era del coronavirus, un torneo que se jugará sin público y en un campo en donde coger la calle es una aventura.

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