Artes Marciales Mixtas (MMA)

Conor McGregor: el fontanero que vivía de las ayudas del Estado y terminó liderando la lista Forbes del deporte

La superestrella irlandesa, excampeón de UFC en dos divisiones, ingresó el pasado año 180 millones de dólares, por delante de Leo Messi (130), Cristiano Ronaldo (120), el 'quarterback' Dak Presscott (107,5) y LeBron James (96,5)

El luchador irlandés Conor McGregor, escoltado por su representante, Audie Attar Reuters
Álvaro G. Colmenero

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Hay personas que más que abrir las puertas que ofrece la vida, las derrumban. Que entran sin llamar. Con empuje y una innata autoestima. Uno de estos seres descritos es Conor McGregor , la superestrella de las artes marciales mixtas (MMA) que, en apenas una década, ha pasado de ser un humilde fontanero que vivía de las ayudas del Estado en Irlanda a liderar la lista Forbes como el deportista mejor pagado del mundo, por delante de Leo Messi o Cristiano Ronaldo.

Lo cierto es que las artes marciales mixtas son, desde el inicio de este siglo, el deporte que más crecimiento ha experimentado, especialmente en los últimos años. Gran parte de culpa la tiene el luchador irlandés, convertido en un fenómeno social gracias a su capacidad para noquear a sus rivales y a su inagotable carisma, arrastrando a un país que se desvive por él. Durante el periodo de doce meses que finalizó el pasado 1 de mayo de 2021, McGregor ganó la friolera de 180 millones de dólares , una cifra que incluye 158 millones en patrocinios y la venta de la participación mayoritaria de su marca de güisqui, Proper Twelve, según precisó Forbes.

Para poner en contexto la hazaña de este luchador, hay que tener en cuenta que está situado en la lista por encima de iconos del deporte como Leo Messi (130 millones de dólares), Cristiano Ronaldo (120), el 'quarterback' Dak Presscott (107,5) o la estrella de la NBA LeBron James (96,5). De hecho, la entidad organizadora de esta clasificación explicó que sus cifras de ganancias en el campo incluyen todos los premios, salarios y bonificaciones obtenidos durante el citado periodo de doce meses, mientras que las ganancias fuera del campo responden a una estimación de los acuerdos de patrocinio, las tarifas de aparición y los ingresos por licencias.

Pero, ¿cómo es posible que en menos de diez años un fontanero se convierta en la superestrella del deporte mundial? Hoy en día, McGregor, el luchador de 33 años, es todavía un portento físico dentro de sus 175 centímetros, pero no siempre fue así. En su etapa adolescente, era un tipo pequeño y delgado, el blanco perfecto para los abusones del instituto donde estudiaba, en un modesto barrio de Dublín. Un día decidió que ese abuso escolar tenía fecha de caducidad y se introdujo en un gimnasio para aprender artes marciales mixtas como método de defensa personal y, sobre todo, como forma de escape mental ante las continuas burlas de sus compañeros. Una llama acababa de encenderse .

La familia de McGregor nunca fue de grandes lujos. La necesidad de dinero apremiaba. Por ello, el luchador irlandés dejó los estudios y comenzó a aprender el oficio de su padre: la fontanería . Estuvo años trabajando duramente, arreglando las tuberías, las bajantes o la faena que tocara ese día. Pero él, en su interior, sabía que sus derroteros debían de ser otros. Siguió entrenando. Pelea tras pelea. Con convicción. «Mi sueño siempre fue ser el campeón del mundo de las artes marciales mixtas», ha dicho en alguna ocasión. En el anonimato se estaba forjando una estrella, mientras malvivía con el apoyo económico de su novia por entonces y actual mujer, Dee Devlin, y las ayudas que recibía del Estado irlandés.

Conor McGregor, durante un combate de UFC en Las Vegas AFP

A los 20 años debutó profesionalmente en MMA contra un compatriota suyo, Gary Morris, al que noqueó en el segundo asalto. Comenzaba la aventura hacia la cima y ya no había forma de desistir en el intento. Así se sucedieron los combates uno tras otro, llegando a proclamarse campeón en dos divisiones diferentes de Cage Warriors , la liga británica por excelencia. Y así fue como llegó a la Ultimate Fighting Championship ( UFC ), donde gracias a su capacidad para hablar y venderse y, por supuesto, para aplastar con sus manos a sus rivales, logró hacerse con los títulos del peso pluma y del peso ligero de forma simultánea .

Ya en esa etapa en UFC, los ceros de sus cuentas corrientes se dispararon. Cientos de patrocinadores salieron al paso de la superestrella irlandesa. Lejos quedaron aquellos momentos de penurias donde no le llegaban las cuentas para llevar seriamente una nutrición propia de los deportistas de élite. Además, para aprovechar su imagen en ascenso, McGregor creó junto a su manager, Audie Attar, su propia marca de güisqui, vendida ahora por cientos de millones de dólares . Y esto no termina aquí; los negocios del irlandés continúan en ascenso, por lo que no sería de extrañar que durante los próximos años continúe copando las primeras posiciones. Sus más de 42 millones de seguidores en Instagram son una fábrica constante de billetes que el luchador de UFC sabe perfectamente capitalizar. Hay McGregor para rato. Y billetes también.

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