Boxeo

Canelo Álvarez vence a Golovkin y logra la supremacía en los pesos medianos

El púgil mexicano se impuso por decisión mayoritaria (114-114, 115-113 y 115-113) al invicto kazajo y se corona como nuevo campeón mundial WBC y WBA

Álvaro G. Colmenero

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Todas las miradas estaban puestas en el T-Mobile de Las Vegas, en el que ha sido considerado el combate del año en el mundo de las dieciséis cuerdas. Y no defraudó. El boxeador mexicano Canelo Álvarez consiguió romper la igualdad con el kazajo Gennady Golovkin «GGG» –en el primer combate el resultado fue de un nulo– al vencer por decisión mayoritaria (114-114, 115-113 y 115-113) y coronarse como nuevo campeón mundial WBC y WBA, logrando la supremacía en el peso medio.

El ambiente era inmejorable en «la ciudad del pecado». Con el estadio a rebosar, emprendió primero el camino hacia el cuadrilátero Golovkin, algo inusual para alguien que está imbatido y defiende el cinturón. Al púgil kazajo no le importaba esperar unos minutos para destrozarle el rostro a su oponente. Canelo salió más tarde, a paso lento, como cocinando una victoria, que llegó tras 36 minutos de lucha encarnizada. En ese instante sonaba el «México lindo y querido». El estadio gritaba en tricolor . Daba comienzo el combate más esperado.

En el primer asalto Golovkin buscaba el centro del ring, pero Canelo soltaba la izquierda curvada y el «jab» para percutir al kazajo, como avisando de la dinamita que yacía en sus nudillos. Los golpes del mexicano tenían un timbre más alto en esta melodía marcial. La segunda ronda comenzó con Canelo dominando el centro del escenario, y conectó un croché de izquierda que hizo temblar el aniñado rostro de Golovkin. El mexicano, más rápido en sus movimientos, esquivaba y realizaba una contra con potencia y precisión . En el tercero las fuerzas continuaban igualadas, pero el dominio del centro seguía siendo de Canelo, al que se le veía con un punto más de energía y rapidez en sus golpes. «GGG» cerró el asalto avisando de que seguía ahí.

«Son peleadores que de un solo golpe cierran una pelea», le avisaban al de Jalisco desde su esquina. No había miedo, pero sí respeto: 38 victorias y 36 años avalaban al kazajo . «Jabea arriba y abajo sin que sepa por donde va a ir el golpe pero siempre con la guardia cerrada», protegían los ayudantes. En el cuarto, Canelo salió al cuadrilátero a lanzar combinaciones de tres golpes a una velocidad que en la pantalla el ojo solo alcanzaba a ver la estela. El kazajo volvió a avisar de su presencia con un gancho brutal que Canelo absorbió como un «airbag». El intercambio era continuo. En el quinto parcial la diferencia la marcó la agilidad del mexicano, que esquivaba y sacaba contragolpes de gran dureza con la precisión de un reloj suizo. Clase magistral de bloqueo y golpeo .

Llegado el ecuador del combate, en el sexto, prosiguieron las combinaciones fluidas de Canelo, que buscaba la gotera en el tanque de gasolina de «GGG» con martillazos al cuerpo, tratando de encontrar ese golpe hepático que, en ocasiones, altera el lugar de los órganos internos. El kazajo volvió a dar señales de que seguía allí y no iba a desprenderse fácilmente de los títulos. Las cámaras enfocaron a Canelo antes del séptimo y su ceja estaba abierta. Peligro. Aunque no tanto con un boxeador de la inteligencia del de Jalisco, que la siguiente ronda permaneció con la guardia cerrada y buscando los golpes directos. Golovkin se iba creciendo por momentos y tomando la iniciativa con rectos de francotirador.

En la octava ronda, Golovkin era consciente de que sus disparos hacían blanco y la ceja de Canelo eran la mejor prueba. Así salió a buscar el dominio. El púgil azteca perdió algo de precisión en su golpeo, lo que «GGG» aprovechó para puntuar con su izquierda. Ese ímpetu hizo que en el noveno pareciera más cansado. En ese estado y transcurridos más de veinte minutos de batalla, llegó el momento de los intercambios enrabietados y duros. Más alocados y menos precisos. Fuegos artificiales . «No quieras intercambiar golpes, bloquéalos y saca la contra», le aconsejaban al de Tijuana.

En el décimo «round» Canelo llevó la iniciativa hasta que Golovkin sacó un golpe perfecto al mentón que sirvió de aviso al mexicano, que logró recuperarse y continuar con unos movimientos de cadera excelsos. El intercambio de metralla continuaba . Y las energías descendían. «Es muy fuerte, no lo quieras ir a noquear», le alertaban inteligentemente desde la esquina azteca. La pelea estaba de su lado, al igual que el público, y eso lo sabían. Canelo se estaba llevando la batalla por la supremacía del boxeo en el peso medio. En el último parcial, el kazajo salió a por un combate en el que, pese a ser tremendamente igualado, intuía que las cartulinas eran desfavorables. El mexicano estuvo a la altura para cerrar la velada con gran temple y alzarse con los cinturones que se abrochaba hasta entonces el invicto Golovkin. El combate terminó con un intercambio y un abrazo. La esencia del boxeo.

El resultado fue una pelea técnicamente brillante en la que Canelo exhibió más dinamita en sus guantes pese a que reinó la igualdad. Los dos finalizaron con el rostro herido e inflamado y, sobre todo, honrando al noble arte con un despliegue descomunal. Hay nuevo monarca en los pesos medios. Y habla español. El boxeo es de color canelo .

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