Boxeo

Thomas Page McBee, el boxeador que nació mujer

El escritor estadounidense publica «Un hombre de verdad», donde reflexiona sobre la masculinidad dentro de un relato boxístico

Thomas Page McBee posa para ABC en un hotel de Madrid Maya Balanya
Álvaro G. Colmenero

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Cuestionarse ciertos aspectos vitales ha permitido que la biblioteca universal se acreciente en forma de libros. Preguntas que ayudan a escribir sobre blanco respuestas que, aunque yacen en la mente de no pocas personas, quizá por falta de valor, nunca se personalizan. «¿Por qué los hombres pelean?». Con estas cinco palabras se comenzaron a fraguar las memorias de Thomas Page McBee , un hombre de 37 años que nació mujer. Un boxeador amateur apresurado que se convirtió en el primer transexual en pisar la lona del icónico Madison Square Garden para vencer a su propia «sombra». Un escritor que quiso desafiar la «masculinidad tóxica», entendida como la forma «monitorizada» en la que se le educa al niño acerca de cómo debe ser un hombre, y que trata de despedazarla en «Un hombre de verdad» (Temas de hoy), su último libro publicado.

La obra nació como un objetivo personal, pero acabó incluyéndose en una conversación mucho más amplia. «Quería investigar las cosas de la masculinidad que a mí me resultaban restrictivas y también arrojar luz sobre los privilegios -sociales- que también estaba experimentando», cuenta desde un céntrico hotel de la capital española a ABC. Para comprender la historia de McBee, hay que diseccionar su vida en dos. Asegura que con 30 años, fecha en la que comenzó su transición personal a base de pinchazos de testosterona en el muslo , volvió a nacer. El primer cambio fue exterior, de mujer a hombre. El segundo tuvo que ver con el aprendizaje de su nuevo «yo», reinterpretar su vida en el cuerpo de un hombre, desde un punto analítico, con lo que significaba para él la masculinidad desde ese momento. «Creo que es un proceso evolutivo de integración, pero donde estoy ahora, especialmente a raíz de escribir este libro, uno de mis mayores arrepentimientos fue que yo no había tenido esa infancia masculina», relata. «El desaprendizaje -de su primera existencia- que he tenido que llevar a cabo alrededor de la socialización sucedió en mi treintena, cuando ya tenía las capacidades mentales para comprender lo que estaba pasando», añade.

El escritor estadounidense dice que la masculinidad conlleva unas «responsabilidades». Cree que por el hecho de ser hombre, ahora se le escucha más y que se le suponen unas «inmerecidas habilidades» como su fuerza o su potencial. Pero, ¿qué es ser un hombre de verdad? «No creo que exista un hombre de verdad. Creo que es un binario falso. Porque para que exista un hombre de verdad, tiene que existir un hombre falso. ¿Y quién es un hombre falso? Esa idea de que existe un hombre de verdad es la que mantiene a los hombres enganchados a un tipo de masculinidad que es dañina», expone. Dar el paso de hacer inmortal una historia tan compleja y de gran sufrimiento personal para McBee no ha sido fácil. «No es un acto de heroísmo, pero sí creo que estaba intentando ser valiente».

En todo este proyecto, que transcurre desde la transición física -«pues el género es una creación cultural»- hasta que sale por los pasillos del Madison Square Garden , ha copado un papel primordial el boxeo. Un conato de pelea callejera con una persona algo inestable le hizo preguntarse por qué los hombres peleaban. A esto se le sumó el temprano fallecimiento de su madre, único referente educativo, cuando McBee tenía 33 años, lo que propició que el escritor tocase fondo. «El boxeo fue una manera de salvar mi propia vida», reconoce.

Una salvación vital

Adentrarse en el mundo de las dieciséis cuerdas le abrió nuevas perspectivas y descubrió que podía vencer a sus miedos, imperantes durante toda su «traumática» vida. Los abusos sexuales sufridos por su padrastro años atrás se adherían a su mente como un demonio interno. El boxeo le otorgó una atmósfera de protección y McBee se convirtió en un luchador amateur gracias a Danny Mangual, su entrenador.

Tras unos meses de entrenamiento, salió a competir en una velada benéfica en el estadio de referencia mundial en este deporte. «Creo que la pelea en el Madison Square Garden me ayudó a superar el trauma. Suscribo la teoría de que la lucha es una respuesta natural a la amenaza, así que para mí aprender a luchar fue muy sanador porque creo que pude ejercitar una parte de mí que nunca salía».

«En el boxeo nacen relaciones positivas»

A través del boxeo, McBee convirtió las debilidades en fortalezas y las amenazas en oportunidades. Se acercó al hombre y comprendió por qué pelea. Entrenó y analizó. Vio que el gimnasio era como una familia en la que todos suman. «Aprendí mucho cómo tener relaciones positivas con hombres que estaban ayudando a los demás a convertirse en la mejor versión de sí mismos», recuerda. Pero, sobre todo, consiguió romper una barrera psicológica al pisar el tapiz del emblema boxístico. «La óptica de todo esto es buena para los que cuestionan qué es posible y qué no para los transexuales». McBee gana a los puntos el combate de su vida.

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