Juan Francisco Rodríguez (1949-2019)

El boxeador al que birlaron la medalla

Campeón de Europa amateur y profesional, perdió la opción del bronce en Múnich 72

Juan Francisco Rodríguez ABC

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La historia del deporte está plagada de incomprensibles errores arbitrales que ningún VAR pudo corregir. Uno de los más llamativos ocurrió en Múnich a las ocho de la tarde del 6 de septiembre de 1972. Se disputaban los cuartos de final de los pesos gallos del torneo de boxeo de los Juegos Olímpicos. Subieron al ring el español Juan Francisco Rodríguez y el mexicano Alfonso Zamora. El ganador de ese combate tenía segura la medalla de bronce pues en el boxeo no existe la pelea por el tercer y cuarto puesto.

Según narró el mítico Gilera en su crónica del día siguiente en ABC, el púgil almeriense «boxeó extraordinariamente bien» en los dos primeros asaltos, «pero como tenemos muy mala suerte internacional, sucedió en el tercero algo inefable». El mexicano derribó a Rodríguez de un duro gancho. El árbitro tailandés Tapsuman Sakhye empezó a contar los segundos, «pero el púgil español se levantó al cuarto, sacudió su cabeza para despejarse, esperó y tuvo la ocurrencia de agacharse para recoger el protector de boca que se le había caído a consecuencia del golpe». El juez creyó que Rodríguez había vuelto a caerse e interrumpió el combate, dando por ganador al mexicano. Nada ni nadie pudo convencer a Sakhye de que el K.O. no había existido. «El público -remataba el cronista de ABC- dio una ovación enorme de desagravio al púgil español cuando abandonaron el ring el favorecido vencedor y la víctima de una ligereza del árbitro tailandés. Juan Francisco lloró de rabia en su rincón ». No era para menos.

Aquella injusticia marcó el resto de su carrera. Rodríguez, que un año antes se había proclamado campeón de Europa amateur del peso mosca, había renunciado a una prometedora carrera profesional por el sueño de conseguir una medalla en los Juegos. Intentó desquitarse cuatro años después en Montreal, pero cayó a las primeras de cambio. El salto al profesionalismo le llegó con 26 años , edad a la que la mayoría de los púgiles estaban curtidos en mil batallas. Esa falta de bagaje la pagó en 1977, cuando le disputó al mexicano Carlos Zárate, uno de los mejores boxeadores de la época, el título mundial de los pesos gallos en el Palacio de los Deportes de Madrid. Zárate se presentaba con 49 peleas, todas ellas ganadas, 48 antes del límite. Rodríguez solo llevaba diez. La abismal diferencia se saldó con la retirada del almeriense en el quinto asalto tras recibir dos durísimos golpes en el hígado. Bastante hizo con salir vivo.

Hijo y padre de boxeadores, Rodríguez fue un púgil muy elegante y técnico que tuvo su mayor momento de gloria en septiembre de 1978 cuando logró el trono europeo de los gallos en una sangrienta pelea en Vigo contra el italiano Franco Zurlo. Esa noche, José María de Hita escribió en «Marca»: «Su boxeo es de computadora, programado para hacer blanco allá donde más le duela a su contrario». Así fue Juan Francisco Rodríguez, el boxeador al que birlaron un medalla olímpica.

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