Jugadoras de la selección de balonmano EFE

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Hoy, cuando aterrice en España, las jugadoras de la selección de balonmano ya se habrán dado el baño de realidad que ayer escribieron sobre la pista de Kumamoto: son subcampeonas del mundo . Por primera vez y como impulso para atreverse a soñar en que no será la única. Porque demostraron garra, concentración, calidad y valentía para volver a serlo. Y para, también, atrapar ese oro que ayer se escapó por tan poco . Hoy, ya casi habrán olvidado esos últimos y nefastos diez segundos de partido. Esos en los que la última posesión se estrelló en las manos de Tess Welter y las árbitras concedieron un siete metros para Holanda que Lois Abbingh no desaprovechó.

Final enrevesado de un partido eléctrico en el que la selección nacional demostró sus dotes para liderar, sufrir, remontar y aprender . Maniató a Holanda con un gran arranque en el que impusieron un 9-5 a los diez minutos gracias a Ainhoa Hernández y Alexandrina Barbosa; supo recomponerse después del descanso tras ver cómo la ventaja se deshacía en las manos efectivas de Polmar; gestionó con paciencia y tiento ir por detrás en el marcador, hasta que Marta López devolvió el empate y el aliento a falta de dos minutos; y se grabó a fuego la lección de que nada está dicho hasta el pitido final . «Es muy duro perder una final de un campeonato del mundo. Y digo perderla porque sí hemos tenido una ocasión para ganar después de haberlo trabajado durante todo el partido. Algo que no soñábamos antes de empezar este torneo», exponía ayer el seleccionador Carlos Viver.

Es el propio seleccionador quien admite que ese mal sabor durará poco. Que lo que brilla hoy es esa primera plata mundial labrada con los nombres de una generación de jugadoras que se han empapado del espíritu de lucha y garra que siempre ha imperado en el vestuario nacional y que lo han elevado hasta esta página de la historia que ya nadie les quitará. Y que han envuelto en un halo de alegría y esperanza para el futuro.

Aquellos maravillosos años del bronce olímpico en Londres 2012, las platas europeas en Macedonia 2008 y Hungría y Croacia 2014 y el bronce mundial en Brasil 2011 quedaban ya demasiado atrás. Fueron los mejores momentos de un grupo que encandiló a la sociedad, sobre todo, con aquella doble prórroga sufridísima ante Corea del Sur en Londres 2012. Y que padeció después los avatares del tiempo, con una sexta plaza en los Juegos de Río 2016 como punto de inflexión y reflexión.

Jorge Dueñas cedió el banquillo a Carlos Viver , encargado de una peliaguda regeneración porque en España, tanto en mujeres como en hombres, el balonmano todavía padece las penurias de una crisis económica y de reconocimiento difícil de revertir.

Aun con todo, Viver lo tuvo claro e impuso su «Objetivo 2021» : reconstruir a la España que enamoraba con el propósito de que el Mundial de 2021, con sede en territorio nacional, fuera la fiesta del renacimiento.

Con el cambio de capitán y de estrategia llegó el vértigo. Fueron seis debutantes las que jugaron el campeonato del mundo de Alemania en 2017 -undécimas- y otras siete en el Europeo de Francia 2018 -duodécimas-. Fue decir adiós a ciertos tótem que lo habían sido todo en la selección, como Marta Mangué, Macarena Aguilar o Eli Pinedo. Sin embargo, el trabajo y el compromiso del cuerpo técnico y unas jugadoras jóvenes, sin demasiadas cicatrices y con ganas de disfrutar de la oportunidad han acortado los tiempos. Celebran hoy un éxito en plata con el que comienza su propia historia.

Paciencia para crecer

« Esta medalla abre una época nueva . El equipo ha mostrado que puede ser muy competitivo. Eso sí, debemos tener calma en España con la gente joven. Tienen cosas que aprender y tiempo por delante. Hay que poner los pies en el suelo, saber quiénes somos y apoyar a este grupo. Darles tiempo para competir a este nivel», explicaba el seleccionador, consciente de que todavía el grupo tiene que madurar más.

Pero son sus propias pupilas quienes cuestionan sus palabras con ejercicios de calidad en la pista y números en las estadísticas. Alexandrina Barbosa -plata europea en 2014- se reivindica como líder, elegida mejor lateral izquierdo de este torneo según la Federación Internacional. Ainhoa Hernández se ha echado el equipo a la espalda desde el pivote con la categoría y el respeto de cualquier veterana; Alicia Fernández gestiona como pocas los tiempos para apoyar en defensa o aligerar el ataque; Mireya González y Almudena Rodríguez igual oxigenan la retaguardia que dan fluidez al ataque. Bautizadas todas en el espíritu guerrero y sin más límites que los que se inventen. Por ahora, solo un gol a falta de seis segundos les impidió atrapar, quizá, la medalla de oro.

«Hemos conseguido todos los objetivos: tenemos una plata, competimos en una final de un Mundial, se ha agarrado a la pista en todo momento y solo podemos extraer cosas positivas . Por eso, lo primero es felicitar a las jugadoras», sonreía Viver. Hoy, el baño de realidad que trasciende incluso esta plata de leyenda: el cariño despertado en la sociedad por esta España que vuelve a soñar en grande.

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