Khabib Nurmagomedov (izquierda) golpea a Rafael Dos Anjos en una pelea de UFC
Khabib Nurmagomedov (izquierda) golpea a Rafael Dos Anjos en una pelea de UFC - MMA.UNO

Artes Marciales MixtasKhabib Nurmagomedov, el «águila» ruso

El peleador está invicto en artes marciales mixtas (23-0) y es uno de los más temidos de la UFC

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Pocos son los luchadores de artes marciales mixtas que cuentan sus combates por victorias, y menos todavía los que, además, superan las dos decenas invictos. Uno de ellos es Khabib Nurmagomedov (Makhachkala, 1988), un hombre nacido para pelear, de esos cuya máxima es que solo los más fuertes sobreviven, que ha logrado volando alto establecer su marca en 23-0 y que solo las lesiones le han impedido alzarse como campeón del peso ligero de la UFC.

Nurmagomedov nació en el pueblo de Slide (hoy República de Daguestán), en una familia descendiente de la etnia avar. Durante su infancia, comenzó a probar la lucha libre de la mano de su padre, maestro también de judo y boxeo. Allí consiguió el cinturón negro y se introdujo en el sambo, donde consiguió quedar campeón del mundo en dos ocasiones.

Un ruso a la antigua usanza. Manos de piedra. Golpeo agresivo. Mirada fría. Calculador. Una máquina de devorar rivales. Mientras, seguía en su carrera de lucha libre, por eso tiene un gran dominio de la pelea sobre el tapiz.

Fue en 2008 cuando dio el salto al deporte de la lucha total: las artes marciales mixtas. Su fama de hombre de hierro no tiene un origen reciente. En su debut, consiguió cuatro victorias en menos de un mes, tres de ellas batallando en la misma noche. Contrincante tras contrincante. Todos cayeron y, además, llegando a los puntos, lo que demuestra la dureza en el intercambio de golpes y la pelea en el suelo que tiene Nurmagomedov.

El luchador nacionalizado ruso compitió en las mejores ligas de toda Europa del Este y nadie logró que los jueces le dieran por vencedor ante este titán. Con un récord de 16 victorias y ninguna derrota, la mayor organización del mundo, la UFC, llamó a sus puertas. En enero de 2012, Nurmagomedov se subió a la jaula para demostrarle al mundo que había llegado una nueva estrella. Y Khamal Shalorus fue su primera víctima. Por aquel entonces ya era apodado el «águila» ruso, por su ferocidaz en sus acometidas. Gleison Tibau, rival de gran entidad, fue el siguiente, y los jueces decidieron unánimamente que el ruso había ganado.

Pelea tras pelea se plantó con un récord de 21-0 ante Rafael Dos Anjos. Su prueba de fuego. El ganador tendría a tiro la pelea por el cinturón del ligero que ostentaba entonces Anthony Pettis. La batalla fue antológica. Pero Nurmagomedov se impuso con notable firmeza. Su golpeo y su técnica en el suelo fueron muy superiores. El mundo se asombraba. Un hombre sigiloso dando semejante espectáculo sobre las rejas de la UFC. Con todo a su favor, el luchador ruso desapareció del mapa. ¿La culpa? Dos lesiones de rodilla y la fractura de una costilla en las sesiones de entrenamiento tan duras a las que se sometía este espartano.

Dos años estuvo en el dique seco hasta que el pasado abril retornó al octógono. Machacó a Darrel Horcher en dos asaltos. Nurmagomedov ha vuelto. Con rabia. Con más ganas que nunca. El próximo diciembre tiene pactada una pelea en el UFC 205, donde Conor McGregorluchará por conseguir la gesta de colgarse dos cinturones, en este caso el del peso ligero contra Eddie Álvarez. El luchador ruso, que se encuentra rankeado en la primera posición del peso ligero, se enfrentará a Michael Johnson y esta puede ser la batalla definitiva que le dé la opción de luchar, por fin, por el ansiado cinturón.

Mientras tanto, si las lesiones le respetan, Nurmagomedov (28 años) seguirá entrenando como él siempre ha hecho: para sobrevivir. Como un depredador. Al acecho. El «águila» ruso espera a su siguiente presa.

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