Campeonato de Europa de Atletismo

España, desfile imperial en la marcha

Álvaro Martín y María Pérez logran un sublime doblete de oro en los 20 kilómetros marcha. Diego García, plata

AFP

José Carlos Carabias

Los botellines de agua vuelan por los aires en la avenida del Zoológico de Berlín, donde la selección española se ha instalado con el resto de equipos para atender a sus atletas. Cuatro entrenadores anónimos gritan, se abrazan y lloran. Unos metros más allá, Álvaro Martín, María Pérez y Diego García se engalanan con la bandera española para las fotos, las televisiones, lo ojos del mundo. En definitiva, la posteridad. Han alcanzado El Dorado. Minas de oro al tiento de la mano. El equipo español protagonizó un desfile imperial en los 20 kilómetros marcha del Campeonato de Europa: dos campeones (María Pérez y Álvaro Martín) y un subcampeón, Diego García. La marcha, como casi siempre, eleva al equipo en el medallero y en la autoestima global.

Son la 8:45 de la mañana en Berlín y el acceso al punto de encuentro de la salida está cortado. Batallones de policías cierran el paso. Los gendarmes registran hoteles, entran en los aparcamientos y bloquean calles. La prueba femenina de marcha, prevista para las 9:05 se retrasa veinte minutos, luego media hora, y más tarde, una hora. Un portavoz del campeonato comunica oficialmente que se trata de un «escape de gas» , aunque la rumor ya se ha disparado. «Amenaza de bomba», «suspensión de la prueba».

Las atletas se han levantado a las 6 de la mañana para tomar un desayuno energético y hacer la digestión con tiempo. El anuncio altera sus biorritmos.No saben qué hacer, si calentar más, si estirar, si esperar. María Pérez, granadina de Orce, se decanta por la música aleatoria de Spotify. La carrera se ha pospuesto dos horas para los chicas, sesenta minutos para los chicos, que salían a las 10.

Parten todos juntos entre la incertidumbre del parón para el cuerpo, más estrés para músculo, más alteración nerviosa. Los 20 kilómetros marcha son, en realidad, una prueba rápida . No son como los 50, para fondistas de largo aliento. Si se pudiera establecer una equivalencia con la pista, serían como los 1.500 metros. Según las estimaciones de los técnicos, un atleta de maratón le sacaría solo unos veinte minutos a un marchador al paso por los 20 kilómetros sin ambos corriesen juntos. Un maratoniano de primer nivel puede ir a 3 minutos el kilómetro, y un marchador como Álvaro o Diego, a 4 minutos.

La carrera se inaugura de forma dispar. Los chicos van todos juntos, como unidos por una cuerda. 20 unidades en pelotón ciclista que no se separa hasta más allá del ecuador. Hay cuatro españoles , el campeón mundial y europeo Miguel Ángel López, Diego García, Álvaro Martín y Alberto Amezcua.

Las chicas han roto antes la carrera. La lituana Vaiciukeviciute ha salido a escape, dispuesta a sentenciar en el kilómetro dos. «Mentalmente me entraban ganas de tirar a por ella, pero sabía que tenía aguantar» , explicó luego María Pérez, punta de lanza de las españolas, también presentes en el segundo grupo, Laura García Caro y Raquel González.

«Los 20 kilómetros se deciden a partir del km. 15», suelta José Antonio Carrillo, el entrenador de Álvaro Martín y Miguel Ángel López, que, afanoso, toma referencias, anima a sus chicos y reparte agua dosificada a dos tercios de un botellín, a 16 grados de temperatura. Unas veces sales, otras hidratos y otras solo agua, al paso por cada vuelta, según el plan establecido.

La lituana sucumbe en el kilómetro, desfondada y sin gas. María Pérez solo tiene ojos para la italiana Palmisano , cuya rueda es la buena. Ambas aprietan junto a la checa Drahotova y el sentido de la carrera cambia: son tres en la punta. «Se trataba, por encima de todo, de aguantar. Sabía que si llegábamos juntas a los 15 kilómetros, podía ganar», analiza la granadina.

Álvaro Martín, de Llerena (Badajoz), tiene otro plan, con menos carga estratégica. «He salido a hacer mi carrera, según mi ritmo, sin atender a lo que hacían los demás, me he olvidado de ellos. He puesto el piloto automático y a disfrutar», cuenta orgulloso, también porque ha acabado al fin la carrera de Ciencias Políticas .

La táctica le sale redonda al pacense ya que en el kilómetro 16 se sitúa líder junto a Diego García y el ruso sin patria ni bandera Mizinov. El madrileño García también ha espantado sus preocupaciones, que consistían en el volumen de ese grupo tan extenso de atletas al principio de la carrera. Ahora solo queda un trío.

El kilómetro 18 es el asalto a la felicidad. María captura a la checa, que había adquirido unos metros de ventaja, y en el box español la euforia estalla. «Lo tienes, María, aguanta, agárralo». Sin la preocupación de los rivales, Álvaro Martín también se ha escapado. El ritmo de los dos marchadores españoles es alucinante: planean sobre el asfalto de Berlín, donde ha empezado a llover, aunque maría no se ha dado ni cuenta, tan entregada va en su faena. «¿Llovió o no?», pregunta en la meta.

Álvaro Martín, que tiene una elocuencia notable, se expresa mejor que muchos políticos y es elegante, levanta el puño al pasar por la contrameta en saludo a su entrenador, José Antonio Carrillo, de Cieza, escuela de marcha. Se sabe campeón de Europa.

También María Pérez, que desliza su pequeño cuerpo de 156 centímetros con una gracia natural. Álvaro ya celebra su oro junto a la iglesia derruida en la II Guerra Mundial en honor del káiser Guillermo, también Diego García, que plantó al ruso. María alcanza la meta en una atmósfera de éxtasis, de consagración para la nueva marcha española, que en realidad, es la de siempre, la del legado de los antepasados pioneros.

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