ENTREVISTA

Fernández Pineda o la ilusión de volver a sentirse torero

El diestro sevillano, que no ha dejado nunca los trastos, compagina su profesión de odontólogo con los paseíllos como sobresaliente. En 2018 sueña con torear la de Miura en Sevilla

El torero Fernández Pineda, en la clínica dental donde ejerce una de sus dos profesiones ROCIO RUZ

LORENA MUÑOZ

La carrera de Antonio Fernández Pineda (La Puebla del Río, 1980) estaba encarrilada al éxito. Tomó la alternativa en la Feria de Abril de 2001 con un cartel de lujo junto a Joselito y José Tomás , pero una serie de lesiones lo apartaron de su camino. El mismo día del doctorado, al recibir a su primer toro a portagayola, se fracturó el brazo. «Fue cambiar el carnet a matador de toros y la suerte que había tenido de novillero se terminó», asegura.

Para él fue un cambio de rumbo. Toreó 100 novilladas y 25 sin caballos, una cifra impensable en estos momentos. Se anunció y triunfó en todas las plazas importantes pero las lesiones condicionaron las siguientes temporadas a su doctorado. «El año después de la alternativa me partí el ligamento cruzado, después el pie y diez días antes de torear en Sevilla me dieron dos cornadas en Venezuela. No conozco a nadie que le haya pasado. Fueron seis o siete años así», argumenta.

A pesar de todo todavía piensa con cariño en cómo fue esa etapa. «Son circunstancias que pasan, cosas de toreros. Tuve esa suerte o esa desgracia, aunque más bien suerte porque en la vida hay que afrontar lo que te viene . Para el toreo me vino mal porque no pude puntuar en los sitios en los que me jugaba mi carrera como torero pero aprendí de los errores y los fallos».

Recuerda las tres orejas que cortó como novillero en Sevilla y las buenas tardes de matador, con la de Cuadri en 2007 y el 15 de agosto de 2008 con la del conde de la Maza , en la que no hubo suerte. Es entonces cuando decidió dar un giro a su vida. Comenzó a estudiar Odontología. «Siempre había intentado ser torero y estar en las ferias pero después de la de Cuadri, me quedé fuera de Sevilla y tampoco me pusieron en Madrid. En 2007 tuve una preparación brutal y no me vi anunciado en sitios donde querría haber estado y después de matar la del conde de la Maza estuve casi todo el año parado toreando en algún pueblo», recuerda. «Es cuando decidí dedicarme a la Odontología . Tenía en mente estudiar desde hacía varios años pero el ser matador de toros te absorbe mucho, todo el día entrenando y preparando las corridas, no veía nunca el momento», destaca.

Fernández Pineda se volcó en su recién estrenada carrera de estudiante pero pronto volvió a sentir la llamada del toreo de ahí que comenzara a actuar como sobresaliente. «Estuve un año sin entrenar y un poco mosqueado. No me sentía bien. Torear era lo que había hecho siempre y lo que me gustaba. Era una etapa nueva y me volqué con los estudios. La disciplina del toreo me sirvió , le echaba más horas que nadie y estaba muy concentrado», rememora. Pero el de La Puebla lo tuvo claro. «Ya estudiando la carrera en Granada necesitaba estar en el mundo del toro, me faltaba eso y una manera de seguir activo para entrenar y vivir mi mundo dentro del toreo era ir de sobresaliente ».

«Me costó dar el paso pero decidí cambiar la imagen que se tenía de los sobresalientes no preparados»

Aunque era diferente a lo que había hecho hasta el momento fue consciente de la responsabilidad que tenía. «Lo pensé mucho y me preparé muy bien las corridas, le daba la importancia que tiene, nunca yendo a la plaza por ir. Era algo positivo y bonito aunque no seas titular asumes cuál es tu papel y sobre todo tienes la motivación de vestirte de torero ».

Al mismo tiempo, Fernández Pineda desmitificó las figuras de los sobresalientes no preparados . «Al principio me costó dar el paso porque esa imagen estaba extendida, pero decidí cambiarla. Me preparé a conciencia e iba a lo mío y creo que ha servido porque a partir de ahí ha habido otros chavales que no tenían oportunidades y que se han apuntado a ser sobresalientes».

En estos años ha sumado bastantes festejos ya que empezaron a proliferar los mano a mano y las corridas en solitario. En Sevilla ha hecho el paseíllo tres veces así como en Málaga, Bilbao, Nimes o Zaragoza y figuras del toreo como Morante de la Puebla o Sebastián Castella han reclamado su presencia en los carteles. «El año pasado me avisaron porque Castella quería que estuviera en la encerrona con los de Adolfo Martín en Nimes. Me siento orgulloso y creo que es ir en favor de la Fiesta preocuparse por esos detalles», subraya.

«El toreo me ha enseñado valores como el respeto, la lucha, el sacrificio y la constancia»

Esta faceta la ha compaginado con su profesión como dentista donde ha podido realizarse «ayudando a gente ya que el toreo me ha ensañado muchos valores como el respeto, la lucha, el sacrificio y la constancia para no tirar la toalla». Esa filosofía es lo que le lleva a no dejar de pensar en su vocación taurina . Ha empezado a entrenar más duro y a competir en pruebas deportivas. Nunca ha dejado de ir al campo. En noviembre toreó un festival en El Castillo de las Guardas (Sevilla) e indultó un toro de Miura al que toreó en la Venta el Tentadero de Carmona. La idea le ronda en la cabeza.

«Me veo relajado, disfrutando y no tengo esa presión que tenía antes. Lo veo más fácil y si tuviera la oportunidad de torear para mí sería bonito». Sueña con torear la corrida de Miura en Sevilla el año que viene. «En principio eso y ya después a ver qué pasa. Me gustaría poner un broche a tantos años dedicado a la tauromaquia». Es consciente de las dificultades, pero Antonio Fernández Pineda también necesita expresarse como torero.

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