toros
Entretenida corrida de rejones en El Puerto en la que Diego Ventura y Rui Fernandes salieron a hombros
Buen encierro portugués de David Ribero Telles
Fotos: Rui Fernandes y Diego Ventura salen a hombros en la nocturna de rejones de El Puerto
Pepe Reyes
El Puerto
Se abrieron las puertas del patio de cuadrillas y se produjo la primera gran eclosión ecuestre de la noche, con los tres jinetes actuantes, montera en mano, saludando al público, mientras los dos alguacilillos, también a caballo, completaban el cuadro coreográfico de tan peculiar preludio con el que se inician las corridas de rejones. Mientras, la banda del maestro Dueñas interpretaba «Mi jaca», aquella que galopaba y cortaba el viento cuando pasaba por El Puerto, como popularizara Estrellita Castro en su famosísima copla. También eclosionaba el impacto visual de la elegancia dieciochesca y aristocrática en las casacas y plumajes del tocado de los rejoneadores portugueses, que lucían su habitual y llamativa indumentaria a la federica.
El resultado artístico del festejo se saldaría con los dos primeros actuantes izados a hombros y un tercero, Ribeiro Telles, cuyo mal uso del acero toricida le obligaría a salir del coso portuense a pie.
Abrió plaza un bravo burel lusitano que remató por dos veces en tablas y que persiguió con velocidad y saña acosadora la cabalgadura. Rui Fernandes templó, domó y paró la virginal acometida, hasta clavar son solvente destreza el rejón de castigo. A lomos de un bonito caballo blanco y bajo los acordes de «Francisco Alegre» toreó con dinámica destreza en un lucido y ameno tercio de banderillas, en el que los palos siempre fueron prendidos arriba y en el que se advirtió temple, dominio y precisión en todas las suertes. Supo aprovechar el portugués la boyante condición de su enemigo, animal de extrema nobleza y bravura. Un rojo ramillete de banderillas cortas constituyó preámbulo de un certero rejón de muerte, con el que ponía fin a este primer capítulo del festejo.
Con suma facilidad templó también Rui Fernandes las no muy fogosas embestidas iniciales del cuarto toro de la noche, al que prendió un rejón y al que enceló desde muy cerca con la grupa del equino. Pero sufrió algunas dificultades a la hora de embrocar los quiebros en la cara de la res durante el tercio de banderillas, pues ésta esperaba y, en ocasiones, cortaba la salida del caballo. Circunstancia por la que el jinete portugués cambió de cabalgadura y, mediante cites frontales y desde muy largo, logró culminar con éxito y vistosidad el episodio rehiletero. Después, acertaría al segundo intento con el definitivo rejón de muerte.
Distracción y mansedumbre demostró el segundo de la suelta desde que saliera por chiqueros, desabrida actitud sólo avivada y trocada en agresividad una vez que le fuera colocado el primer rejón de castigo. Por Diego Ventura, quien completaría este primer tercio con un segundo rejón. A lomos de «Nómada» inauguró el tercio posterior, en el que tuvo que aproximarse mucho a los terrenos del toro para provocar su embestida. Espectacularidad, armonía y solvencia evidenció la arrebatada lidia del sevillano, que remataría con los palos perfectamente reunidos en el lomo del burel. Luego, sobre «Bronce», a quien desprendió de su cabezada, culminaba su variado repertorio con las banderillas largas. Una sucesión circular de cortos rehiletes dio paso a dos pinchazos, un rejón de muerte y un golpe de descabello, pie a tierra. Por lo que Ventura perdería los trofeos que con tanto ánimo hubiera solicitado el público.
No ocurriría lo mismo con su segundo oponente, del que obtuvo los dos apéndices tras finiquitarlo en el segundo intento con el acero toricida. A este ejemplar lo detuvo de salida con maestría y lo fijó en la grupa de su caballo. Dejó llegar mucho al toro con «Quirico» e hizo las delicias del público en un completísimo tercio de banderillas que culminó a lomos de «Nivaldo», con el que los quiebros en terrenos inverosímiles se sucedían en perfecta ejecución. Un floreo carmesí de rosas postreras preludiaron el último rejón de muerte.
Joao Ribeiro Telles toreó a caballo y a la voz, que la utilizaba con sonora persistencia, y clavó dos rejones de castigo a su primero tras parar la acometida inicial. Luego prendió banderillas frontales desde franca distancia para quebrar en jurisdicción de su oponente, cuya justaeza en la reunión corrió diversa suerte y precisión. Más afortunado se mostró con el que cerraba plaza, al que, debido a su escasa codicia, le costó sacar de terrenos de su querencia en los adentros. Fue una lidia dinámica y efectista ante un astado que presentó siempre fijeza y nobleza en su acometer, y en la que sobresalieron algunos momentos de brillantez con quiebros espectaculares. Pero el mal uso del rejón de muerte le privó de acompañar a sus compañeros de terna en la salida a hombros.
Ficha
Se lidiaron seis ejemplares de David Ribeiro Telles, bien presentados y de juego variado e interesante. El primero fue el que desarrolló mayor bravura y nobleza. Rui Fernandes. Dos orejas y vuelta.
Diego Ventura. Ovación y dos orejas.
Joao Ribeiro Telles. Ovación y palmas.
Plaza de toros de El Puerto. Media entrada en corrida nocturna de rejones.
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