«Zenit»: la leyenda del periodista beodo

En el combate sin fin entre lo viejo y lo nuevo, el periodismo se debate agobiado por una crisis coyuntural (económica) y otra estructural (lo digital versus lo impreso). Esta situación, que con las cuentas de resultados a media asta afecta a profesionales y contenidos, la coloca Joglars en la diana de su último espectáculo, «Zenit», alegato contra la deriva banal de cierto periodismo más preocupado por la repercusión y lo anecdótico que por el rigor de lo esencial.

La sátira y el descaro figuran en el código genético del grupo, que se permite aquí un homenaje a sus orígenes gestuales con un soberbio compendio sin palabras de la historia de la humanidad. La feroz caricatura sobre las modas y modos periodísticos es tan certera que parece un apunte del natural, lo que no deja de producir escalofríos.

En el medio que da título al espectáculo, solo un viejo reportero conserva las esencias de la profesión -desgastar las suelas de los zapatos fuera de la redacción y contrastar las noticias- y parece guardarlas en la petaca, pues según el tópico es borrachín, socarrón y con más conchas que un galápago. Lo encarna el maestro Fontserè, que en ocasiones da la impresión de imitarse a sí mismo; también dirige esta función notable pese a algunas caídas de ritmo.