Un patio de butacas salpicado de maniquíes (con mascarilla, eso sí)

Los teatros del Canal, primer espacio escénico en Madrid que levanta el telón tras el confinamiento

Maniquíes en el patio de butacas de los teatros del Canal Guillermo Navarro
Julio Bravo

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Que los espectadores de un espectáculo de danza en España no se besen ni se abracen a las puertas del teatro o en el patio de butacas es algo completamente insólito. Y eso es lo que ocurrió ayer en los teatros del Canal, donde había una mezcla de emoción, alegría, impaciencia, incertidumbre, precaución y nerviosismo . Sobre todo nerviosismo. Era el primer escenario madrileño que levantaba el telón después de que todos los teatros cerraran sus puertas (y sus telones) a causa del Covid-19. Era, de algún modo, un experimento, porque los espectadores (que habían recibido sus entradas electrónicas junto a un breve manual de instrucciones) debían entrar en el teatro espaciadamente; tomarse después la temperatura, recibir una mascarilla, dirigirse a la puerta que tenían asignada en la entrada y acceder a su butaca, guiados por el personal del teatro, de manera individual. Y una vez allí, mantenerse en su sitio con la mascarilla puesta en todo momento.

Hubo quien se saltó el protocolo, claro, pero en general hubo disciplina ( hasta en la salida escalonada anunciada por megafonía , como si fuera la entrada en un vuelo en cualquier aeropuerto). Además, los espectadores tenían de quien tomar ejemplo, porque al entrar los primeros se encontraron, dispersos por el patio de butacas a un paciente y quieto grupo de compañeros. ¿Genialidad? ¿Ridiculez? ¿Sordidez? De todo se dijo de la ocurrencia de Blanca Li , directora de los teatros del Canal, que llenó muchos de los huecos del patio de butacas -la normativa permite solo un tercio del aforo de la sala, en este caso 227 personas- con alopécicos maniquíes -escrupulosamente ataviados con su correspondiente mascarilla-. La imagen era, cuando menos, inquietante, y a más de uno le causó desazón. Eso sí, fueron compañeros de butaca de lo más discreto, aunque no parecieron disfrutar demasiado porque ni siquiera aplaudieron.

Los maniquíes fueron una de las sorpresas que Blanca Li preparó al reducido público que quiso ser testigo de este esperado «¡Arriba el telón!»: en él estaba la plana mayor de la Comunidad de Madrid , encabezada por su presidenta, Isabel Díaz Ayuso; su vicepresidente, Ignacio Aguado; y su consejera de Cultura y Turismo, Marta Rivera de la Cruz. La primera quiso dar la bienvenida a los primeros espectadores que entraran en la sala, pero las circunstancias y la premura de tiempo obligaron a convertir el acto en un paripé (fake se dice ahora). Era lo de menos, lo importante es que, por primera vez en tres meses, el público ha podido volver a una sala de teatro en Madrid -nunca habían estado cerradas todas tanto tiempo-, que el telón se ha levantado y que ahora queda que los demás espacios, poco a poco, se vayan incorporando a la actividad.

Claro que no todo iban a ser buenas noticas: hay algo que no ha cambiado en la nueva normalidad también sonaron los móviles en medio de la función.

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