«Insolación», la lucha interna de la razón contra los instintos

«No bien asoma, produce una fiebre y una y una excitación endiabladas... Se nos sube a la cabeza, y entonces es cuando se nivelan las clases ante la ordinariez y la ferocidad general». Son palabras de Emilia Pardo Bazán, referidas al sol. Forman parte de su novela «Insolación» (1889). La historia de los amores «indecorosos» entre Asís Taboada, la marquesa viuda de Andrade, y Diego Pacheco, que causó un notable escándalo en la época de su publicación, revive hoy en escena de la mano de Pedro Víllora, adaptador del texto; Luis Luque, el director de la función, y un reparto que encabeza María Adánez y completan José Manuel Poga, Chema León y Pepa Rus. El espectáculo, que ve hoy la luz en La Coruña (lugar de nacimiento de Pardo Bazán), cuenta con la escenografía de Mónica Boromello; el vestuario de Almudena Rodríguez; la música de Luis Miguel Cobo y la iluminación de Juan Gómez Cornejo.

«A las mujeres no nos permiten hablar de esto, pero lo que no se dice se piensa. No hay nada más peligroso que lo reprimido y oculto, lo que se queda dentro pudriéndose dentro». En esta frase, que pronuncia la protagonista, se contiene toda la intención del texto. «Emilia Pardo Bazán -dice Luis Luque- no podía decir las cosas ni como mujer, ni como intelectual, ni por la época. Y usa la metáfora del sol español. Los españoles, dice uno de los personajes, somos unos salvajes por el vino, el aire y el sol. Es un discurso determinista». «Y antitaurino -añade María Adánez-. Se contrapone en este sentido el instinto a la razón».

Actriz y director coinciden en la modernidad del texto, que sitúa a los personajes durante seis días en el Madrid finisecular, y cuenta con la Pradera de San Isidro como lugar «saturnal» donde los instintos salen a la luz, y donde la aristócrata se enamora del joven gaditano, Pacheco y pierde los papeles. Aparecen entonces las convenciones sociales, las apariencias. «“Insolación” es la historia de una decisión tomada en libertad -dice María Adánez-. O al menos esa es su intención. El conflicto de Asis es su lucha interna entre la razón y los instintos, algo hoy en día increíble».

«La decadencia de la aristocracia está amaneciendo», dice Luis Luque, y en este paisaje de fondo se sitúa lo que el director califica de historia de amor. «Se habla de algo universal como es la pasión, el instinto, la decisión, que son conceptos clásicos y contemporáneos. El ideario de esta obra no muere, no se queda viejo».