NOCTURAMA

Christina Rosenvinge: «En algunos momentos pensé en abandonar la música»

La artista madrileña llega a la jornada final de Nocturama para presentar su último trabajo ‘Un hombre rubio’ acompañada de su banda

La artista madrileña Christina Rosenvinge ABC

Ezequiel Mendoza

«Estamos super engrasados y cuando lleguemos al Nocturama, que es uno de nuestros sitios favoritos, estaremos a punto de caramelo. Estoy deseando llegar», afirma Christina Rosenvinge (1964, Madrid) al otro lado del teléfono. Con su último trabajo, «Un hombre rubio» , la artista madrileña se sumerge en los recuerdos de su padre y ahonda en la relación que tenía no solo con él, sino también la de su propio padre con el mundo.

Así, Rosenvinge llega con su banda a la jornada final de Nocturama , deseando mostrar a Sevilla por qué ésta es una de las citas más importantes en su calendario. No solo por el festival, sino porque la capital hispalense también ha sido decisiva en la vida de sus padres y, consecuencia, en la suya propia.

Este proyecto nace cuando usted decide indagar en la figura de su padre. De lo que ha encontrado, ¿qué es lo que más le ha sorprendido?

La cuestión es que cuando mi padre murió yo era muy joven. Recuerdo que no le veía como un adulto mira a otro adulto. Entonces, al escribir la canción si cambió mucho la óptica. Le pude ver con menos exigencia y con más compasión.

He leído que tenía algunas discrepancias ideológicas con su padre.

Sí, bueno, había muchas discrepancias. Mi padre era muy conservador y, además, era bastante machista. Imagínate, hoy en día que sigue habiendo de lo mismo... pues en su momento cualquier otra cosa habría sido excepcional, claro [ríe].

Lorca está muy presente en la música contemporánea y también tiene presencia de algún modo en su trabajo, pues su padre aprendió español con el «Romancero gitano», ¿no es así?

Sí, esa es una de las partes más curiosas. Mi padre era una persona muy complicada y llena de contradicciones. En el fondo, yo creo que en general todos lo somos. Son muy pocas las personas que se pueden reducir a cuatro frases simples. Había una frase de Walt Whitman que decía: «Que me contradigo, ya lo sé, contengo multitudes». Eso es algo que se puede aplicar a mucha gente. Déjame que te cuente algo curioso. Mis padres vinieron a España en los años 50 de viaje de novios y recorrieron España. A mi padre le gustaba la cultura española y tendrían veintipocos años. Se les estropeó el coche en el puente de Triana, en Sevilla, y tuvieron que quedarse allí. Al intentar arreglarlo, hicieron un sevillano parón. Hicieron amigos, se quedaron en su casa de huéspedes y lo que iba a ser un fin de semana se transformó en que iban a ver la Semana Santa y se quedaron para la Feria también. Fruto de todo ese enamoramiento de Andalucía, la cultura española y el flamenco fue la decisión de quedarse a vivir en España. Así que por eso he llegado yo aquí [risas].

Para este disco se encerró tres meses a escribir todas las canciones. A nivel compositivo, ¿es distinto a los demás? Parte, primero, de un concepto y, segundo, de una etapa concreta.

Normalmente suelo trabajar así. Hago periodos de composición muy intensivos. En esos periodos no solo escribo la música, también hago las maquetas con los arreglos. Así que me resulta mucho más fácil hacerlo seguido que entrar y salir de la cuestión. Me gusta trabajar de esa manera. Sí que es verdad que este disco tiene un concepto más claro. Pero ya en los discos anteriores sucedía.

Muchas veces se silencia la parte más oscura o negativa de este trabajo

¿Qué tipo de música le ha inspirado a la hora de hacer el disco? Tiene cortes muy distintos, juega con su voz en algunas canciones…

Lo que yo he intentado ha sido acercarme a una especie de crooner eléctrico. Es decir, inspirándome mucho en los últimos discos de Bowie. Pero vamos, también hay canciones que son más de Nick Cave.

«Berta multiplicada» es una canción dedicada a la activista Berta Cáceres, comprometida con el medio ambiente. ¿Le preocupa el mundo que estamos dejando a las futuras generaciones?

Sí, y los que no lo están deberían estarlo. Con una ceguera absoluta y una falta de responsabilidad tremenda respecto a las generaciones futuras estamos convirtiendo el planeta en un vertedero gigante. En una sociedad de consumo desmedida donde se mide el crecimiento económico, pero no el impacto que tiene, no está llevando a un deterioro en el planeta donde tienen que vivir nuestros bisnietos y tataranietos y donde tiene que haber espacio y sostenibilidad medioambiental. Entonces, creo que por una ambición económica desmedida e injustificada, en un periodo de tiempo muy corto, hemos causado una destrucción insólita en el planeta. Esto es algo que no son solo las grandes empresas, cada persona a título personal tiene que pensar cuál es su huella como consumidores y también podemos exigir que cambien esas políticas.

Hay un debate sobre lo machista que es nuestro lenguaje. También eso tiene huella en su disco, pues a raíz de la definición de «hombre» de la RAE usted llamó a su disco «Un hombre rubio». La RAE acoge las acepciones que nosotros damos al lenguaje, entonces, el problema es nuestro, debemos usarlo de otra forma ¿no?

Sí y no. Es verdad que la RAE recoge las acepciones de la calle, pero se da más prisa en recoger unas que otras. De hecho, en el año en que ha estallado la revolución feminista en todo el mundo, la RAE no ha aceptado ningún término feminista, es decir, va muy por detrás de la realidad. Es una institución muy conservadora. Por otro lado, la cuestión del masculino general, a lo que te refieres, incluye el femenino, pero entonces el debate está en si lo incluye o lo excluye porque no lo visibiliza. Por este debate, se ha dado la cuestión de desdoblar el lenguaje para visibilizar. A mí, como letrista, me parece que la ley de la economía del lenguaje es importante. Pero, la cuestión no está en que los políticos digan «para todos y todas» sino que incluyan más políticas. Es decir, que haya muchas más mujeres. Cuando eso pase, que haya mujeres hablando, masculino o femenino, la cuestión del lenguaje machista o exclusivo dejará de ser una cuestión. El debate no está tanto en el vocabulario como en las políticas de inclusión y que las mujeres lleguen a las mesas donde se toman decisiones.

Cada vez son más los artistas, deportistas y personajes famosos que admiten que la ansiedad o la depresión los han llevado a abandonar, temporal o definitivamente, sus trabajos. Gran culpa viene de la sobreexposición, de la crítica y los medios. ¿Usted ha sentido alguna vez algo parecido?

Es una pregunta muy interesante. Es verdad que lo que se intenta exponer hacia fuera es un mundo de colorines en el que todo es perfecto y todo el mundo tiene mucho éxito y todo va muy bien. Muchas veces se silencia la parte más oscura o negativa de este trabajo. Es un trabajo en el que hay mucha inseguridad, es muy irregular y pueden darse momentos en los que estás sobreexpuesto y pierdes el control de tu carrera y momentos en los que ocurre todo lo contrario. Vivimos siempre en esa especie de cuerda floja que crea inseguridad. Sí, yo he tenido algunos momentos de crisis en los que he pensado en abandonar la música. Hace tiempo que no me ha vuelto a ocurrir, porque llevo un periodo de tiempo donde hay cierto ritmo de trabajo y donde parece que se retroalimenta a un ritmo que para mí es idóneo. Sí que entiendo de lo que hablas, sé que en esos años de exposición que es algo que me pasó a mí al principio, me di cuenta que me estaban llevando por sitios que no eran necesariamente donde yo quería ir y tuve que retomar las riendas.

Tiene una carrera muy larga, pero, ¿tiene alguna espinita que aún no se haya podido quitar?

Montones de espinitas. De hecho, si es difícil que uno se retire en estos trabajos es porque siempre tienes la sensación de estar empezando. Cada disco es distinto y, en ese sentido, aún hay muchas cosas que me quedan por hacer. Me gusta mucho escribir para otros, cada vez me meto más en el mundo de la producción. Ir de gira me gustaría muchísimo, hacer giras más continuas y más ordenadas. Tocar más intensamente en unos meses. Hay muchísimas cosas que me gustaría hacer.

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