Los Secretos: «Los culpables de "la rueda" son Atresmedia, Mediaset y TVE»

Álvaro Urquijo cuenta por qué rechazó una fortuna de los programas musicales nocturnos. Este verano, el grupo se embarca en la gira «Una vida a tu lado»

Los Secretos Ernesto Agudo

NACHO SERRANO

En los estertores de una noche de finales de los noventa, el teclista Jesús Redondo iba a salir de una discoteca y se topó con dos chicas que le pidieron una foto. Muy amablemente se colocó entre ambas y sacó su mejor sonrisa, pero las jóvenes se quedaron estupefactas. «¡Que no, hombre! ¡Que si nos haces una foto!». Los miembros de Los Secretos viven, como demuestra la anécdota, una vida tranquila. «Aunque a veces te encuentras con idiotas, como una familia que no paró de hacerme fotos durante todo el día una vez en una playa de Ibiza, desde la toalla de al lado», cuenta Álvaro Urquijo. «Normalmente no nos reconocen, y si lo hacen se acercan con respeto. El noventa y nueve por ciento de nuestros fans son de los buenos, de los que les importan nuestras canciones, no nuestra vida».

Y eso que prácticamente la han compartido con ellos. «Durante todo este tiempo son cientos y cientos las personas que nos han dicho que se enamoraron con nuestra música, o que la pusieron en su boda», dice Urquijo. Han sido nada menos que cuarenta años, en los que lo han visto todo, lo bueno, lo malo y lo peor, y en los que han conseguido entablar una envidiablemente sana relación con hasta tres generaciones de seguidores. Por eso, en este cuadragésimo cumpleaños vuelven a los escenarios con una gira llamada «Una vida a tu lado».

¿Cuándo se dieron cuenta de que Los Secretos ya formaban parte de la vida de la gente?

(Álvaro Urquijo) Nosotros sacamos un primer disco que tuvo un éxito muy importante, pero justo después llegó La Movida, con la que no teníamos nada que ver, y nos echaron de la discográfica porque olíamos «a vaca». No encajábamos en el mercado, y claro, nosotros pensamos que estábamos en el limbo por nuestra culpa, que nadie nos quería, que no éramos buenos, que todo había sido un error de juventud, que algo habíamos hecho mal en definitiva. Pero cuando entrabas a un bar a tomarte una cerveza o comprar tabaco, oías a Los Secretos sonando por los altavoces. Te ibas a otro bar, y lo mismo. Ibas en el coche y te ponían en la radio. Aun así, la realidad era que no nos habían renovado. En el '86, cuando rehicimos el grupo, no tocábamos ningún tema del primer disco porque queríamos superar aquella etapa que veíamos como horrible. Pero hubo una noche muy reveladora. Un grupo se cayó del cartel de un festival en el Rockódromo y nos llamaron para sustituirlos. Salimos justo antes de La Orquesta Mondragón a tocar seis temas delante de 40.000 personas, y cuando los terminamos, todo el público empezó a corear «¡Déjame, déjame!», y no nos la sabíamos. Bueno, Enrique y yo sí, claro, pero no la habíamos ensayado nunca con la nueva formación. Así que salimos él y yo con dos guitarras acústicas y la cantamos. Recuerdo cómo le temblaba la voz a Enrique por la emoción. Luego, en el camerino le dije: «Tío, ¿lo ves cómo no se han olvidado de nosotros?». Si hubo un momento en el que supe por primera vez que ya formábamos parte de la vida de la gente, fue aquella noche.

Cuando llegó La Movida se sintieron descolocados, pero ¿se imaginan empezando su carrera ahora, en la era del reguetón, los «featurings» y los talent-shows?

(Jesús Redondo) A mí me ponen muy nervioso. Todo lo que hay ahora de música en la tele son concursos, cuando la música jamás ha sido una competición. Eso es para el deporte. En una carrera de cien metros lisos el mejor es el que llega primero, eso está claro. ¿Pero en la música? ¿Te imaginas a los Beatles y a los Rolling tocando en uno de esos programas y esperando el veredicto de un jurado y diciendo que uno es peor que el otro? Están banalizando la música.

(Álvaro Urquijo) Lo de las colaboraciones estelares en la música latina tampoco tiene nada que ver con la música. Lo que hacen es: «A ver, yo tengo nosecuántos millones de seguidores en Twitter, éste otro tiene otros tantos. Pues hacemos una canción juntos y a compartir cada uno los seguidores del otro para promocionarnos mutuamente». Se juntan para eso, no para hacer canciones. Y los talent-shows no son programas de música, son reality-shows en toda regla. Ni siquiera se fomenta la música en el idioma propio. El fin último es la audiencia y el dinero. Y si encima eso se hace en una cadena pública, con dinero público, y con los ganadores ya contratados por una multinacional...

(Ramón Arroyo) Cuando en un talent-show corrigen o le echan la bronca a uno de los cantantes, no se hace como en una clase. Se hace ante toda España. Esa es una exposición muy, muy grave, y luego muchas veces la gente que pasa por esos concursos luego lo pasa mal. Como han tenido un seguimiento público tan inmenso, luego les deben dar unos bajones... Yo he conocido a un músico que salió de gira con uno de estos concursantes, y la cosa le duró unos meses. Luego, nada de nada.

(Álvaro Urquijo) En estos tiempos no se fomenta la cultura musical, en general. Ves a Gibson y a Fender en la ruina porque ahora es más fácil coger un ordenador, dos maquinitas, y a triunfar.

La situación en la SGAE vuelve a ser bastante convulsa. ¿Cuál es su análisis?

He estado muy metido en esto, he sido candidato, he estado metido en la AIE, con mi presencia he intentado cambiar las cosas, y no he podido. Se está culpabilizando a una entidad de gestión que se llama SGAE, pero los culpables se llaman A3 Media, Telecinco, Televisión Española y la confederación de televisiones autonómicas. Las televisiones tienen cerca del 92% de sus contenidos con copyright, son las que más derechos de autor pagan. Se han inventado la «rueda» sobornando a músicos que lo estaban pasando muy mal por la crisis, digital y financiera, gente que lo estaba pasando realmente mal, pagándoles cantidades que no son proporcionadas por tocar en programas nocturnos. Un músico puede llegar a recibir 35.000 euros por seis canciones. Los editores de A3Media y el resto de televisiones tienen que pagar una cantidad equis todos los años a la SGAE. Contratan a un montón de músicos que tocan para ellas en horario nocturno, y a través de sus tejemanejes editoriales, en lugar de tener que pagar cien millones (por poner un ejemplo), pagan 50. A los músicos de la «rueda» les dan 2 millones y se quedan tan contentos, pero las televisiones se quedan los otros 48. Si las editoriales no estuvieran sobornando a músicos desesperados, o con pocos escrúpulos no pasaría esto. Porque hay algunos que cogen una pieza de Schubert, cambian cuatro acordes y se la firman como suya. O la ponen a nombre de su hija. Eso tendría que controlarse desde fuera, porque gran parte del Consejo de Administración de la SGAE están ahí metidos. No te voy a decir nombres, pero como he estado ligado a la institución he visto cómo ha fracasado la opción que mejor nos representaba a los autores. Hace un año empecé a llamar a gente del Consejo para hablar y ver cómo estaba la cosa. Hablé con cinco personas, y las cinco estaban metidas en la «rueda» de una forma u otra.

¿La defendieron sin ambages?

Sí. Cuando salió el tema me dijeron que yo estaba equivocadísimo. Y ya de paso me ofrecieron entrar en la «rueda» porque necesitaban «nombres conocidos» para intentar legitimarla. Creían que si alguien con prestigio se metía en el ajo empezaría a tener una mejor imagen de cara a la galería. Esos grupos de comunicación también tienen periódicos, y en ellos sólo se habla de la SGAE porque a ellos les interesa. Es muy fácil tener un periódico y en la web tener una pestaña llamada «SGAE» para hablar mal de ella y desestabilizarla, y no hablar de lo que no les conviene.

FECHAS - Los Secretos «Una vida a tu lado»

Murcia – 23 de junio – Plaza de Toros

Bilbao – 29 de junio – Palacio Euskalduna

A Coruña – 30 de junio – Palacio de la Ópera

Madrid – 6 de julio – Wizink Center

Granada – 13 de julio – Plaza de Toros

Valencia – 14 de julio – Jardín de Viveros

Zaragoza – 5 de octubre – Sala Multiusos

Barcelona – 6 de octubre – Auditorio del Fórum

Donosti – 1 de noviembre – Auditorio Kursaal

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