Aquiles Machado durante un momento de la entrevista
Aquiles Machado durante un momento de la entrevista - Maya Balanya

Aquiles Machado, de los teatros de ópera a los bares de copas

El tenor venezolano se ha embarcado en un proyecto de música popular de su país

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Ópera de Roma, Teatro Real, Gran Teatro del Liceo, Auditorio Charles Bronfman de Tel Aviv. Ópera de Florencia, Collage Drinks Arts… ¿Collage Drinks Arts? Algo no cuadra. ¿Qué pinta un local de copas de La Latina en la agenda de un tenor de la categoría de Aquiles Machado? Lo explica el propio cantante. «Quería reencontrarme con la música tradicional venezolana. Hace diez años hice una aproximación, y de ahí salió un proyecto, “La canción de Venezuela”; no era, como se hace habitualmente, desde el mundo clásico hacia el mundo popular, en que aquél invade éste, sino todo lo contrario: queríamos que esa esencia popular se permeara a nuestro trabajo clásico».

El tenor no pudo desarrollar ese proyecto como a él le hubiera gustado, pero ahora, a través de la productora venezolana Guataca Nights, ha tenido ocasión de retomar esa inquietud en dos conciertos, celebrados esta semana en Madrid, titulados «La canción de Venezuela», en los que ha estado acompañado por el guitarrista Aquiles Báez y un grupo de músicos.

«Me pareció una extraordinaria oportunidad, sobre todo ahora, aprovechando la situación que vivimos muchos venezolanos que estamos lejos de nuestro país. Siento la necesidad de volver a acercarme a mis raíces». Los conciertos han sido tan solo una prueba, y Aquiles Machado espera poder desarrollar el proyecto de una manera más seria.

Un nuevo reto

No considera que cambiar los teatros de ópera por un bar de copas signifique rebajarse como artista: «Para nada. Al contrario; para mí es un reto poder afrontar la música de esta manera. Hacer música venezolana es algo que a mí me toca profundamente el corazón y el alma. Realmente, es un proyecto orientado a explorar nuestras raíces y su intención es descubrir nuevas sonoridades».

La música tradicional venezolana no tiene la popularidad de otras como la mexicana, la argentina o la brasileña. ¿Cómo es esta música? «Tiene muchas facetas y tiene muchísimas caras –explica Aquiles Machado–. Venezuela es una amalgama de culturas: andina, africana, caribeña, llanera… Tiene mucha influencia de la música andaluza, del folclore canario, del brasileño. Tiene ritmos africanos, del Caribe. Y es distinto en cada región de Venezuela. Aunque no haya tenido el impulso comercial que han tenido, por ejemplo, las músicas brasileña y mexicana, es profundamente compleja, tanto desde un punto de vista rítmico como armónico. No es sencilla de hacer y precisamente por eso no ha tenido la misma difusión. Darle a esa música un formato camerístico y poder sacarla de nuestras fronteras es un trabajo muy interesante y por eso estoy en este proyecto».

Acostumbrado a las grandes partituras operísticas, Aquiles Machado reconoce que ha tenido que hacer un trabajo vocal muy particular. «Yo quería acercarme a la música popular no desde el punto de vista del cantante lírico; he querido entender qué pasa dentro de la vocalidad popular y tratar de aplicar la técnica que yo conozco como cantante a una estructura más limpia, más clásica. Pero en ningún caso quería ser un cantante lírico cantando música popular. Eso la desvirtuaría. Igual que no canto a Donizetti como a Verdi, ni a Verdi como Puccini, desearía acercarme a la música popular dentro de su forma expresiva. Y para mí es un reto».

Aquiles Machado lleva más de veinte años viviendo fuera de Venezuela. Madrid es su hogar –«aquí cambio las maletas», bromea–, pero la morriña le persigue. «Uno no descubre la verdadera unión que tiene con sus raíces hasta que no lo vive desde la distancia; es muy curioso cómo aprende uno a ver lo propio como en una vitrina que te permite entenderlo de otro modo».

En esa nostalgia que confiesa sentir Aquiles Machado por Venezuela influye también la situación política que vive el país. «Una de las razones por las que he querido hacer música folclórica venezolana es porque, de alguna manera, siento una responsabilidad hacia mi país. Yo no soy una persona que vaya a manifestaciones ni que se ponga a tirar botellas… Sí tengo una posición muy clara en relación al Gobierno que hoy en día sufre Venezuela, pero creo que la única herramienta que yo tengo para decir lo que yo siento es mi arte. Soy un cantante lírico, evidentemente, no tengo pretensión de hacer carrera como cantante folclórico, pero como artista quiero acercarme a la música de mi terruño, de mi tierra, y gritarla con toda emoción. Sentirla y sentirme que a través de ella soy un instrumento de unión, no un instrumento de destrucción de mi pueblo. Una de las cosas más bellas que tiene Venezuela es su música, que no está vinculada al pasado, sino que está muy presente en los venezolanos y en sus vidas; reivindicándola se reivindica al país».

Sigue su carrera lírica

Pero que no se preocupen los aficionados a la ópera, que el tenor, al que un día se comparó con el Pavarotti joven –«los elogios no pueden dirigir tu carrera», dice ahora–, va a seguir con su carrera lírica y operística. El proyecto folclórico, por lo tanto, debe esperar. «No tengo sitio en mi agenda de momento». Pero su empeño en sacarlo adelante le va a llevar a intentar encontrarle un hueco. «Quiero hacer al menos dos o tres conciertos al año». El grueso de su actividad, por ahora, son las aproximadamente cuarenta funciones de ópera anuales que canta. Su próxima cita es «La forza del destino», de Verdi.

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