«Recordarán tu nombre», justicia para un héroe olvidado

Esta formidable novela de Lorenzo Silva (Madrid, 1966) es sin duda la mejor de las suyas no protagonizadas por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro. El protagonista es otro guardia civil, esta vez no de ficción, sino histórico, que la narración se propone salvar del olvido: el general gallego (de El Ferrol) José Aranguren Roldán, quien era responsable de la Guardia Civil en Barcelona en julio de 1936. Fue quien detuvo los planes del general Goded, que participaba en el golpe militar. José Aranguren no solo lo detuvo, sino que fue figura clave en el mantenimiento del orden legal y legítimo de la Generalitat y la República. Fue fusilado en las playa del «camp» de la Bota, tras un juicio militar cuando los franquistas triunfan, en abril de 1939.

Como señala Silva, ni una calle de Barcelona lo recuerda, ni homenaje alguno ha recibido.

Libros sobre la Guerra Civil hay muchos, novelas también, pero he de decir que éste es muy singular y casi diría que necesario. ¿Por qué? Por dos razones que dan cuenta de su calidad literaria. La primera: es honesto con el punto de vista elegido para la narración, y verídico hasta el extremo de separar muy bien lo que es información de lo que es conjetura del narrador. Lorenzo Silva comienza diciendo desde dónde cuenta y las razones que le han movido a hacerlo, incluso las de su historia familiar, que está alejada de Aranguren en cuanto a sangre, pero no en cuanto a los destinos de derrota que tantas familias españolas han compartido. Esa fijación del punto de vista, y esa honestidad con el lector, que le hace ser escrupuloso en extremo, son necesarias, aunque no estén de moda.

La otra dimensión que hace este libro de lectura apasionante es que ofrece la Guerra Civil desde el lugar concreto de la vida militar, unos contextos muy precisos de relaciones entre los mandos, con sus propios códigos de conducta, que en el caso de la Guardia Civil eran además muy específicos. Cruza hábilmente Silva su narración con aportes que conoce muy bien, como ha demostrado en obras anteriores. Por un lado la guerra del Rif, que narra con un detalle en absoluto superfluo, pues todos los protagonistas de la Guerra Civil estuvieron en Alhucemas. Se puede decir que lo que ocurre en el 36, como historia militar comienza años antes en Marruecos, y ese contexto arroja mucha luz sobre el carácter, ambiciones, noblezas y miserias de unos y otros.

Tristes destinos

Hay otra condición de este libro que no pude pasar inadvertida porque es rara: no está fijada desde angelismo alguno. Aunque no oculta Silva su simpatía con el orden republicano, tampoco deja de contar las atrocidades y desorden en que las milicias anarquistas sumieron a Barcelona. Tropelías que Aranguren también tuvo que afrontar, salvando lo que pudo según el deber le exigía. Esas situaciones trágicas, en las que la abnegación de unos pocos pugnaba con el fanatismo de tantos, llegan a lector tan vívidamente que cierra la novela pensando que solo la literatura puede decir ciertas verdades de la Historia. También restituir una figura, y el fondo familiar de las mujeres en el entorno de Aranguren, que sirven escenas como las de Ponferrada, llenas de humanidad. Silva ha acertado, porque ha escrito el libro que tenía necesidad de escribir, y eso el lector lo nota y agradece. Que un héroe de la talla moral de Aranguren estuviera oculto, porque no hizo ostentación o porque era guardia civil, dice mucho de los, estos sí verdaderamente, tristes destinos de España.