ARTE

El mejor Picasso no está en los libros

El Museo Guggenheim de Bilbao es sede de un legado, el Thannhauser, que por primera vez sale de Nueva York para exponerse

«Los jugadores de fútbol», de Henri Rousseau

Noemí Méndez

Es paradójico cómo, en ocasiones, las mejores piezas de los autores de vanguardia están en manos privadas . Y no es hasta que esas colecciones pasan a ser expuestas en grandes museos cuando podemos ejercer la mirada sobre piezas de artistas referenciales que dejan una impronta sobre su trabajo que desconocíamos.

De Van Gogh a Picasso es un recorrido por una minuciosa selección de lo donado en su día al Museo Guggenheim por Justin y Hilde Thannhauser . La muestra dirige la atención a la conexión de este matrimonio con los artistas a quienes llevaban como marchantes y ofrece una visión del arte de vanguardia en Francia entre finales del XIX y principios del XX. Ordenado de manera cronológica, comienza con Cézanne para continuar con obras de Degas, Manet o Van Gogh . Gracias a la selección, y con la comprensión que nos da la mirada contemporánea, entendemos lo transgresor de la experimentación formal y material de estas décadas, hasta llegar a momentos cumbre de artistas como Braque y Picasso . Es la primera vez que tanta obra de este conjunto se puede ver fuera de Nueva York, a pesar de estar custodiada en el Solomon R. Guggenheim desde hace más de medio siglo.

Por el cambio

Los Thannhauser apostaron por los pintores de la vanguardia alemana, así como por aquellos que en las «colonias francesas» se convertirían en referentes del cambio de siglo y de la ruptura con el arte de la academia. La exposición permite ver cómo los temas cotidianos comienzan a tomar una fuerte representatividad dentro de los procesos de investigación de los pintores de la época. Es así como admiramos Ante el espejo (1876), de Manet, con una prostituta mirándose frente al tocador, o contemplar cómo los paisajes se adueñan poco a poco de los lienzos de los impresionistas en un esfuerzo por capturar la cambiante sociedad a la que había dado paso la Revolución Industrial . O ver reflejados temas que nunca antes podrían haberse mostrado con normalidad.

Es por esto que la implicación de los Thannhauser con la apertura de sus galerías (llegaron a tener tres entre Suiza y Alemania), supone también la historia de un periodo que marca lo que somos como sociedad hoy. Cuando en Alemania la Bauhaus y el «arte degenerado» comenzaron a ser estigmatizados, los Thannhauser, como otros muchos intelectuales europeos, emigraron a Nueva York. El vínculo con el Guggenheim parecía inevitable. Vitrinas con documentación y fotos de la historia de la Moderne Galerie y de la época vivida ayudan a completar este recorrido histórico.

Cabe destacar que, además de sumergirnos en el surrealismo, el fauvismo o el cubismo, podremos observar una sala completa dedicada a Picasso, con quien tenían una estrecha relación , gracias a la cual accedemos a una serie de obras, regalos personales del artista a Justin Thannhauser. Como él mismo dijo al donar su legado: «Espero que sea apreciado. Representa toda mi vida».

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