LIBROS

Paolo Giordano: que este miedo no pase en vano

Paolo Giordano usa las matemáticas como ciencia de las relaciones para describir el «big bang» de la pandemia en un diario urgente

Paolo Giordano Ángel de Antonio

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Hay dos problemas de partida en estos apuntes de urgencia escritos por Paolo Giordano (Turín, 1982), celebrado autor de la novela La soledad de los números primos , durante el pasado 29 de febrero y los primeros días de un mes de marzo que solo nos trajo malas nuevas: todos vivimos en la excepcionalidad , tenemos una historia que contar, un «diario de la cuarentena», por así decirlo; y, a estas alturas, todos sabemos más sobre la plaga que el Giordano de entonces, con lo que sus aportaciones -sobre todo las de los primeros párrafos, con datos superados e interrogantes más o menos contestados- nos conducen a la melancolía.

El autor vive un «big bang» de la pandemia que a nosotros nos parece ya la prehistoria, con dudas existenciales sobre repartir (o no) besos al comienzo de una cena con amigos. Su hipocondría de antaño ya está más que superada por la famosa «distancia social» decretada por las autoridades. Y su temor por los bulos del estilo de que la Gran Muralla china se ve desde el espacio ha evolucionado hacia una caza de brujas por parte de algunos gobiernos. ¿Por qué se lanza a escribir este libro si él mismo es consciente de que el paso del tiempo actuará en su contra? «La escritura -se justifica- consigue actuar como un lastre que nos mantiene los pies en el suelo».

«En tiempos de contagio». Paolo Giordano. Traducción: N. Pastor. Salamandra, 2020. 80 páginas. 10 euros. Ebook: 5,99

¿Quiere esto decir que este pequeño ensayo que salió pronto, pero que llega tarde, es innecesario? Tampoco es eso. Giordano es brillante y no se hace el gracioso (este punto es de agradecer) como tantos otros que publican sus cuadernos de bitácora, y la introducción de las matemáticas -en su época de estudiante de ciencias fue un auténtico niño prodigio- para explicar cómo nuestra cotidianidad ha quedado suspendida por el coronavirus le otorga una cierta originalidad a su texto. De hecho -confiesa-, las matemáticas fueron su estrategia para ahuyentar la angustia mucho antes que la escritura. Las epidemias son emergencias médicas, por supuesto, pero también matemáticas, «porque no solo son la ciencia de los números, sino ante todo la ciencia de las relaciones: describen vínculos e intercambios entre diversos». Y el contagio, a fin de cuentas, es una infección de nuestra red de relaciones.

Simplicidad

El virus es una forma de vida elemental a la que no le interesa nuestra biografía. De hecho, aplica una de las frases más recordadas de Hannibal Lecter en El silencio de los corderos : «Principios primarios, Clarice. Simplicidad. Lea a Marco Aurelio». Según nos explica Giordano, para la Covid-19 (en femenino, si nos referimos a enfermedad) la humanidad se divide en tres grupos: los Susceptibles , es decir, a los que todavía puede contagiar, 7.500 millones de canicas que chocan unas con otras provocando una reacción en cadena (en este apartado entrarían también los Ultrasusceptibles , ancianos y personas de salud frágil); los Infectados (enfermos a día de hoy) y los Removidos (los que ya no están contagiados porque han muerto o se han curado). Simplicidad.

Es, sin embargo, cuando aparca sus principios primarios (y matemáticos) y se adentra, de forma sutil, en los filosóficos cuando Giordano se vuelve más conmovedor. Ante «un inesperado vacío» especula sobre los remedios que están por venir, siendo consciente (y en eso conserva la contemporaneidad) de que la única vacuna, por ahora, es la paciencia . Mientras recibe en Roma el bombardeo de noticias desalentadoras desde el norte de su país se da cuenta de que la expresión «en Italia» ha perdido todo sentido. «La epidemia nos anima a pensar como colectividad. Nadie es una isla», dice, parafraseando a John Donne . Su esperanza última es que la plaga acabe por revelarnos cosas sobre nosotros mismos. Su temor, «que todo se derrumbe, pero también lo contrario: que el miedo pase en vano sin dejar ningún cambio tras de sí».

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