Primera exposición en Sevilla en quince años

Gonzalo Puch: «Si no expones en Madrid, sigues sin existir»

«Intemperie», es el título de la muestra que se inaugura el día 26 de abril en la Sala Atín Aya, organizada por el Icas

Gonzalo Puch MARTÍNEZ BUESO

MARTA CARRASCO

Gonzalo Puch (Sevilla,1950), expuso por última vez en su ciudad en una individual en el año 2003. Fue en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo en los inicios de este museo. En aquella ocasión la exposición se tituló «Incidentes», y ahora en este retorno a Sevilla, ha elegido el título de «Intemperie» para presentar sus nuevas obras, una especie de vuelta a la pintura, como asegura el comisario de la muestra Sema D’Acosta. «Es como su regreso a los inicios, pero con todo el bagaje de estos últimos veinte años, desde que abandonó por la pintura por la fotografía escenificada, a la que ahora ha añadido telas y vídeos para crear instalaciones».

La exposición, que se inaugurará el próximo día 26 de abril en la sala Atín Aya del Espacio Turina, organizada por el Icas, ocupa las tres plantas con propuestas muy distintas, «tal y como corresponde a un artista tan híbrido», asgura D’Acosta.

Incluido por críticos e historiadores de arte en la famosa generación de los 80 sevillana , Gonzalo Puch se marchó a Madrid, y allí ha permanecido, además de ser profesor de la Facultad de Bellas Artes de Cuenca desde 1986. «Yo empecé tarde en esto del arte. Hice mi primera exposición en la galería de Pepe Cobo a los 35 años, luego la galería se marchó a Madrid y seguí trabajando con ellos, y posteriormente con Helga de Alvear. La vida es así. Excepto la exposición del Caac en el 2003, no me han llamado de mi ciudad, y por eso ahora es una ilusión grande volver a Sevilla con a una exposición como ésta donde puedo presentar mucha obra».

Dice Puch que se quedó a la mitad, «entre la generación de José Ramón Siera y la de Ricardo Cadenas , pero me siento más cerca de Cadenas, Curro González, Patricio Cabrera..., con los más jóvenes», asgura.

Empezó su oficio con la pintura, «creí que es lo que iba a h acer toda mi vida, pero cuando llegué a Cuenca y comencé a dar clases, empecé a fijarme en lo tridimensional, la idea del collage y comencé a necesitar otras cosas. Ese vacío de abandonar la pintura, me hizo comprarme una cámara de fotos, y fue como la pérdida de algo. No tenía intención de ser fotógrafo. Empecé a hacer fotos a las pruebas, era como la documentación de un proceso; empecé a hacer esculturas y me gustaban más las fotos de esos objetovs que la propia escultura, aunque a la vuelta expuse en Buades fotografía y escultura, que fue el primer cambio definitivo de abandonar la pintura. Así han pasado veinte años», relata el artista.

En Madrid descubrió el trabajo de creadores como el director teatral Bob Wilson o la coreógrafa Pina Bausch , «gente que yo no había podido ver nunca en Sevilla en aquellos años 80. No sabía que me iban a gustar tanto. Ellos alteraron mi forma de concebir el arte, de un arte estático ví que existían más cosas, ese arte efímero que no concebía dentro de mi cabeza».

Dice el artista que, «no tengo ni idea de lo que ha pasado. Ahora estoy utilizando el dibujo incorporándolo a la fotografía, estoy haciendo un documento híbrido y desde hace años hago vídeos, pero también son dibujos, imágenes en movimientos», por lo que confiesa que en ocasiones «tenía problemas para definir lo que estaba haciendo, pero ahora ya es algo natural, antes se me escapaba de las manos, ahora se que en mi trabajo hay variantes».

Desde Madrid

La muestra de su retorno a Sevilla la propuso el comisario Sema D'Acosta, «presentarme en este espacio del Icas me ha venido como un guante porque se plantea en tres plantas distintas. Hay quince obras en la primera, que son la transición de la fotografía; diez en la segunda que son telas, y finalmente una instalación en la tercera. Todas ellas son inéditas en Sevilla, y el cincuenta por ciento realizadas en los últimos tres meses».

Considerado como uno de los artistas más influyentes de la actualidad, afirma que, «a mí lo que me molesta es que lo único que tiene repercusión es cuando los artistas andaluces hacen algo en Madrid, si no expones en Madrid, se queda en algo muy local y sigues sin existir. Yo recuerdo que cuando vivía en Sevilla había que exponer en Madrid para que supieran que estabas vivo, y es un error que se mantiene desde entonces. No poder hacer una carrera paralela desde tu ciudad ha impedido que algunos salten a cierta fama».

Y por esta razón cuando se le pregunta si hay justicia en esto del arte, afirma que no, «como en todo en la vida. Yo creo que es la época de proponer y no la de esperar. Parece ser que los artistas dependemos mucho de los comisarios, que todo es como un equipo, el comisario, el crítico, la institución..., antes era más sencillo, ahora es como una empresa. Me gustaría que no fuera algo tan mecanizado, que no fuera siempre lo mismo. El arte ha llegado a tales expresiones hoy en día, que también debería haber variedad a la hora de exhibirse. Y las redes ayudan algo a difundir la obra, sobre todo en otros países, pero pienso que de momento sólo sirve como información, pero no para que te llame una galería de Australia».

En cuanto a las ferias del Arte , «claramente son lugares no para el arte, sino para el negocio, y cada vez hay una necesidad mayor de asistir a la ferias porque si no, los clientes no llegan a tu ciudad. Es algo que es así y las galerías lo saben», asegura.

Y, ¿ahora qué?. Tras hacer una gran exposición como ésta de Sevilla, «sí, hay que saber hacia dónde ir, es una decisión muy importante, pero yo creo que lo tengo claro y que la segunda planta de esta exposición, donde están las obras realizadas en telas, van a marcarme el camino para el futuro», dice el artista sevillano.

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