Medina Azahara, una ciudad avanzada a su tiempo

El yacimiento arqueológico cordobés, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco

Entrada de la casa de Ya'far. M. Pijuán
María Luísa Funes

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La ciudad palacio que mandó edificar Abderramán III en 936 a las afueras de Córdoba, fue ayer declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO al ser un sorprendente ejemplo de la avanzada arquitectura urbana de la cultura Omeya .

Y es que el tan desconocido yacimiento de Medina Azahara en Córdoba, otrora el gigantesco palacio que Abderramán III ideó para su amada, Azahara , fue un enclave pensado para amedrentar con su imponente lujo a los grandes enemigos de los Omeya, entre ellos los fatimíes de Ifriqiya -al norte de África- y los abasíes de Damasco.

Agua corriente en el siglo X

Medina Azahara ya poseía a mediados del siglo X una red de agua corriente que abastecía a todos sus edificios y a sus insignes habitantes, 25.000 «almas» que eran la élite de la ciudad de Córdoba , enclave que entonces contaba con más de 500.000 habitantes, mientras que París tenía 50.000 y en Londres solo vivían 12.000 personas.

Córdoba y su ciudad palacio «Medina Azahara» eran el lugar más importante del mundo en aquel momento , destino privilegiado de «peregrinación» de cerebros y hombres cultos venidos de otros países, que pasaban por Medina Azahara e incluso se instalaban allí, contratados por el califa. Científicos, músicos, astrónomos, filósofos y matemáticos cuyo trabajo fue clave para la posterior aparición del Renacimiento cinco siglos más tarde, disfrutaron de los lujos y comodidades de una ciudad palacio sin igual.

El esplendor del reinado del califa «pelirrojo» no tuvo igual; curiosamente, Abderramán III era descendiente de los Omeya, pero con abuela paterna navarra y madre cristiana.

Mecenazgo

La grandeza de su Emirato y -posteriormente- Califato fue en gran parte debida a su impulso personal y al mecenazgo de sabios y científicos avanzados . Medina Azahara contaba con suelos de los materiales más sorprendentes traídos de todo el mundo, alumbrado público nocturno y alcantarillado -al igual que el resto de la ciudad de Córdoba- salones refinados que recibían a boquiabiertos emisarios de otros países, delicadas alquerías y fabulosas filigranas en los capiteles de sus columnas.

La plantación de almendros cambiaba el color de la ladera de su monte a un blanco que creaba un efecto de manto de nieve. La ciudad se disponía en tres terrazas amuralladas , con zonas residenciales, zonas oficiales, mezquita propia, areas de descanso, restaurantes y cocinas, recreo, zonas para la belleza y el descanso, y areas de seguridad junto a las entradas. Los objetos de uso diario -en la mesa y en el cuidado personal-, los sistemas de irrigación, puentes, puertas y circuitos de vigilancia, equiparaban a Medina Azahara más a un palacio fortificado actual que a una construcción del siglo X.

Higiene y lujo

En Medina Azahara se utilizaban vasos y copas de cristal transparente , algo impensable en un mundo en que el mayor lujo hasta entonces eran los recipientes de metal. Se usaban desodorante, champú y dentífrico con sabor agradable. Sus habitantes se cambiaban de ropa según la estación , se bañaban o refrescaban dos veces al día y los hombres se cortaban el pelo con flequillo despejando cejas y orejas. En la mesa se servían primer plato o entrada, segundo o principal y postre, una selección de sofisticados pasteles de inspiración arabizante. Se comían espárragos y otros alimentos poco habituales en la época y se usaban manteles de cuero fino. Se acompañaban las comidas con música de fondo de laudes y de otros detalles que el famoso Ziryab , aquel atractivo cantante mulato venido de Damasco, había puesto de moda en la corte cordobesa ya un siglo antes.

Las guerras intestinas de Al-Andalus redujeron a Medina Azahara a ruinas solo setenta años después de su fundación. Y la ciudad-palacio permaneció abandonada, sirviendo de cantera extraoficial para muchos de los patios y edificios cordobeses. Pese al hecho de que por el momento se ha excavado y reformado únicamente un 10 por ciento de sus vestigios , su singularidad y atractivo hacen de esta emblemática ciudad palacio un lugar con magia que, abandonado a su suerte durante siglos, vuelve ahora a protagonizar la cultura mundial.

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