Grammys 2018

Los Grammy pasan del hip hop

Bruno Mars arrasa en los premios de la música, que olvidan al género más popular en EE.UU. y dan voz -pero pocos premios- a las mujeres

El cantante estadounidense Bruno Mars REUTERS

JAVIER ANSORENA

El rap es la banda sonora de EE.UU. Su origen y sus artistas -con excepciones- provienen de la minoría negra, de barrios urbanos marginales, pero su música se ha infiltrado en toda la sociedad desde finales del siglo pasado. Su rima a compás se escucha entre los estantes de un supermercado, en un coche parado en la gasolinera, en un club del Mission District o en una barbería de Harlem. Se baila en la «prom» del instituto de un pueblo de la América más profunda y blanca, en un « bar mitzvah » pijo en un hotelazo de Manhatan o en la fiesta de quinceañera de una mexicana de segunda generación en Albuquerque. Lo certificó a comienzos de este año un estudio de Nielsen , que situaba al hip hop como el género más popular en EE.UU.: el año pasado, , seguido del rock, con un 20,8%.

A la industria de la música, sin embargo, le cuesta reconocer al hip hop lo que se ha ganado en la calle y en las pistas de baile. En la ceremonia de los Grammy de este domingo, sus artistas tuvieron presencia y voz, pero, como es habitual, pocos premios. Los raperos coparon las nominaciones de los premios gordos, como el de mejor canción, mejor álbum o mejor grabación. En estas dos últimas categorías eran mayoría, con Kendrick Lamar -el gran fenómeno del género en los últimos años-, Jay-Z -tótem del rap- y Childish Gambino copando tres de las cinco nominaciones.

La última vez que un artista del hip hop ganó el premio al mejor álbum fue Outkast en 2004, con « Spekarboxx/The Love Below ». Si se considera « The Miseducation of Lauryn Hill » (1999), de Lauryn Hill, una obra de rap -aunque es sobre todo R&B-, el palmarés para el género en esta categoría se reduce a dos en toda la historia de los premios

Con la ceremonia celebrada en Nueva York, cuna del hip hop en su barrio del Bronx, muchos confiaban en un cambio de rumbo . Jay-Z, que durante años boicoteó la ceremonia por la escasa atención que se prestaba al rap- acudía con ocho nominaciones -el que más- y se sentó en primera fila con su mujer, Beyoncé . A Kendrick Lamara se le dio tratamiento de estrella absoluto, y fue la primera actuación de la noche, en solitario, y con un espectáculo de corte político, rodeado de bailarines con uniforme de combate. Otros raperos también subieron al escenario - Childish Gambino, Khalid con Alessia Cara y Logic , Cardi B con Bruno Mars - y protagonizaron algunos de los mejores momentos de la noche.

La ilusión se esfumaba cada vez que se abría un sobre de un premio importante: todos se los llevó Bruno Mars , dueño de un funk tan entretenido como higiénico (lo demostró en su propio show en la gala, nadie es tan divertido como él sobre un escenario). El hawaiano -hijo de puertorriqueño y filipina- ganó los seis premios a los que optaba, incluyendo los de mejor canción, mejor grabación y mejor álbum. Mientras tanto, Jay-Z se fue a casa de vacío -una derrota familiar: el año pasado, Adele se los robó todos a Beyoncé- y Kendrick Lamar obtuvo cuatro premios , pero todos dentro de la categoría de rap, excepto el de mejor vídeo.

Algo similar ocurrió con las mujeres. El movimiento « YoTambién » tuvo una fuerte presencia simbólica y se escuchó su voz con fuerza. Algunas invitadas vistieron de negro -como en la ceremonia de los Globos de Oro -, muchas acudieron con una rosa blanca, hubo discursos emocionantes como el de Janelle Monáe y actuaciones conmovedoras como la de Kesha -víctima de abusos sexuales-, que cantó acompañada de, entre otras, Cyndi Lauper , Camila Cabello y Julia Michaels , todas de blanco.

En los premios, se repitió la tónica habitual: pocas ganadoras. De los 84 premios, once fueron para mujeres. De los 899 nominados en los últimos años, solo el 9% fueron mujeres . La etiqueta #GrammysSoMale (Grammys muy masculinos) se propagó en las redes sociales. No contribuyó a la causa el presidente de la Academia de la Música, Neil Portnow , que aconsejó a las mujeres que «den un paso adelante» para mejorar su presencia en la industria.

La gala tuvo varios momentos de crítica política, con Donald Trump como víctima irremediable, pero sin la agresividad de otras ocasiones. Incluso Hillary Clinton se permitió un cameo, en un vídeo humorístico en el que leía un extracto del libro « Fire and Fury », que ridiculiza el primer año de Trump en la Casa Blanca.

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