Tim de Zeeuw ha participado en el ciclo «La ciencia del cosmos, la ciencia en el cosmos», de la Fundación BBVA
Tim de Zeeuw ha participado en el ciclo «La ciencia del cosmos, la ciencia en el cosmos», de la Fundación BBVA - Maya Balanya

Tim de Zeeuw: «¿Recibir señales de una civilización extraterrestre? Podría ocurrir mañana»

El director general del Observatorio Europeo Austral (ESO) explica cómo sus telescopios participaron en los últimos descubrimientos de planetas que pueden ser habitables

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No es muy habitual que un científico hable sobre la existencia de vida fuera de la Tierra con la espontaneidad, la naturalidad y el sentido del humor de los que hace gala Tim de Zeeuw, director general del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Garchig (Alemania), especialmente cuando se ostenta un cargo como el suyo. En muchos se notan las reservas, el exceso de prudencia. Pero no parece que a este holandés, que lidera «el programa astronómico basado en Tierra más potente del mundo», en el que también participa España, le guste cerrar puertas en algo tan grande como el Universo. Bajo su dirección está el gran radiotelescopio ALMA, el Telescopio Muy Grande (VLT) y el futuro Telescopio Extremadamente Grande (ELT), todos en el desierto de Atacama (Chile).

Ha visitado Madrid invitado por la Fundación BBVA para hablar de cómo esos instrumentos han revolucionado la visión del Cosmos. Entre sus logros, la participación en dos hallazgos recientes de gran impacto: el planeta potencialmente habitable más cercano, Próxima b, y los siete planetas similares a la Tierra del sistema Trappist-1.

-¿Cómo valora los descubrimientos de esos nuevos mundos?

-Creo que son realmente entusiasmantes, saltos hacia adelante importantísimos en el conocimiento del Universo y, en especial, en esa pregunta tan antigua de si hay planetas en órbita alrededor de otras estrellas que tengan agua, actividad biológica, vida inteligente quizás... Próxima b demuestra que incluso la estrella más cercana, una enana roja menos brillante que el Sol, puede tener un planeta rocoso, parecido a la Tierra, a una distancia que lleva a pensar que si existe agua estará en forma líquida, como la que vemos en un vaso. Y los biólogos nos dicen que se necesita agua líquida para que haya vida. En la Tierra es así.

-¿Y el sistema Trappist?

-Se trata de una estrella con siete planetas rocosos alrededor, que parecen estar en la zona habitable y tener agua líquida, y eso nos llena de entusiasmo. Están diez veces más lejos, a 39 o 40 años luz. Si Próxima b estuviera aquí (señala una esquina de la mesa), Trappist estaría al final de la mesa, pero no en Barajas, en Valencia o Santiago de Chile.

-Un reciente estudio de la Universidad de Colorado reducía las posibilidades de habitabilidad a uno solo de esos mundos.

-Yo creo que es bastante probable. Si vemos nuestro propio Sistema Solar, la Tierra obviamente está en la zona habitable, pero Marte y Venus están bastante cerca, quizás en el límite. Venus tiene un ambiente muy hostil a la vida: una atmósfera muy caliente, malos elementos... En Marte puede que haya habido vida en algún momento. Estar en la zona habitable es una condición necesaria para que exista la vida, pero quizás no sea suficiente.

-Si tuviera que elegir cuál de esos sistemas estudiar primero, ¿cuál sería?

-Obviamente, ambos. Pero la respuesta no tiene tanto que ver con lo que a mí me gustaría hacer primero, sino con lo que pueda ser posible. Próxima b está diez veces más cerca y es un poquito más fácil de estudiar con nuestros telescopios actuales y con el Telescopio Extremadamente Grande (ELT) en proyecto, que ampliará la imagen. Piensa que tienes la estrella y cerca un mundo que es un puntito diez millones de veces menos brillante.

-Algo muy difícil de ver.

-Muy difícil. Es como mirar una partícula de arena junto a un foco en el estadio del Real Madrid. Pero si coges el telescopio y amplías la imagen, lo ves muchísimo más grande y el punto se separa mucho más de la estrella, de forma que puedes estudiarlo mejor. Y eso es más fácil cuando el objeto está más cerca. Así que creo que vamos a aprender muchísimo de Próxima b los próximos años. Y quizás también del sistema de Alfa-Centauri, las dos estrellas muy brillantes que están muy cerca de Próxima y se parecen mucho al Sol en propiedades. El ELT también podrá ver a Trappist, pero no va a ser fácil.

-¿Cómo sabremos que efectivamente son planetas interesantes y hemos dado en el clavo?

-Primero, hay que determinar si tienen atmósfera. La Luna no la tiene y, lo mismo nos equivocamos, pero creemos que no hay vida. Y eso ya es posible en el caso de los planetas Trappist. Todavía no podemos sacar fotos de esos planetas, pero cuando pasan por delante de su estrella bloquean un poco su luz y hay un pequeño titubeo, una variación en el registro de la luz provocado por la atmósfera. Así se pueden descubrir cosas como ozono, metano... moléculas asociadas con la actividad biológica. Si detectamos esos elementos en la atmósfera de un exoplaneta no sería una prueba irrefutable pero sí una buena evidencia de que, por ejemplo, puede que allí haya plantas. No significa que haya dinosaurios ni otra Fundación BBVA, pero es posible (ríe).

-¿Cuándo encontraremos el «gemelo» de la Tierra y qué instrumento va a ser capaz de detectarlo?

-Bueno, primero tendría que decirme cómo definiría al «gemelo» de la Tierra. Hemos encontrado ya que algunas estrellas cercanas tienen planetas rocosos y con una masa equivalente a la de la Tierra, se podría decir por tanto que son gemelos de la Tierra. Pero si además tienen que tener una estrella igual al Sol y una luna... o si tienen que tener un contenido del 70% de agua, entonces ya va siendo más difícil...

-Me refiero a un planeta que pueda albergar alguna forma de vida.

-Bueno, ese descubrimiento podría llegar en los próximos diez o veinte años. También podrían ser otros cien. Pero el nuevo telescopio ELT, muchísimo más potente que los existentes, podría encontrar evidencias en las atmósferas de los planetas rocosos de los que hemos hablado. Si recibimos señales de radio que son artificiales sabríamos que hay una civilización, eso podría ocurrir en cualquier momento.

-¿En cualquier momento?

-Podría ocurrir mañana. Lo que sabemos es que nuestra galaxia tiene 200.000 millones de estrellas, la mayor parte de ellas menos brillantes que el Sol, más rojas. Si se examinan esos objetos, los que están más cerca tienen muchos planetas alrededor, así que es posible que la Vía Láctea tenga más de mil veces mil millones de planetas. Y entonces la cuestión es si el nuestro es el único donde hay vida. Quizás, pero durante mucho tiempo hemos pensado que éramos especiales, que estamos en el centro del Universo, y no lo estamos, hay cien mil millones de «vías lácteas».

-Mucho espacio para estar solos...

-A lo mejor estamos solos pero es posible que si se formó aquí la vida se haya formado también en algún otro sitio. La vida existe en la Tierra desde hace varios miles de millones de años, la mayor parte de ese tiempo en forma unicelular. Hace 600 millones de años vinieron todos los demás organismos complejos, criaturas marinas que luego pasaron a tierra, dinosaurios, mamíferos, el ser humano... pero no es hasta los últimos milenios cuando se desarrolla la tecnología. Ahora tenemos tecnología que nos permite observar el Universo y estamos mandando señales. De televisión desde finales de los 30. En principio, todo eso se puede detectar en el sistema Trappist, que solo está a 40 años luz. A lo mejor están viendo allí la televisión de hace años, «Dallas» o algún programa de ese tipo. A lo mejor J.R. es una gran estrella entre las estrellas (risas).

-No nos hacemos notar desde hace mucho tiempo.

-Lo que intento decir es que si alguien hubiera estado examinando la Tierra en algún momento de los últimos millones de años durante gran parte de ese tiempo habría encontrado muy poca evidencia de vida. No es hasta el último siglo que estamos enviando señales activamente al espacio y somos mucho más perceptibles. También hay que considerar cuánto tiempo va a durar la civilización. Si destruimos el planeta, habrá habido un corto período histórico con tecnología y eso habrá desaparecido. Si ocurre algo parecido en el resto del Universo tendríamos que coincidir con esa época y tener suerte y descubrirlos. El Universo es realmente enorme y el tiempo que lleva existiendo, 13.000 millones de años, es muchísimo. Nuestra sociedad filosofa desde hace siglos sobre la existencia de otras civilizaciones, pero es esta generación la primera que va a poder descubrir algo al respecto.

-¿Cuáles son para usted los más importantes hallazgos realizados con telescopios de ESO?

-Creo que la primera imagen de un exoplaneta, que se tomó en 2004, un planeta gaseoso bastante grande alrededor de una estrella muy poco brillante. Muchos de los primeros planetas extrasolares de primera generación se encontraron también con un telescopio de ESO. También el estudio del agujero negro central de nuestra galaxia, y el estudio de las regiones más cercanas en las que se forman estrellas y planetas, cuatro o cinco veces más lejos que el sistema Trappist. Todo esto lo propicia la tecnología.

-Participan en la obtención de la primera imagen del agujero negro central de la Vía Láctea. ¿Cómo va el proyecto?

-Sí, no se podría hacer sin ALMA, que se coordinará con otros telescopios de todo el mundo. Pero lo de la primera «foto» del agujero negro es pasarse un poco. Vamos a ver si es posible. Lo que está claro es que hay un agujero negro y que tiene propiedades un poco parecidas a las que vimos en la película «Interestelar», así que vamos a ver si este siguiente paso revela algo nuevo. El experimento se hará durante varios días y noches de esta misma semana (comenzó ayer día 5)y luego habrá que analizar todos los datos, lo que llevará tiempo.

-¿Qué mejoras aportará el ELT, su proyecto más ambicioso?

-El espejo principal va a tener un diámetro de 39 metros y va a constar de 798 segmentos hexagonales, todos trabajando conjuntamente, dentro de una estructura de acero y una cúpula. El telescopio seguirá a las estrellas de una forma muy precisa porque queremos que la imagen tenga la mayor resolución posible. El edificio tiene cien metros de ancho, 80 de altura y el tejado girará y se abrirá para que el telescopio vea el cielo. Es como el Bernabéu con un tejado giratorio (risas).

-¿Qué nos va a aportar?

-Tiene una precisión altísima. El espejo tiene un diámetro cuatro o cinco veces superior a los mayores telescopios que existen ahora mismo. El Gran Telescopio de Canarias tiene 10 metros, este va a tener 40. La potencia de recolección de luz en la superficie del espejo es 16 veces mayor. El salto adelante va a ser equivalente al que dio Galileo cuando dejó de mirar el cielo con los ojos y empezó a utilizar un telescopio y vio montañas en la Luna, las lunas de Júpiter... Este telescopio va a descubrir cosas que yo no puedo predecir, pero lo que sí puedo predecir es que va a ser importantísimo para el estudio de los exoplanetas, el universo profundo y para descomponer la luz de las galaxias cercanas en todas las estrellas individuales que la forman, lo que es muy importante para la ciencia.

-¿En qué fase está la construcción?

-Los contratos para la construcción ya se han firmado y la primera piedra se pondrá el 26 de mayo de este año. La montaña está lista, se ha aplanado la cima y hecho la carretera. La primera luz será en noviembre de 2024 y las primeras observaciones a principios de 2025.

-¿Podrá tener el ESO un observatorio espacial alguna vez?

-Me encantaría y no está excluido de nuestras misiones. Hoy nuestro trabajo es construir telescopios de clase mundial que ningún país o pequeña combinación de países pueda desarrollar por ellos mismos desde el punto de vista económico e industrial. En tierra podemos construir telescopios enormes y ocuparnos de ellos fácilmente, pero está muy bien tener alguno encima de nuestra atmósfera porque no tienes que preocuparte de las turbulencias climatológicas que impiden ver las imágenes.

-Deja la dirección en unos meses y le sustituye un español, Xavier Barcons. ¿Cómo es la participación española en el observatorio?

-España se unió en 2006 a la ESO. Es un miembro muy constructivo y leal, está implicado en casi todos los aspectos del programa y el gobierno español ha dado mucho apoyo. He trabajado con Barcons cuando era el presidente del consejo, somos buenos amigos, así que dejo la ESO en buenas manos. Él puede seguir adelante con el buen trabajo.

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