Imagen del cometa 67P tomada por la cámara Osiris, a bordo de la misión Rosetta
Imagen del cometa 67P tomada por la cámara Osiris, a bordo de la misión Rosetta - ESA
67P, el cometa de Rosetta

Un mundo se desmorona a su paso por el Sol

Por primera vez, la sonda Rosetta ha observado los continuos cambios en la superficie de un cometa en su viaje por el interior del Sistema Solar. La transformación incluye el colapso de acantilados enteros y una gran erosión

MADRID Actualizado: Guardar
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El pasado septiembre, la Agencia Espacial Europea (ESA) ponía fin a la apasionante misión Rosetta, la primera de la historia en aterrizar sobre un cometa, al estrellar la nave del mismo nombre contra la roca 67P/Churyumov Gerasimenko tras más de dos años de observaciones. Los científicos confirmaban la «muerte» programada de la sonda, pero advertían que la historia no acababa allí, ni mucho menos, ya que habían recogido tanta información que tardarían décadas en procesarla. Este martes, la revista Science publica algunos de esos resultados, una investigación en la que participan especialistas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Gracias a las observaciones de Rosetta, por primera vez se ha podido conocer cómo cambia un cometa cuando se acerca al Sol.

Y la transformación, que incluye el derrumbe de acantilados enteros, es impresionante.

Los cometas, cuerpos helados que proceden de las regiones externas del Sistema Solar, adquieren su apariencia típica cuando se aproximan al Sol. Entonces, los hielos se subliman y aparecen la famosa cola y la coma, la envoltura gaseosa que rodea al núcleo. Pero precisamente lo que ocurre en ese núcleo durante el viaje ha sido hasta ahora un misterio, ya que queda oculto tras la coma. Eso es lo que ha desvelado la cámara Osiris de Rosetta, que pudo cartografiar detalladamente y en alta resolución la superficie de 67P desde su despertar en mayo de 2014 hasta el máximo acercamiento al Sol (lo que se denomina perihelio) en agosto de 2015, y en su progresivo distanciamiento del mismo.

67P visto desde diferentes orientaciones, con las regiones delimitadas
67P visto desde diferentes orientaciones, con las regiones delimitadas - ESA

«Esos grandes cambios parten de modificaciones a pequeña escala, en ocasiones se trata de decenas de metros e incluso menos, en la superficie del núcleo cometario y cuyo origen está en la sublimación del hielo superficial y subsuperficial», explica Luisa M. Lara, investigadora del CSIC en el Instituto de Astrofísica de Andalucía que participa en la misión Rosetta. «La actividad cometaria es un fenómeno que involucra procesos violentos, como estallidos de actividad. En otro artículo que se publica en 'Nature Astronomy', documentamos por primera vez una relación inequívoca entre un estallido y el derrumbamiento masivo de una cordillera», continúa.

Sin embargo, los cambios no han afectado a los grandes accidentes geográficos de 67P, lo que indica que la orografía del cometa (y su silueta de pato) se fraguó en una etapa anterior. Según explican desde el CSIC, se sabe que la interacción gravitatoria de Júpiter ha modificado al menos dos veces la órbita de 67P, en 1940 y en 1959, en las que la distancia mínima al Sol pasó de ser 600 millones de kilómetros (insuficiente para activar el cometa) a 410 y 186 millones de kilómetros, respectivamente.

Los investigadores creen que los grandes relieves de 67P pudieron formarse bien en órbitas anteriores en esta misma configuración orbital, o bien en épocas anteriores. El estudio revela que el cometa vivió en su pasado un periodo de actividad mucho más intenso del que ha podido documentar la misión Rosetta.

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