El rey que condenó a un preso a tomar tres tazas de café al día

Gustavo III de Suecia llevó a cabo uno de los experimentos científicos más curiosos de la Historia para demostrar hasta qué punto esta bebida era perniciosa

Gustavo III Erik Cornelius / Nationalmuseum / Wikipedia

Pedro Gargantilla

Una de las óperas más complejas de Giuseppe Verdi es “Un ballo in maschera” (“Un baile de máscaras”), basada en el asesinato del monarca sueco Gustavo III (1746-1792). Su argumento fue censurado, se obligó al compositor a cambiar la ubicación del argumento, de Suecia al Boston precolonial, así como el protagonista, el rey de Suecia, se transformó en el gobernador Riccardo.

Gustavo III fue un hombre inteligente, brillante, de trato afable y dotado de una enorme curiosidad intelectual. Doscientos años después de su muerte es recordado por tres hechos, por su absolutismo, su amor al arte y su odio encarnizado al café . Una bebida que había sido introducida en Suecia en torno a 1674, cien años antes de que Gustavo alcanzase el trono.

El soberano estaba convencido de que el café contenía sustancias venenosas que acortaban la vida de los que la consumían. Persuadido por sus médicos de cámara, decidió realizar un ensayo clínico para demostrarlo.

Condenado a beber café de por vida

Gustavo III se propuso comparar la toxicidad del café con la del té y, para evitar sesgos, decidió realizar el estudio en dos hermanos gemelos, concretamente en dos reos que habían sido condenados a cadena perpetua por cometer diferentes crímenes.

El soberano decidió conmutar la cadena perpetua a ambos hermanos a cambio de que se prestaran a formar parte de su experimento: a partir de ese momento ambos llevarían una dieta similar, la única diferencia radicaría en que uno debería tomar tres tazas de café todos los días, mientras que el otro gemelo tomaría tres tazas de té diarias.

Una comisión formada por dos médicos controlaría a cada uno de los hermanos. Mientras se desarrollaba el experimento, con el cual el monarca esperaba rubricar su teoría, se prohibió el consumo de esta bebida en todo el reino.

El experimento resultó ser un fracaso, ya que pasado el tiempo, los dos médicos fallecieron y el monarca Gustavo III fue asesinado en 1792, a la edad de cuarenta y seis años, en un baile de máscaras. Se cuenta que durante su agonía -que se prolongó durante trece días-, el monarca mandó llamar al reo condenado de por vida a beber café y le dio la libertad.

Si el rey hubiera tenido una larga vida se habría llevado un enorme disgusto, porque de los dos gemelos, el primero en fallecer fue el que tomaba té –a la edad de 83 años- poco tiempo después falleció su hermano.

¿El café es malo para la salud? La verdad es que del estudio de Gustavo III no se puede inferir esta conclusión, ya que el reo consiguió llegar a octogenario y, además, se le exoneró de cumplir la cadena perpetua.

La ciencia contra Gustavo III

La respuesta a la pregunta llegó tarde pero llegó. En el año 2017, en la acreditada revista Annals of Internal Medicine, se publicaron dos estudios observacionales de los que se desprendía que el consumo de unas tres tazas de café al día es bueno para la salud . Para llegar a esta conclusión los expertos analizaron datos procedentes de diez países y de 521.330 personas de una edad superior a treinta y cinco años.

Según los autores de los estudios, el consumo de café, tanto si es con cafeína como descafeinado, se asociaba con un menor riesgo de muerte –de hasta el 18% en los varones y del 8% en las mujeres-. Si Gustavo III de Suecia levantase la cabeza y viese que actualmente su país se encuentra entre los diez mayores consumidores de café a nivel mundial seguramente se moriría de un disgusto.

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

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