La comparsa de Alcalá de Guadaíra que dirige Ramón Jiménez Zamudio ha puesto este año toda la carne en ese asador que es el Gran Teatro Falla. No va a conformarse esta comparsa, que interpreta a unos cantaores que sobreviven en una taberna, con el resultado del año pasado, cuando logró colarse en cuartos de final con 'El andalú'.
«No cantamos pa los ricos», advierten en la presentación, para que quede claro desde el principio que son flamencos, sí, pero con una conciencia de clase muy carnavalera. Es un conjunto vocal privilegiado que canta con un arrojo difícil de explicar con estas modestas palabras. José Manuel Utrera López, gaditano, es coautor de una música poderosa.
'¡Se prohíbe el cante!' dedica su primera letra de pasodoble a la princesa Leonor: ¿es ya lo más cantado de este año?. La melodía, fraguada en una pureza indiscutible, busca el artificio a través de tantos matices —la segunda imponiéndose al tenor en un largo pasaje, la falseta, las partes susurradas, los largos silencios...— que por momentos se aleja de la estructura sencilla, que es la que mejor entra.
La segunda letra, al andaluz, a quien sugiere que haga como el catalán y luche por su Andalucía. Tanda de cuplés a la independencia y a los perros que caben en un bolsillo. Sorpresa en el estribillo por bulerías, muy ovacionado.
Es en el popurrí donde explotan las posibilidades flamencas del tipo y de la agrupación, aunque recuerdan que «las revoluciones nacieron en las barras». Cuartetas muy solemnes y, tal vez, demasiado autoconscientes. Han asombrado con la forma —la puesta en escena, el despliegue vocal...— en preliminares. Veamos qué traen en próximo(s) pase(s).
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