coac 2024

El paseíto: la comparsa de Fran Quintana elige Cádiz como última voluntad en un gran pase de preliminares

El regreso de esta agrupación, totalmente renovada, cuaja una completísima actuación que vale unos cuartos

Fotos: Comparsa 'El paseíto' en el COAC 2024

Comparsa El paseíto Manuel Fernández

Jaime Cedillo

Cádiz

Comparsa

El paseíto

Imagen - El paseíto
  • Autor Fran Quintana

Los primeros minutos de la actuación que ha supuesto el regreso de Fran Quintana a la comparsa han sido, lamentablemente, accidentados. Al inicio de la presentación se ha descoordinado el conjunto vocal, tal vez preso de los nervios. Pero si no fuera porque este cronista malaje lo apunta todo, se nos habría olvidado. El resto de pase —o sea, el repertorio— ha sido notable.

La idea se transmite de forma elocuente desde los primeros compases. Estamos en el primero de agosto de 1936. Paco es un relojero republicano al que acaban de recoger en su taller para fusilarlo. Podría el autor haber aprovechado el tipo, de connotaciones trágicas, para solemnizar su propuesta. Pero nada de eso. Se juega con el doble sentido del 'paseíto' (referencia a la siniestra jerga utilizada para los preámbulos de las ejecuciones) para despedirse, con alegría, de Cádiz. Es su última voluntad.

El pasodoble se interpreta a ritmo de tres por cuatro, como el autor gusta, y rapidito. Trío susurrado con los nudillos como único instrumento. Presentan el pasodoble, de estructura clásica y logrados matices melódicos. La segunda letra, a los atropellos de la política sanitaria en Andalucía. Dura crítica a Juanma Moreno, «el perro faldero de Ayuso en Sevilla».

Los cuplés siguen en la senda de ritmo frenético. El primero, en clave futbolística; el segundo, a esa inteligencia artificial que revela la fecha de tu muerte. El estribillo también vuela... y tampoco se desprende del tipo: «¡Dispárame ya!», piden después del trabalenguas.

En el popurrí nos recuerdan que el repertorio se centra en los últimos momentos de su vida, cuando han decidido despedirse de la Tacita. Paco visita primero el pópulo y sigue por el castillo de Santa Catalina, cuyas puntas protegen a la ciudad de la turistificación, de las ruinas de la industria gaditana, del abandono del patrimonio, del conformismo y del chovinismo.

A ritmo de tanguillos, continúa Paco el relojero por la Plaza de Abastos, donde se cuece el habla popular que exprime las expresiones más genuinamente gaditanas. Hacen parada en la catedral, lo que le sirve para sancionar el sistema eclesiástico. La idea de la comparsa se asienta sobre una arquitectura muy sólida. La música pellizca y las letras son de gran calidad. Muy buen pase de Fran Quintana.

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