Tolerancia a la gaditana

Lo que no llego a entender es tanta misoginia y envidia hacia la mujer carnavalera, ni a esos que no asumen que su agrupación no estaba a la altura

Nandi Migueles

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En una ciudad donde presumimos ser cuna de la libertad, deberíamos presumir también de serlo de la tolerancia, pero no es así. Algunas opiniones vertidas sobre el fallo del jurado en cualquiera de los años que lleva nuestro concurso son de gente que no discrepa ni opina, sino que insultan directamente. Se puede estar de acuerdo o no con el veredicto, pero las consideraciones en contra deberían reflejar al menos esa actitud respetuosa sobre las ideas o aptitudes de los demás, aunque no coincidan con las propias, la tolerancia. Aquí somos tolerantes según nos interese.

Cada año, autores, componentes y aficionados, reflejan con sus sentencias y palabras, cuales son los rasgos que lo definen como persona. Por suerte, la mayoría de ellos son gente elegante que saben ganar, pero también perder, aunque haya alguno de estos opinantes que no ganaron nunca y osan de dar lecciones a pie de calle. Hemos visto como muchos de nuestros autores han felicitado a los ganadores con un gusto selecto, con la clase se nace. Asumen que no ha habido en la historia del concurso un fallo del jurado que complaciera a todos. Cada gaditano tenemos nuestra final (personalmente hubiera cambiado una comparsa y dos chirigotas).

Lo que no llego a entender es tanta misoginia y envidia hacia la mujer carnavalera, ni a esos que no asumen que su agrupación no estaba a la altura, y mucho menos a los que, seguramente por el fruto de su frustración artística, adoctrinan a su grupo con ideas de persecución personal, envenenando a sus componentes con coces parlantes a diestro y siniestro. La mayoría hemos sido castigado por algún jurado, pero a estas alturas el que no entienda que esto ha ocurrido desde que nació este maravilloso concurso debería renunciar a participar, los demás se lo agradeceríamos.

La tolerancia en las letras pueden leerse como poesía sí, pero a las personas se las definen por sus actos.

No a la invasión.

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