La parodia gira en torno al desfile procesional de su cofradía en una burla a la Semana Santa. Aquí no se salva nadie, por lo que si alguien se molesta, mejor que se ponga el Hormiguero. Aprovechan esa túnica y el capirote para dar 'carga', con un ingenioso juego de palabras constante. Humor rebosante de golpes donde siempre se le atiza a la derecha, sin remisión, desde su esquina ideológica y con la crítica como arma.
Las palabras se quedan escasas para continuar elogiando el desarrollo de un cuarteto en modo superlativo o, como se dice coloquialmente, que juega en otra liga. Un hilo conductor perfectamente visible recorre esa primera pieza que nunca se dispersa ni se despega de la historia. El repertorio se mantiene equilibrado en sus cinco componentes, ya sin el mayor protagonismo de Emilio Tello como ocurría en preliminares.
Los cupleses van desde Nacho Cano a Antonio Procopio, moviéndose perfectamente entre lo local y lo nacional. Culminan su sobresaliente actuación con una parodia totalmente renovada donde siguen con su particular repaso a la derecha y la ultraderecha, a los nazis, a los fachas y a los negacionistas. A Iker Jiménez, a Santiago Abascal y a todos los que se sientan en el flanco diestro de la sociedad. O se sientan o ellos mismos lo ubican.
Para colmo, manejan a la perfección el noble arte de la improvisación tras varios lustros sobre las tablas y hasta arrancan la carcajada aludiendo al deslucido final de preliminares. ¡Viva el humor! Siempre.
Esta sociedad de Gago y Migue Moreno se encargará de extirpar el humor negro de este Carnaval y de velar por la supremacía del humor blanco, sin dejar a alguien sin pisar la hoguera
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