El joyero: la pluma sensible y guerrera de David Carapapa alcanza la excelencia en cuartos

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El joyero

• Autor David Márquez Mateo 'Carapapa'

David Márquez Mateo 'Carapapa' está inspiradísimo en este concurso. Las piezas fijas del repertorio se saborean más si cabe en una segunda escucha. El grupo, empacado y luminoso, exprime un repertorio evocador que no se agota ni en los paréntesis. Tenor de innegociable presencia, octavillas precisas, segundas profundas... No podían haber caído las letras en mejores gargantas.

La tanda de pasodobles de estos guardianes de las joyas gaditanas constituye una radiografía de la personalidad artística de El Carapapa. Una letra para agitar sensaciones y otra sensacionalista. El pasodoble al autismo se sumerge al inicio en el calvario de unos padres. Sin embargo, vira de pronto al mensaje positivo: lo que te enseñan estos niños. «No saben qué es la envidia, el odio ni la mentira», son la «fuente de energía» de una casa. Una letra tratada con una sensibilidad impecable.

No será este cronista el que defienda las letras de lágrima, pero queremos pensar que esta se justifica porque trasciende las emociones para sumergirse en la temática social. Y es que contiene una referencia sobre cómo se ve este trastorno desde fuera.

La segunda letra de la tanda es para «la derecha española, perdida y desorientada». Una durísima crítica contra la oposición mezquina que Vox y PP están llevando a cabo. «Ver a los fachas contra los policías es una fantasía», viene a decir un pasaje del pasodoble, cuyo remate es una invitación: «Si quieren la unidad de España, que cojan su bandera para defender el salario de los trabajadores, la sanidad, las pensiones...» La temática, muy vista; el prisma, tantas veces escogido, pero está tan bien contado...

Incluso la tanda de cuplés ha sido notable. El primero, a una furgoneta en la que cabe todo y un ligue que era, en verdad, un señuelo para hacer una mudanza. El segundo, aún mejor, sobre el precio del aceite. El vecino lo aprovecha para ahorrar en otras actividades. Incluso para poner las lavadoras. Lo malo es que sus niños huelen a sanjacobos y pimientos fritos. El estribillo es exquisito. Corran a escucharlo.

Con todo, el popurrí es la pieza más redonda. Dedicado íntegramente a Cádiz, que «con su corona de reina capotea el temporal». Sin embargo, su mayor tesoro, su mayor riqueza, es la que no se ve: su gente, «la quintaesencia del ingenio y de la gracia», entre otras virtudes. Un comparsón.