'Los hermanos del buen fin': El sueño casi imposible de ese Juicio Final
La secta del Bizcocho, que sufre amnesia colectiva en el primer cuplé, no es de carcajada limpia, es más de risa prolongada, de humor inteligente, de efecto algo más retardado que le resta impacto en el Teatro
La secta del Bizcocho engancha. No es de carcajada limpia, ni se pretende. Es más de risa prolongada, de humor inteligente con doble y triple sentido, de efecto algo más retardado que le resta impacto en el Teatro. No pierde el ingenio de sus creaciones, que merecen el premio de la regularidad por traer cada año una chirigota de gran altura.
No obstante, a 'Los hermanos del buen fin' les ha faltado algo de carisma. El tipo, la música, los pasodobles... el 'yoquejé' le ha impedido agarrar a un espectador imprevisible que un día te encumbra y al año siguiente te pone los tarros con otra que pasa. Además, en esta tercera fase lo han intentado con un cuplé fresquísimo al Papa Francisco, pero su Santidad o la Divina Providencia le ha castigado con la amnesia colectiva.
Una crítica ácida es injusta porque la chirigota está muy bien construida, es atrevida y siempre busca el humor desde el personaje, sin salirse de él en ningún instante. 'Sólo' simpáticos ambos pasodobles, a las religiones y al Carnaval. Cupletazo el de los futbolistas calentones que están asustados por los mensajes anónimos que desvela Cristina Fallarás. El grupo de 'whatsapp' está «más subido de tono que el popurrí de La ventolera»
Grandes cuartetas en un popurrí que es top y que le impulsa en su sueño casi imposible de tener ese Juicio Final el 28 de febrero. Pero si el gran líder dice que es posible...
Tiene mucho mérito apostar siempre por el humor, sin caer en el recurso fácil; por el humor inteligente, complejo, a veces más de sonrisa que de carcajada, sin trucos ni fuegos de artificio
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