«Desde niño encontré mi pasión a tu lado». Así comenzaba el segundo tango del coro 'Los Martínez' en su actuación en la Gran Final del COAC. La letra proseguía hablando de cómo Julio Pardo Carrillo, hijo del legendario autor fallecido la pasada semana, se introducía en el mundo del tanguillo en su más tierna infancia.
Sin apenas saber andar, ya cantaba de la mano de su padre. Después lloraba por la noche porque al día siguiente había que ir al colegio y en su cama soñaba con la batea y volver a cantar en la plaza. Ilusión del hijo de un corista.
«Toda una vida siempre a tu vera, papá». Y la vida, que nunca se detiene, ahora pinta un escenario similar para el hijo: «Y ahora siento escalofríos cuando yo me subo a cantar y es mi niña la que ahora viene a escuchar».
Pero la saga Pardo tiene cuerda para rato, para satisfacción de un abuelo corista que a buen seguro sentía que el tango corría la sangre de su nieta: «Una cosa te voy a jurar, esta historia no va a terminar, que mi niña va a cantar tangos como su abuelo y su papá». «Tú te vas a encargar, como hiciste conmigo siendo un chiquillo, de que tu nieta sienta el tanguillo, nuestro tanguillo».
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