Y de nuevo está aquí la comparsa de El Puerto de Miguel Zampaña y David Ganaza, consagrada en esta segunda fase. La mejor representación de la localidad portuense, cuna de enormes agrupaciones, históricas, envuelta en una crisis permanente.
En el primer pasodoble, entrañablemente cantado, glosan las emociones del cadista cuando acude a su templo, cual si fuera una religión. Exposición de un sentimiento que contrasta con las ambiciones del mandatario del Cádiz CF. Lanzan así una feroz crítica a Vizcaino más por su ideología que por su gestión.
Misma fórmula utilizada en la segunda copla. En la soledad de su cuarto soñaban con convertirse en el contralto de Agua Clara, de Robot... Merecido homenaje a las voces sagradas del Carnaval de los 80. Coinciden en que «no llevan el Antifaz de Oro en la solapa. Les falta concursar cantando tangos«. Como Juan Carlos Aragón, recibirán la máxima distinción del Carnaval después de muertos.
Hacen reír en los cuplés, el primero en el remate (como los americanos) y el segundo por el buen resumen que hacen de los titos de la primera fase.
Precioso popurrí, con la estremecedora la cuarteta del flamenco, señalando esas Cositas de Cádiz que no se pueden perder. Buena actuación de un grupo que ha ido perfilando sus astillas hasta consolidarse en su estilo, donde prima una interpretación sencilla, sin estridencias, y coplas críticas desde la contención de su cante.
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