La chirigota de Chiclana estaba completando un concurso notable. La idea de los quinquis que habitan en poblados cuajó desde preliminares, la puesta en escena es la mejor de la modalidad, son buenas las dos buenas melodías de pasodoble y, hasta esta fase de semifinales, las letras eran impecables.
El pase de Manuel Benítez y Francisco Daniel Benítez, los Molina, arrancó muy esperanzador. La primera letra, sobre lo que la gente opina de su condición chabolista. Para ellos, un hogar decente es mucho más que tener comodidades. «En un hogar reina el amor y lo demás solo es ladrillo». Buena letra.
Para el segundo de la tanda, una nueva melodía. Esta vez los destinatarios eran los gaditanos que se quejan de que el carnaval esté perdiendo la esencia. No deberían ser ellos quienes echen la culpa a los de fuera. Son ellos quienes tienen que cantar a Cádiz.
El problema del pase ha estado en los cuplés, sin el nivel suficiente para esta fase de semifinales. En el primero resaltan el porno de calidad de los últimos tiempos, que hasta presenta escenas con argumento. En el segundo, aún menos relevante, protestan contra la moda de competir en cada fase: renovando presentaciones y popurrís, haciendo cupletinas y cantando letras a Paquirrín. Ejem.
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