Opinión Carnaval

La misma historia

En Cádiz hay arte para llenar dos teatros a la vez, y cinco si hubiera una programación cultural a la altura del potencial de esta ciudad

La cantera del Carnaval de Cádiz

Antonio Muñoz

Cádiz

El sábado fui al teatro. Y me encantó lo que vi. Un derroche de talento, de fuerza, de música e interpretación. Y todo made in Cádiz. Me flipó esa puesta en escena sencilla, sin forillo ni fuegos artificiales en un escenario tan vacío como lleno gracias a unas intérpretes maravillosas. Ah, que no lo he dicho, que esto fue en la Central Lechera y la obra se llamaba 'La misma historia', de La Gaviota Teatro. Porque sí, en Cádiz hay arte para llenar dos teatros a la vez, y cinco si hubiera una programación cultural a la altura del potencial de esta ciudad.

Mientras me estremecía, me emocionaba y me reía con Conchi, Salu y el resto de enormes actrices en la plaza Argüelles pensaba que a unos cientos de metros había otras personas que estarían sintiendo lo mismo en el Falla. A fin de cuentas la cultura tiene esa magia, la de conseguir el mismo resultado mediante las manifestaciones más diversas. Y al mismo tiempo pensaba que es increíble que en un territorio tan reducido como el de Cádiz se pueda concentrar tanto arte. Que puede parecer un tópico, o una exageración, pero que no, que en Cádiz la que no interpreta, canta, y el que no toca un instrumento, cose y quien no baila, es poeta. Hay honrosas excepciones, por supuesto, pero bueno, también hay que valer para ser público y hasta tocar las palmas por bulerías. En lo que no debemos caer es en pensar que esto es genético. No, el arte también se mama y en Cádiz lo mamamos desde chiquititos gracias a una expresión cultural sin parangón como es el Carnaval.

El compás cala en los huesos, la poesía se recita como si las palabras se nos derramaran de tanto como nos llenan, la imaginación vuela para convertirnos en cualquier cosa gracias al infalible hechizo de los coloretes. El día que alguien descubra la fórmula del arte en esta ciudad, Cádiz será el Silicon Valley de la cultura. Quizá para eso hace falta que nosotros mismos nos lo creamos y nos sintamos orgullosos, que nos quitemos complejos, que no hay arte menor cuando es capaz de erizar la piel.

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