OpiniÓn | Carnaval

No me enfado, pero me da coraje

El Carnaval debería ser algo mucho más sano que eso en lo que lo estamos convirtiendo entre todos. Libertad de expresión y libertad de elección

La oveja negra de Martínez Ares

Antonio Muñoz

Cádiz

Escuchaba la otra noche a un autor tras su actuación decir que no va a opinar sobre si le parecía bien o no el veredicto del jurado en el pase a Cuartos de Final, aduciendo a que sería injusto porque no había escuchado a todas las agrupaciones. Dijo literalmente: «Me pondría en el lugar de muchos aficionados que opinan y no lo escuchan todo». Y yo, que quieren que les diga, no es que me enfade, pero me da coraje, como en el chiste. Me recordó a aquella frase de Teófila Martínez que generó ríos de tinta, cuando en los albores de la explosión de las redes sociales como forma de comunicación masiva y ante las críticas recibidas por su gestión se quejó con eso de «tanto twitter y tanta opinión».

Vamos a relajarnos. Me cansa ese nivel de exigencia en el que se va a pedir el carnet de aficionado para poder opinar de lo que te gusta y lo que no, de lo que te hace gracia y de lo que no, y de lo que has visto y de lo que no ves porque no te da la vida o simplemente porque no te apetece. Yo no lo he escuchado todo, lo confieso. He pecado. Quítenme el título de tragacoplas, que ya no lo quiero. Ahora, que voy a seguir opinando sobre Carnaval o sobre lo que me venga en gana, igual que un comparsista puede cantarle a la amnistía, a los pactos de Gobierno o al alcalde sin que nadie le pida el título de politólogo. Y ojo, que del otro lado las cosas tampoco es que estén bonitas. Te paseas un rato por las redes para cotejar las valoraciones de la afición sobre lo que se canta en el Falla y acabas desvelado con ansiedad. El nivel de intolerancia, de inquina, de odio, de envidia, yo que sé… te dan ganas de borrarte del mundo digital. Pero vamos, que la culpa es mía. Con no coger el móvil, solucionado.

Yo soy feliz escuchando coplas que me hacen reír o que me emocionan, que me hacen pensar, que me levantan el vello. Si me gusta lo que hay, bien. Y si no, pues ya no lo escucho más. El Carnaval debería ser algo mucho más sano que eso en lo que lo estamos convirtiendo entre todos. Libertad de expresión y libertad de elección. Que Martínez Ares le cante a lo que quiera y que el jurado puntúe, que les garantizo que sus coplas no van a cambiar el mundo. Que el Gago diga que le caen mal el futbolista y su señora, que tampoco pasa nada. Igual que hay que admitir que a la mujer le siente mal que se metan con ella y su marido y tenga su pataleta. Si es que es normal. E insisto, el sol volverá a salir mañana sin saber siquiera que cada día viene a morir a La Caleta.

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