Carnaval de Cádiz

Antonio Martínez Ares: «A veces me siento una oveja negra, esa persona que no encaja en ningún lado»

El autor busca el equilibrio entre lo clásico y la vanguardia, con un tipo que impresiona y un repertorio que incita a la reacción

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Martínez Ares y 'La oveja negra'. Nacho Frade
José María Aguilera

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¿Quién no se ha sentido una oveja negra en algún momento? ¿Quién no percibe a veces que no encaja en tal o cual sitio, más en esta sociedad líquida y convulsa? ¿Por qué? La comparsa 'La oveja negra' suscita más preguntas que respuestas. Son miles las que se formula su autor que, 40 años después de su estreno carnavalero con 'Requiebros', cada día tiene más interrogantes que certezas.

Antonio Martínez Ares nos recibe en la peña de El adoquín, un local de reducidas dimensiones en Sagasta, con espacio solo para componentes, familia y los íntimos. Por supuesto, también para las maquilladoras que a las órdenes de Sara Romero tiznan los rostros que se funden a negro. Las caras de Miguel Nández, Ramoni, Fali Vila y del propio poeta, que en los estrenos intenta aplacar los nervios conversando con todos aquellos que le piden dos palabras.

«Las sensaciones siempre son las mismas cada año, y el primer día aún más. Es el día más complicado, sin duda. Son esos nervios conocidos, ves las mismas caras. Pero más allá es imposible descifrar, ni yo ni nadie, lo que va a pasar», reconoce el comparsista más laureado del momento, la referencia de esta fiesta y de los pocos que se ha hecho un hueco en el Olimpo. Así que si lo dice él. «Hay años en los que uno se cree que la situación va a ir de una determinada manera y el Concurso hace que te gire todo. Es difícil acertar. Hay que estar previsto para la química», sólo eso.

Ares busca el equilibrio. Para el gran público, la 'arestocracia', pecó de vanguardista con creaciones como 'Los cobardes', 'La eternidad', 'El perro andaluz' o 'La chusma selecta'. El aficionado común, y aquellos que reparten premios, prefieren compases más 'sencillitos' como los de 'Los carnívales' o 'La ciudad invisible'. El de Santa María vivirá atrapado siempre en ese eterno debate que sólo suscitan los genios, los que se atreven a romper y se les felicita y acusa de ello por igual. «Hay un equilibrio y se nota mucho en la música del pasodoble. Hay clasicismo, pero hay vanguardia. Seguimos como una comparsa de corte clásico apostando por la vanguardia en un momento determinado».

¿Qué es la oveja negra?

«La oveja negra es rebeldía, llevada en conducta Carnaval. Hay mucho de romano, de punky, de república, de quemaduras, de broncas con los cuchillos...». Tras la compleja reflexión, «al final lo que gana es: tirarte al vacío y decir que no te encuentras a gusto en la sociedad en la que vives. Así que prefiero seguir siendo una oveja negra».

Confiesa que «cundo era peque, en el Carnaval me he sentido así, y muchos que concursan ahora también se sienten así. Hay empatía 40 años después», con aquel jovencito de 17 años que creó 'Requiebros' con el veterano grupo de la peña 'Nuestra Andalucía'. «Pero todo llevado a los códigos de Carnaval. Estamos ante un hombre bestializado, la bestia del Carnaval nos devora pero a la vez nos ayuda para decir cosas que en otros momentos no las puedes decir». El Carnaval, que tanto quita y a la vez da, el que odia y necesita, es la catarsis que necesita Antonio para sobrevivir y a la vez el modo de vida que lo consume.

Esa oveja negra en la que tantos se van a sentir reflejados es «sobre todo la persona que no encaja y no sabes por qué. Se hace muchas preguntas, no sabe en qué dirección ir, se cuestiona absolutamente todo en una sociedad cada vez más convulsa. Y está en una posición que no le vale, ni para un lado ni para otro. Necesita ir por su propio camino». Aquí reside la complejidad. No es cuestionarse todo, sino en tomar la decisión contra la corriente.

Hay muchas ovejas negras, más de las que creemos. «Mucha gente en el fondo es así. La gente está harta de los políticos, que ya no le representan. De guerras que parecen series de televisión. Tantas cosas que se han normalizado... y entonces yo no quiero vivir así. Hay que dar un paso adelante y gracias al Carnaval podemos hacerlo». Y también mucho rebaño, aún más en esta fiesta. «¿Has visto muchos cambios en los últimos años? Pues ahí está el rebaño».

El tipo está lleno de códigos. Confeccionado por Manuel Odriozola Atelier, cuenta con esas 'divisas' con el símbolo del Gran Teatro Falla. «Pertenecemos a esta ganadería del Carnaval de Cádiz y cada febrero nos queman. El ultimo, en la cara». También cuchillos para la pelea, la alambrada que hay que saltar para poder vivir en libertad...

Un nuevo camino por explorar, que «no se parece en nada a todo lo anterior. Ni siquiera el universo de los últimos tres años se parece, ni pretendo seguir con ello. Es un golpe de timón necesario para nosotros».

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