Los cuatro antiguos responsables municipales, en las instalaciones de LA VOZ. :: ÓSCAR CHAMORRO
22 m | elecciones municipales

Las canas de la democracia gaditana

Cuatro de los alcaldes que protagonizaron las primeras elecciones libres analizan una campaña electoral marcada por la movilización ciudadana y el incierto futuro de Diputación

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Todas las culturas del mundo veneran, al menos respetan, a sus mayores. En algunas, los siguen. En otras, como poco, les escuchan. Ahora, cuando se habla más de «los jóvenes» que durante los últimos 20 años, conviene escuchar a los que lo fueron pero ya tienen la suerte y la perspectiva del tiempo, convertida en atalaya desde la que poder comparar etapas. Un privilegio, síntoma de salud afortunada, aún vedado a los demás. Antonio Morillo (Vejer de la Frontera, UCD-CDS), Sebastián Saucedo (Chiclana de la Frontera, PSOE), Carlos Ramírez Gago (Benaocaz, PP) y Carlos Díaz Medina (Cádiz, PSOE) fueron cuatro de aquellos primeros alcaldes democráticos en la provincia.

Tomaron posesión de sus cargos entre 1976 y 1983, según sus particulares casos. En las primeras convocatorias democráticas de elecciones municipales. Solo Sebastián Saucedo, como subdelegado del Gobierno en la provincia, se mantiene en la política institucional activa. Los demás, con sus inquietudes intactas, hace años que pasaron a la segunda fila, a la de los ciudadanos que tanto protagonismo han tomado en los últimos días. Sus canas, reales o figuradas, son renglones de la historia política de Cádiz. Tienen recuerdos que les permiten resolver preguntas de fondo. ¿El movimiento social del 15-M es el mayor ejercicio de compromiso ciudadano desde la Transición? ¿Cómo ha sido la campaña que termina? ¿Qué pasará en Diputación? Cuando hablan los mayores, los demás escuchan.

¿Es comparable la movilización social actual a la de los últimos años 70?

Morillo reivindica aquella etapa con gran orgullo, para ubicarla correctamente. «Yo recuerdo aquellos años con enorme satisfacción. Pasamos de una dictadura a una democracia. Esa fue nuestra batallita. Será una batallita, pero fue preciosa, estupenda. Ahora, la democracia se ha convertido en rutina y los que están concentrados quieren cambiar algo, pero entonces había que cambiarlo todo. Por poner un ejemplo, a mí el gobernador civil de entonces me amenazó con mandarme a unos cuantos a darme una paliza por organizar un mitin. Hoy, ese gobernador civil es este prohombre [señala a Sebastián Saucedo] que no ha ordenado desalojar a los concentrados en las plazas».

Tras las risas, el aludido, exalcalde de Chiclana y actual subdelegado del Gobierno, toma la palabra: «Lo que no hay que olvidar es que la transformación que ha vivido este país en 30 años es difícil que vuelva a repetirse y se ha producido gracias a la política. Todos los que estamos aquí hemos pasado de la cocina de carbón al microondas. Yo, como alcalde, firmaba vales para papillas para que muchos niños pudieran comer. Eso se ha superado. La política ha hecho mucho por eso. Ahora, la democracia nos parece rutina. Pues bendita rutina, digo yo que es. Eso no quita que haya nuevas demandas, nuevas carestías. La dinámica interna de los partidos puede que no sea la mejor y si se pierde el espíritu transformador, si el objetivo es el poder por el poder... En aquellos años nos sentíamos acompañados socialmente, la gente estaba con sus políticos. Ahora...».

Ahora hay una nueva masa crítica que ya no se conforma con la democracia. Quiere cuestionar y mejorar sus mecanismos. Carlos Díaz comprende a estos ciudadanos, comparte buena parte de sus quejas. «Una de las reivindicaciones que comparto es la reforma de la Ley Electoral, las listas abiertas. Incluso la limitación de mandatos, aunque es un asunto sobre el que he dudado mucho. En cualquier caso, esta movilización es la constatación de un alejamiento. La mediocridad se ha instalado en los partidos y en las instituciones. En 1979, todos nosotros pensábamos primero en el interés general, no en el particular ni en el empresarial. Ahora, le comentas eso a un dirigente político y te pregunta: ¿qué es el interés general?».

¿Cuál es el mejor y el peor recuerdo de su etapa en la Alcaldía?

Carlos Ramírez Gago recuerda con simpatía su condición de 'bicho raro' en la Sierra de Cádiz. En una comarca de absoluto y constante predominio de formaciones de izquierdas, consiguió convertirse en el primer alcalde del PP en la zona, por entonces, Alianza Popular. Como todos los demás, recuerda que lideró la lista por hacer un favor, que nadie quería, que fue una casualidad. «Había mucha más frescura que ahora. Fui el único alcalde de Alianza Popular. Había tantas, tantas carencias, que también era más fácil hacer cosas. Todo estaba por hacer. Encontré un colegio en ruinas, construimos la Casa de la Cultura. Era una época de muchas carencias. Por ejemplo, recuerdo como un logro la instalación del alcantarillado o el agua corriente, que no llegaba a todas las casas. Faltaba de todo... Ahora esa situación no se da. Por eso también es más difícil que se note un progreso tan rápido».

El exalcalde serrano incluso se permite confesiones que entonces le habrían provocado un problema: «El PER fue una buena idea. Al principio funcionó muy bien porque le dio a muchas familias un mínimo de bienestar económico. Luego, su uso se ha desgastado».

Cuando piensa en el peor recuerdo habla de «la traición que sentí por parte de personas de confianza que tuve a mi lado». Nadie le rebate. Todos han tenido su ración en una trayectoria política larga.

Saucedo recuerda con dolor un problema al que, a escala provincial, ha tenido que enfrentarse otra vez hace poco: «Los peores momentos eran los efectos de las inundaciones en aquella época. Cada vez que llovía en el pueblo nos echábamos a temblar porque distintas zonas se inundaban en cuanto caían cuatro gotas. No había infraestructuras y esa era una preocupación constante. Recuerdo que incluso me llamaban concejales desde sus casas para ponerme el teléfono y que yo escuchara el agua entrando en su casa. Por otro lado, el mejor recuerdo que me viene a la memoria es el haber puesto las bases del modelo de ciudad de desarrollo de futuro de Chiclana. De hecho, el acuerdo con los propietarios de la finca de Tilfisa, el actual Novo Sancti Petri, se cerró en Madrid siendo yo alcalde; luego Pepe Mier culminó el proyecto».

Antonio Morillo utiliza los recuerdos de su etapa como alcalde para hacer una denuncia que, en realidad, prolonga hasta la actualidad: «La lentitud de la burocracia, la existencia de ayuntamientos, comarcas, mancomunidades, diputaciones, Junta, Gobierno... Para hacer una cosa tenías que darle explicaciones a seis administraciones, pasar por seis niveles, seis despachos... Así no hay quien pueda. ¿Alguien sabe la cantidad de papeles que hay que sacarse en esta provincia para tener una cabra en un campo? Que lo haga. Que lo intente y luego me lo cuente». Carlos Díaz recuerda que esos estamentos se crearon para «abaratar costes, para simplificar, y no se ha conseguido. En los 80, este país apostó por el regionalismo, por dar poder a las autonomías y quitar autonomía a los ayuntamientos. Ahora, en campaña, todos dicen que son muy municipalistas pero el próximo lunes dejarán de serlo».

¿Era más difícil ser alcalde entonces que ahora?

Saucedo se resiste a separar ciudadanía de representantes políticos. Son lo mismo. Si le piden a sus dirigentes que pongan los ideales por delante de la economía, el exalcalde chiclanero contesta que los vecinos, uno a uno, tendrán que asumirlo también. Su teoría es que hemos mejorado mucho en lo material pero quizás no en lo espiritual, en la mentalidad colectiva: «Es demasiado distinto en cuanto a la actitud de la ciudadanía y de los equipos dirigentes de los ayuntamientos. En mi época de alcalde veníamos de la transición con una enorme ilusión y se atendía a los ciudadanos más directamente». Como autocrítica y reflexión tras las movilizaciones populares de esta semana, añade que «quizás todas las administraciones tienen mucho que mejorar en cuanto a la atención al ciudadano, a la comunicación real con él». Morillo sentencia que «ahora, lo que sí tengo claro es que en estos últimos años la administración se ha llenado de moho».

¿Qué resultados arrojarán las elecciones de mañana a nivel provincial?

Carlos Ramírez Gago cree que el Partido Popular se acercará mucho mañana al gobierno de la Diputación pero duda de que sea lo suficiente. ¿Y en Benaocaz?. «En mi pueblo va a ganar el Partido Popular y en el resto de España va a barrer por lo que dicen y por lo que se ve». Morillo arranca la carcajada de los demás al anunciar: «Me voy a mojar... Mi pronóstico rotundo es que no está nada claro». Habla de empate técnico en número de votos y fuerzas en Diputación entre PP y PSOE.

Carlos Díaz se suma a que el movimiento de diputados será tan leve, con cambios en un número tan bajo de partidos judiciales, que apenas cambiará la relación de fuerzas en el Palacio de la Aduana de la plaza de España. Algo parecido defiende Saucedo. Cuando se les insiste mucho, si se les aprieta, los cuatro creen que al PSOE le volverá a llegar con el pacto que ahora tiene con Izquierda Unida. «A la hora de votar, un porcentaje altísimo apuesta por la inercia, por el que ya tiene el cargo, sea del partido que sea en cada lugar», recuerda Carlos Díaz.

Saucedo duda: «Sinceramente no lo sé. El esfuerzo de todos los representantes para afrontar la crisis es digno de elogio. Hay que tener en cuenta que en los ayuntamientos es donde primero se perciben los efectos de la crisis y los recortes. Las fuerzas políticas están utilizando el debate general más que el municipal y está demostrado que eso siempre perjudica al que está gobernando. Yo diría a los ciudadanos que reflexionen, y que sobre todo, voten».